El adiós de Deco, uno de los primeros mediocampistas de baja estatura en dominar el mundo

27/08/2013 - 1:30 am

 

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Ciudad de México, 27 de agosto (SinEmbargo).- En uno de sus brazos tiene tatuados los nombres de sus tres hijos. Habla portugués con acento brasileño. Anderson Luis de Souza nació en Sao Paulo, Brasil, un día como hoy, pero de 1977. En este mundo global, el pequeño se volvió conocido mundialmente como Deco gracias a sus dotes con el balón. Para desgracia del país sudamericano, el futbol del talentoso mediocampista lo gozó Portugal no sin antes pasar por un proceso incómodo por no ser oriundo de la península europea.

Arribo a suelo luso cuando apenas tenía 17 años. Un bajito centrocampista se había dado a conocer debido a una visión de campo que muy pocos jugadores en el mundo poseían. Fichado por el Benfica, fue con el enemigo Porto donde se convirtió en uno de los mejores del mundo. En 1999, fue parte de un cambio de mentalidad del club blanquiazul que comenzó una estrategia que lo convertiría en la mejor fábrica jugadores en el viejo continente. Comprar barato, vender caro. Deco consolidó el proyecto sin perder efectividad deportiva. Porto siguió siendo uno de los grandes de Portugal, mientras su plantilla cambiaba de nombres constantemente.

Siete años pasó bajo la disciplina del O' Porto donde coincidió con José Mourinho y una generación que ganó la Champions League en 2004. Desde el centro del campo, dinamitó sus capacidades de enlace con los centros delanteros mientras el resto del mundo observaba. Ese mismo año de éxito con su club, sufrió junto con todo Portugal la derrota sufrida como locales frente a la sorprendente Grecia defensiva. En un momento de gloria del futbol portugués, una generación se quedaba sin un premio digno de sus capacidades.

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Un año antes, su llamado a la selección lusitana había provocado numerosas críticas incluso en sus compañeros. Luis Figo y Manuel Rui Costa, se lamentaron de su incursión. Apelando al nacionalismo que involucra el balón, los portugueses de nacimiento reclamaban identidad y amor por la camiseta. Pronto, con su juego y su sensibilidad como persona, Deco revirtió las críticas en halagos. Siempre con el 20 en la espalda, dobló el talento creativo que todo 10 posee. Jugaría dos mundiales y dos eurocopas demostrando la identidad que en un principio le era reclamada.

El legado que construyó lo hizo en Barcelona . Deco formó parte de los cimientos que el club blaugrana edificó previo a la gran obra de Pep Guardiola. Testigo en un lugar de privilegio del espectáculo que Ronaldinho le regaló al mundo en su mejor momento y padrino del joven Messi que con el 30 en la espalda jugó en Camp nou deleitando a la exigente afición culé. Deco fue una constante durante tres años en el cuadro base del Barça que supo ganar una Champions en Brasil como una muestra de todo lo que se venía. En su última temporada jugó poco, Guardiola no lo consideró para su proyecto.

En 2008, mientras la prensa especulaba con severas lesiones que lo alejaban del campo, Deco se la pasaba día y noche metido en un hospital cuidando a su hijo que necesitaba un transplante de médula ósea debido a la leucemia diagnosticada. El asunto que nunca salió a la luz, fue un ejemplo para todos su compañeros. Tras jugar dos años en el Chelsea londinense, regresó a Brasil con 33 años. Ayer, un día antes de llegar a los 36, anunció su adiós argumentando sus dolencias físicas. Deco, que defendió a muerte la camiseta de Portugal, comienza a ser venerado en todo el mundo por su aporte. Un crack que puso de moda que los centro campistas bajitos de gran técnica, comenzarán a dominar el mundo.

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