Ciudad de México, 13 de julio (SinEmbargo).- A poco más de una hora de la frontera canadiense, México jugó su segundo partido de la Copa Oro 2013. Con la presión de la ausencia de resultados, pero sobre todo de un estilo que propicie un juego llamativo que se le ha venido prometiendo a la afición mexicana desde hace muchos años. Canadá fue el rival, que fungió como co-protagonista de un partido para el olvido. México ganó, pero el “Gigante” de la zona, está muy lejos de ser realidad.
A las diez de la noche comenzó el encuentro con el ambiente más pendiente del morbo que pudiese generar una mala actuación del equipo nacional. El accionar volvió a ser el punto crítico de un paciente que parece estar hundiéndose en una rara enfermedad crónica. Variantes y jugadores cambian pero la camiseta parece no estar a la altura de las circunstancias. Felipe Monforte, periodista español del diario Marca que residió en México, tiene claro que “no hay otra afición más apegada a su selección que la mexicana”. En tiempos de crisis, Chepo de la Torre sufre.
Tras perder con Panamá, varios vasos de cerveza le cayeron al entrenador mexicano cuando iba en camino al vestidor. El acto reprobable, viene de una afición que normalmente goza de los encuentros de la Selección Mexicana de futbol. Los paisanos en Estados Unidos pagan precios exorbitantes por ir a sentirse un poco más patriotas matando la melancolía, viendo a jugadores con sus mismas facciones y tono de piel. El problema es que esos ídolos, no juegan de acuerdo a la expectativa. Acarreados por el sentimiento de reprobación, una cerveza empapó a De la Torre.
Chepo tiene en las conferencias de prensa lapsus de una persona que parece estar viviendo en otra realidad. José Manuel de la Torre mantiene la postura pragmática en la que los resultados finales son los que verdaderamente importan. “Clasificar al mundial es lo verdaderamente importante”, sentenció ante los medios tras la vergonzosa actuación ante los panameños. Con un clima caldeado, el encargado de las riendas del equipo que más pasiones genera en los aficionados, no entra en la autocrítica que se espera. Muy a la defensiva, aguanta las críticas con respuestas que hacen enfurecer más a los medios de comunicación.
El gol que Raúl Jiménez anotó casi al final del primer tiempo, provocó en la banca del equipo mexicano, suspiros de alivio en el cuerpo técnico. Con un precario funcionamiento, México tenía un premio no merecido al irse ganado al descanso de medio tiempo. Las sociedades que Marco Fabián tendría que hacer con Jiménez, o la visión de Luis Montes, no aparecieron. En las redes sociales, los reclamos siguieron muy a pesar de la ventaja. El balón no corría como se quería, pero el resultado estaba a favor.
El segundo tiempo fue más de lo mismo, once jugadores sin capacidad de jugar en colectivo dieron un partido doloroso para la retina. El rival, débil por historia, con un presente más enjundioso que capaz, completo el marco que insultó por noventa minutos al deporte más popular del mundo. Marcó Fabián se aventó un clavado que el árbitro compró. Así ganó México 2-0, inmerecido, en un torneo bizarro que dura casi lo mismo que un mundial, pero con un nivel a años luz de la élite. “Mejoramos en muchos aspectos”, dijo de la Torre en conferencia de prensa, siguiendo con su mismo discurso. Este domingo, en Denver, el rival será Martinica. Un nuevo capítulo en la gira estadounidense, sin mucho futbol de por medio