Ciudad de México, 30 de agosto (SinEmbargo).– En 2012, la WTA tuvo una sola dueña. La bielorrusa Victoria Azarenka consiguió dominar el tour con su tensa concentración durante punto y punto. La rubia de gran potencia en su golpeo, deleitó al mundo que sigue de cerca el deporte blanco. Llegar a la cima del ranking fue un premio merecido al talento trabajador de la europea. Vika, como le dicen sus cercanos, probó el éxito con la intención de mantener el sabor prolongad en su sistema. Este 2013, a pesar de un buen comienzo, ha sido cuesta arriba para una jugadora que le puso gran pundonor a su capacidad atlética.
El abierto de Australia, primer Grand Slam del año, tiene en Azarenka una bicampeona con gran sentido del juego. Victoria comenzó los últimos dos años con gran ritmo. La temporada pasada ganó los tres primeros torneos que disputó para sorpresa de los especialistas. Esos que no se sorprendían por el ritmo de juego sino por la mentalidad adoptada por la bielorrusa enjundiosa que deseaba tanto sobresalir. Ella fue la dinamita primeriza para que una oleada de europeas del este comenzara a triunfar en el circuito. Dejando de lado a la intermitente Sharapova, Azarenka presentó una carta contundente.
En el verano del 2012, los Juegos Olímpicos la consolidaron como una de las mejores atletas del año al conseguir una medalla de bronce en el torneo de singles y una presea dorada en el de dobles. En aquel césped sagrado de Wimbledon, revestido para la ocasión, el año inolvidable de la rubia se acabó de consagrar con ese tinte que solo el Olimpo da generoso a quien lo trabaja. El recuerdo de esa temporada es lo más sagrado para ella, una mujer de a penas 24 años con los sueños renovados en busca de una longevidad tenística. La lucha por los grandes premios, pusieron como candidata a habitual a Azarenka.
El abierto de los Estados Unidos, tuvo una final tensa de gran capacidad en 2012. Serena Williams enfrentó a Vika con toda la grada a su favor. La bielorrusa empujada por la buena racha, hizo frente al difícil desafío de vencer a la rival que tenía enfrente con todo y el entorno. Al final, la potencia de la menor de las Williams, junto a una afición vibrante, terminaron sonrientes ante la mirada llena de lágrimas de Azarenka. La de gestos tensos, explotó en tristeza en la cancha dura de Nueva York sin pensar demasiado en los logros del resto del año.
Arrancado el abierto de los Estados Unidos, los favoritos han salido adelante con buenas sensaciones. El último torneo grande del año se presenta como la oportunidad de re acomodar las cosas que se dejaron de hacer o para terminar de coronar lo bien hecho durante la temporada. Sin importar las distintas realidades, Nueva York se viste de sueño americano para los mejores jugadores del planeta. Desde Queens, las últimas ilusiones se plantan ante la mirada atenta de una grada cosmopolita.
Victoria Azarenka es ahora la dos del mundo. La pérdida del puesto de privilegio le ha alimentado en ambiciones. Tras ganar Cincinnati, la bielorrusa comenzó con buen pie firme su participación en Nueva York. La víctima fue la alemana Dinah Pfizenmaier, rankeada 99 en el circuito e incapaz de hacerle frente al juego aplastante de Vika. Un doble 6-0 puso de pie a los aficionados que eran testigos de una sería candidata al título. El subcampeonato del año pasado le ha quitado el sueño. Las ganas de volver a ser considerada la mejor del mundo, le han dibujado los mismos gestos con la mentalidad fuerte perdida en el camino. La rubia quiere volver a terminar llorando, ahora de alegría.