Ciudad de México, 12 de julio (SinEmbargo).- Previo a la Copa Confederaciones, España e Italia se midieron en la final del Europeo sub-21 de Israel. El partido fue un recital español que no puso limitantes a las habilidades de sus jugadores. En aquel partido, Thiago Alcántara, exquisita joya del F.C. Barcelona, puso la luz que su dorsal “10” ya relucía. En un equipo donde Isco, fue la principal figura durante todo el torneo, fue el barcelonista quien se encontró en su hábitat natural en el partido definitorio. Tres goles suyos, contribuyeron para que los ibéricos alzaran su segunda copa consecutiva de la categoría.
Hijo del futbolista brasileño Mazinho, los genes del canterano blaugrana son únicos. Llamado a ser el reemplazante del consolidado Xavi que entra a la parte final de su carrera. En Cataluña, ha sido tratado como un diamante que poco a poco se empieza a lucir. Coincidiendo en la era de Pep Guardiola, Thiago se ganó un puesto en partidos determinantes. Un chico con plena confianza en sí mismo, se colocó en el centro del campo para dirigir al mejor equipo del mundo. Sus participaciones iban en crecimiento. El vestuario se acostumbraba a un chico que poco entendía de jerarquías, él quería jugar.
En el plantel son pocos los amigos de Alcántara. Esa personalidad dura, llena de desfachatez, le ha traído el alejamiento de varios compañeros que lo ven como el chico talentoso que se sabe demasiado bueno para exigir un lugar en el once titular. La gracia de su toque fue vista por Guardiola que inmediatamente le puso un dorsal de primer equipo sabiéndolo manejar en el lado mental. Thiago escuchó al catalán y disfrutó de los minutos de juego, que aunque no eran los que quería, tenían suma importancia.
Tito Vilanova relevó a Guardiola y la suerte de Thiago cambió. Necesitado por crear una identidad propia, el nuevo estratega culé dejó de lado a la joya capaz de anotar tres goles en una final continental sub 21. En medio del descontento del jugador, informaciones periodísticas recordaban la cláusula peculiar que su contrato tenía. Si Alcántara no jugaba el 60% de los minutos que el cuadro blaugrana disputara, su valor sería de 18 millones de Euros. Una ganga en tiempos de precios exorbitantes, más tratándose de un jugador con tanta proyección.
Tras el campeonato continental, Thiago dejó entrever que negociaría su futuro al querer jugar. Manchester United y Real Madrid se comunicaron con Pere Guardiola, hermano del ahora entrenador del Bayern Munich y agente del jugador. En el Barcelona, se dieron cuenta de que el amor que creían que su prospecto tenía hacia el club no era tanto. La jugada dejó mal parado al equipo catalán, que tras el fichaje de Neymar necesita ingresos, muchos más de los cinco millones que David Villa le dejó luego irse al Atlético de Madrid.
Ayer, la notica en los medios deportivos fue las reclamaciones que Pep Guardiola hizo al presidente del Barcelona Sandro Rosell derivados por comentarios acerca de querer frustrar el fichaje de Neymar, y el manejo sobre la enfermedad seria que Vilanova sufrió. “Le dije que me iba a 6 mil kilómetros, que me dejaran tranquilo y no han cumplido su palabra. Ha habido demasiadas cosas en las que se han pasado de la raya. Utilizar la enfermedad de Tito para hacerme daño no lo olvidaré. Es mentira que no le viera en Nueva York, le he visto y si no le he visto más es porque no ha sido posible”, declaró tajante el catalán.
Después del dardo, el entrenador habló sobre el fichaje que está esperando. “Es Thiago o nadie. Es un súper jugador”. Horas después, el Bayern Munich informó al Barcelona que pagaría los 18 millones de euros por el joven prospecto. Alcántara está a horas de reunirse al actual campeón de Europa, donde jugará bajo las órdenes de quien le dio el lugar élite que exige. En Múnich, Pep sonríe con el inminente traspaso, Thiago sube un peldaño en una escuadra que promete dominar el orbe del balón por algunos años. En Cataluña, la pérdida supone un golpe duro con la esperanza de que Neymar sepa minimizar.