Once años sin Nelson Barrera, el mejor cañonero en la historia del béisbol mexicano

14/07/2013 - 12:00 am
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Ciudad de México, 14 de julio (Sin embargo).- Recorrió las tres almohadillas con la prisa de quien sabe que la historia lo esperaba en el home play. En su cabeza pasaban 19 años de una brillante carrera deportiva dentro del béisbol mexicano. Nelson Barrera Romellón (1957-2012) frenó el paso de trote y caminó el último tramo hacia la caja de bateó donde había salido un home run que pusó de pie a todos los aficionados en el estadio Eduardo Vasconcelos de Oaxaca. El resto de sus compañeros de los guerreros lo esperaban aplaudiéndole con solemnidad respetuosa a un leyenda. Barrera,levantó los brazos al cielo, y llegó a tierra prometida. Con 454 cuadrangulares, era el cañonero con más cuadrangulares en la historia de la liga veraniega.

Dentro del infilder, demostró las cualidades de alguien que nació para el juego de pelota. Su aporte al béisbol fue un logro que se sigue aplaudiendo hoy en día. De poderoso bat, "El Almirante" conquistó a la fanaticada expectante siempre por ver volar e irse lejos a la redonda. Barrera pasó de ser un simple hombre de poder a un líder que tenía la estrella de los que llegaron al mundo pensando en el "Rey de los deportes". La capacidad de definir partidos, de leer las circunstancias, lo convirtieron en un ídolo de una afición conocedora como la de los Diablos Rojos del México, donde debutó con 19 años. El oriundo de Campeche, hizo de la capital su hogar por 15 años.

De bigote ancho, y ojos pequeños como si estuviera fijando la vista a lo lejos, Nelson se llenó de elogios por sus carreras remolcadas. Quienes entienden y viven del béisbol, recuerdan asombrados al jugador con el dorsal "16" que utilizaba lo largo del bat con suma inteligencia para subir carreras al marcador. Hombre pragmático, quería ganar siempre; un competidor en toda la extensión de la palabra que nunca se escondió en tiempos de viento en contra. Barrera hizo de su apellido, tres sílabas imborrables en la mente del fanático que cuando las menciona, acompaña con un gesto de algo que con palabras no se puede contar. De carácter temperamental, Nelson era el Rey del lugar.

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La cifra es tan escandalosa, que parece imposible que algún otro pelotero pueda romper la marca de 1927 carreras impulsadas; es uno de los legados de un tipo que veía sólo para adelante. Hizo del bat una extensión de sus brazos para el deleite de los suyos, mientras los aficionados visitantes lo intentaban distraer con gritos mexicanísimos que provocaban risas en muchos asistentes, pero que a Barrera le llegaban en forma de combustible como en el quinto juego de la serie final de 1987 frente a los Dos Laredos, cuando conectó un Grand Slam que le dio el título al México. Nelson tenía ese toque que muy pocos tienen en cualquier deporte. Saber canalizar los momentos de mayor tensión, para convertirlos en catalizadores de grandes logros, solo lo hacen los mejores.

Fueron 26 temporadas en la Liga Mexicana de Béisbol, 15 en la del pacífico. Años entregados a un deporte único. Sus 455 cuadrangulares son una marca para los libros de récords. El oriundo de Campeche, había transformado a un equipo como Oaxaca. Los Guerreros cobraron vida en 1996 y solo dos años después, "El Almirante" los llevó al campeonato añorado. Un líder nato que hizo del Sur una frontera infranqueable a la hora de jugar a la pelota. Con cinco temporadas teniendo béisbol profesional, el equipo sureño quedaría en la historia la noche del 31 de mayo del 2001, cuando los números impuestos por Héctor Espino, fueron superados por Barrera. Nelson rebasó a su gran ídolo en el departamento de home runs.

Jugó tres temporadas con los Piratas de su natal Campeche, también lo hizo en Nuevo Laredo. A donde llegó marco territorio por su carácter y presencia de un jugador distinto. Una carrera de altos vuelos, brillante como pocas culminó de una manera trágica. Un día como hoy, pero del 2002, Barrera murió electrocutado al intentar cambiar una parte del techo de su casa. Murió casi al instante en el que su mano hizo contacto con una lámina que tocaba cables de alta tensión.

La historia de un gran atleta, tenía ese punto de misticismo, del adiós prematuro que siempre engrandece, sin que hiciera falta, los logros de un cañonero potente como pocos. La lamentable partida del ser humano Nelson, ese de sonrisa tímida, dejó huérfano al béisbol mexicano. Los Piratas, en homenaje y en un intento de sanar el dolor, bautizó su estadio como Nelson Barrera. Los Diablos Rojos retiraron su casaca con el número 16. Su ingreso al salón de la fama, fue un regalo que oficializó la inmortalidad de un beisbolista de nacimiento.



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