Ciudad de México, 17 de agosto (SinEmbargo).- "El pasto es para las vacas", dijo Guillermo Vilas en 1974 cuando le preguntaron por Wimbledon, el único Grand Slam que no ganó. El argentino de lenguaje florido y de personalidad reacia, nunca fue reconocido oficialmente como número uno del mundo a pesar del extraordinario año que tuvo en 1977. Willy descubrió su amor por el deporte blanco gracias a su padre que le regaló una raqueta cuando tenía cinco años. En un club de Mar de Plata, comenzó con sus primeros golpes a una pared de frontón.
Guillermo Vilas, de buen rendimiento en el aula de clase, comenzó a despuntar arropado por Felipe Locicero, su entrenador de toda la vida a quién su padre Don Roque, le dejó la difícil labor de instruirlo a base de golpes certeros desde el fondo de la cancha. Con buenos argumentos, el pequeño nacido en un hospital de la Gran Buenos Aires, llegaba a ser número uno del país a los 18 años. En 1970 cambiaría su vida para siempre. Alejándose de la escuela, jugó la Copa Davis en tiempos donde la argentinidad se reflejaba por medio de ese equipo que con raqueta en mano, competía por la patria.
"Nunca me voy a casar. No creo en el matrimonio. Soy un dictador y la vida en común es imposible, aunque eso no significa que no conviva en pareja", manifestó en 1979 cuando tenía a sus pies a todo un país. Vilas contribuía con esa pasión que los argentinos hace solo suya. A base de un esfuerzo constante y un talento inconmensurable, Guillermo pasó a ser una leyenda viva. En cualquier punto de la Argentina, un niño tenía un póster con su imagen, añorando vestir, vivir y ser como él. El apellido Vilas se había vuelto de renombre, ese distinto que solo el deporte profesional da.
Estudió derecho pero dejó de legislar para convertirse en un mito. Guillermo Vilas es para muchos el mejor tenista latinoamericano de la historia. El argentino tiene aún en su poder el récord de más victorias consecutivas (46) en el tour. Gracias a él, el conjunto albiceleste llegó a su primera final de Copa Davis en 1981. Willy fue en 1977, dominador del circuito. En tiempos donde se promediaban los puntos ganados por los jugadores, sin importar ausencias en las participaciones, nunca fue rankeado como número 1 del mundo.
"Nunca estuve más solo en mi vida que cuando fui el número 1 en 1977. Solo, solo. La gente puede pensar que fue un año espectacular: yo deseaba que terminase rápido", fue lo que dijo tras consolidarse. Hombre de carácter, entregó su vida al tenis con una inteligencia asombrosa. El pensante que quiso ser abogado, ganó cinco títulos de Grand Slam, dos en su glorioso año. Fue el primer tenista en ganar un torneo en cada continente. De la Mano de Willy, una dinastía argentina creció para intentar emularlo. Hoy el país sudamericano es potencia en la ATP. Un legado que desde mediados de los 70´s un hombre alto de pelo largo, comenzó a construir.
En el historial, el chileno Marcelo Ríos ha sido el único latinoamericano en conseguir el puesto de honor en el ranking de la ATP. En medio de fuertes reclamos, a principios de agosto, una manifestación a favor de Vilas comenzó para exigirle al circuito reconocer, en base a estadísticas y al recuerdo de su juego, que Willy sea considerado como número 1 en 1977. Después de 36 años, un grupo de entusiastas amantes del tenis, encabezados por el ex mejor jugador del mundo Mats Vilander, espera que por fin, Guillermo Vilas tenga lo que merece.