Ciudad de México, 9 de noviembre (SinEmbargo).– Un viejo rey quiere redimir su reputación perdida. Lejos de ser favorito como de costumbre, Roger Federer juega la Copa de Maestros en la cancha indoor de Londres con toda la estela construida durante una era que lo encumbró como uno de los mejores de la historia (para muchos el mejor). Tras vencer al francés Richard Gasquet, el suizo apretó los puños mientras se gritaba a sí mismo.
El diestro talentoso volvió por un momento a brillar como lo recuerda la mayoría en la memoria. Roger estuvo en riesgo de quedar fuera de los diez primeros de la ATP por primera vez en más de una década.
Justo a finales de año, Federer logra a penas su tercera victoria contra un top 10 en lo que va del año. El júbilo llega en una pista conocida de antaño por el suizo. Aún con el pelo largo, mucho más juvenil y aún lejos de toda la grandeza que ha logrado, Roger comenzó a cimentar su propia historia en cancha rápida como la que pone la capital inglesa para que se dispute el último gran torneo de la temporada. Bajo techo, el genio helvético volvió a provocar alegría después de un 2013 para el olvido, en el que incluso ha despedido a su entrenador, el mismo que ayudo a Sampras para forjar su propio legado.
Sin inclemencias climáticas, lejos de vientos o cualquier otro impedimento alterno que ensucie el tenis, Roger vuela como muy pocos. En condiciones óptimas para únicamente concentrarse en el jugo, un jugador exquisito se siente como pez en el agua. En su hábitat sin distracciones volvió a generar un juego efectivo para dejar los parciales 6-4 y 6-3 a su favor. Con golpes precisos, provocados por el bote de la bola en suelo firme, el suizo acabó gritando un alarido emocional que sirve para sacar las constantes frustraciones de muchos meses atrás. Firme y recuperado, se apunta para competir como siempre lo ha hecho.
Mientras la gente veía sorprendida como quedaba fuera de grandes citas tenísticas, todo esto serviría para que el final de año tuviera a un exponente principal en óptimas condiciones. Bajo un juego de luces, el show previo a los partidos viste a los cotejos de por sí atractivos. Con un sistema de todos contra todos, los mejores del mundo compiten por ser el maestro de maestros. Con las miradas acaparadas por Rafael Nadal, quien se aseguró ya terminar como el 1 del mundo, cada jugador tiene su propia lucha por la cual competir. Después de la derrota ante Djokovic, Roger quiere terminar bien el año y utilizarlo de impulso para el próximo 2014.
“Federer está a un grandísimo nivel porque ha llegado más dosificado a final de año”, declaró David Ferrer a la prensa española. El 3 del mundo pronostica que el mejor jugador de todos los tiempos, según la mayoría de grandes leyendas de este deporte, tendrá un 2014 muy diferente, “seguro que el año que viene tiene opciones de ganar un grande”. Ningún Grand Slam coronó a Roger este año, una rareza deportiva que alarmó a varios que se atrevieron a vislumbrar un retiro cercano. Lejos de compartir la idea, el diestro elegante ha cambiado varios aspectos que rodean a su juego para volver a ser un competidor a considerar.
“Siempre me gustó. Mi juego está naturalmente bien fundamentado para competir aquí”, contó un autocrítico Federer aceptando sin problemas que su temporada ha estado lejos de lo que todos esperaban. En la mira está el gigante de Tandíl. Del Potro se ha convertido en un férreo rival para Roger durante todo el año. En esta última cita del año, los dos aspiran a terminar triunfantes sus temporadas dispares. Mientras uno sigue sin escapar de la medianía, el otro quiere retomar el lugar que durante una década ha conquistado. El mayor ganador de Grand Slams en la historia, no quiere despedirse, aunque la renovación natural y algunos periodistas, así lo deseen.