Ciudad de México, 4 de agosto (SinEmbargo).- Cuando Michael Jordan se retiró de la NBA, una generación se quedó huérfana del mejor atleta que se había visto en la historia del deporte. Con su número 23 adornó las miradas de aficionados globales apasionados de los Toros de Chicago, y en segundas nupcias de los Wizards de Washington. Michael había vuelto dos veces tras anunciar su retiro, el primero muchísimo más exitoso que el segundo, donde sirvió como figura emblemática de una franquicia en busca del crecimiento que aún no ha llegado a la capital de los Estados Unidos.
Lejos de la alta competencia, el mejor basquetbolista de todos los tiempos sigue generando gracias a su legado. Además de su marca personal deportiva, se puso el traje fino y caro para volverse dueño de los Charlotte Bobcats. La transición de jugador a gerente ha sido bastante complicada para quien supo gozar de tanta gloria. Su equipo es el peor de la NBA, probablemente de los últimos tiempos también. Las selecciones en el draft han sido, en su mayoría, auténticos fiascos, incluido el de Kwame Brown, primera selección en 2001. Lo que Jordan hizo por el juego no se discute, es ahora, en su papel administrativo, donde incluso sus más cercanos se preguntan sí será capaz.
"Nadie quiere toparse con un bobcat en el bosque y ese es el miedo que queremos crear en los rivales", declaración tajante de Bob Johnson, propietario de los Bobcats en 2003 cuando la franquicia regresó a la ciudad de Carolina del norte. Diez años después, el terror esperado se ha convertido en pena por las duelas de la NBA. Jordan ha quedado a deber, algo inusitado en su etapa deportiva. Con pocos argumentos para explicar el frustrado presente, Michael se enganchó a una situación simbólica. Es algo que no influye en la capacidad de sus jugadores pero sí en la mente de los aficionados dolidos.
A principios de año, se autorizó una nueva franquicia en el mejor basquetbol del mundo. El equipo de New Orleans dejaría de llamarse “Hornets” para volverse “Pelicans”. El cambio era por simple identidad con la ciudad. Los pelicanos es el ave más representativa de una ciudad que fue golpeada severamente por el huracán Katrina en 2005, teniendo que trasladar a su equipo a Oklahoma para que jugara muchos partidos. Sobrevivientes de la catástrofe, ahora esas aves son el emblema del equipo representativo de la ciudad.
Este puede ser el principio de tres franquicias nuevas. La marcha de los Kings de Sacramento a Seattle sigue en el aire a pesar de los esfuerzos del edil Kevin Johnson para que su ciudad tenga equipo de NBA. La ciudad del estado de Washington, añora los viejos tiempos de finales de mediados de los 90’s cuando Gary Payton y Shawn Kemp causaron un delirio deportivo en torno a un aro. Los Supersonics siguen en la lucha por renacer luego de su ida a Oklahoma donde el Thunder ha sido protagonista.
En la mente de Jordan está el simbolismo del nombre. El deseo del gerente era que su equipo se llame “Hornets”. Leyenda de la última década del siglo XX, Michael necesitaba ese amuleto que pueda generar nuevos bríos a tan dañada imagen. Charlotte estaba expectante, luego de que los Pelicanos presentaran su uniforme. Con el nombre libre, se esperaba que la liga acceda al deseo para matar la melancolía. El nombre es referente a la frase del general inglés Charles Cornwallis que le escribió a su rey para informar sobre la batalla en Carolina: “Es como luchar contra un nido de avispas”. La NBA dio su visto bueno, Jordan tiene lo que quería, con una deuda muy grande a su afición.