Ciudad de México, 25 de julio (SinEmbargo).- Con la Sagrada Familia de fondo, edificación construida por el arquitecto distinto Antoni Gaudí, el mundial de natación transcurre en Barcelona de donde impresionantes fotos se toman cuando desde los trampolines o plataformas, una figura humana abre los brazos para efectuar un clavado con la ciudad condal a sus pies. La estampa recorre el planeta por la web. El martes pasado, dos mexicanos modelaron con mientras saltaban desde el trampolín de tres metros. Luego de los disparos de las cámaras, los jueces determinaron que Jahir Ocampo y Rommel Pacheco, habían ganado la medalla de bronce.
Tras el clavado, Paola Espinosa, pareja de Pacheco, soltó un chiflido desde las gradas mientras la cámara la enfocaba. La sorpresa del resultado derivó en alegrías en la delegación. La pareja de no mucho recorrido, tenía la recompensa de un entendimiento colectivo acompañando al esfuerzo atlético. Un tercer lugar que pone a una asociación en buena posición para Rio de Janeiro 2014. Los juegos olímpicos de Brasil es el objetivo de quienes hoy, con mucha mesura, reafirman lo que han conseguido a pesar de las pocas expectativas que se tenían. Mientras iban apretando los músculos de la cara en la vuelta, el deporte mexicano se preparaba para recibir otra historia de éxito deportivo desde el agua.
Jahir Ocampo es de Tamaulipas. A sus 23 años habla de frente al micrófono con desenvoltura, sabiendo que lo que ha hecho es digno de reconocer. El clavadista, aficionado del América, ha debutado con buen pie en su primer aparición en una justa mundialista. De rasgos morenos, sube hacia el trampolín disfrutando el momento. Su cara es seria mientras habla entre dientes con Rommel para ejecutar el clavado pactado. Estudiante de marketing deportivo, se define amante de los clavados más que la comida.
En su cuenta de Twitter, presume una foto en la cancha del estadio Azteca, la playera nueva del América y una imagen con Guillermo Ochoa en el aeropuerto. Su padre, ex futbolista profesional con el Atlante, pensó que seguiría sus pasos cuando identificó la pasión que le otorgaba a la pelota. Sin embargo, fue la alberca la que ganó la partida de sus emociones. El debutante declaró que “poca gente creía en esta pareja pero fuimos dando los resultados” con una sonrisa pícara de quien sabe que se ha ganado un lugar en base al esfuerzo.
Como en el clavado, Rommel Pacheco sincroniza su declaración con la de su pareja al aclarar que “ahora sí nos voltean a ver como una pareja seria”. El de Yucatán tiene 27 años y dos procesos olímpicos en su Curriculum. Mucho más acostumbrado a la prensa, escucha atento sin parpadear a a su compañero mientras analiza cada palabra. Convencido de que el objetivo primario son los Juegos Olímpicos, sonríe más tímidamente mientras se lamenta los cuatro puntos que estuvieron de llevarse la medalla plateada que al final fue para Rusia.
Con su lugar ganado en la serie mundial, la pareja tiene un futuro prometedor para sus aspiraciones olímpicas. Con un discurso pausado, los atletas tienen sus preseas colgadas del cuello y la mirada un poco perdida. Sin mirar al periodista, contestan las preguntas después de estudiar la respuesta. Miembros de una estirpe distinta en el país con mayor índice de obesidad en el mundo según la ONU, los clavadistas asumen su rol en plena juventud. Las dietas rigurosas complementando la estricta disciplina, han dado sus frutos.
"La verdad es que no pensamos que podíamos ganar medalla. Había cuatro países muy fuertes por pasar, con mucha experiencia. Jahir y Rommel venían con poca experiencia saltando juntos. Yo esperaba tan solo que mejoraran", declaró la entrenadora de la delegación mexicana de origen chino Ma Jin. De Tamaulipas a Yucatán hay 1,866.1 km de distancia. Dos atletas nacidos en extremos del país, hoy hacen equipo representando a México con éxito. Ganado el reconocimiento, en base al trabajo, el futuro promete.