Ciudad de México, 12 de julio (SinEmbargo).- “Para el logro del triunfo siempre ha sido indispensable pasar por la senda de los sacrificios”, frase de Simón Bolivar, el gran liberador de Sudamérica, que hoy se adecúa a lo que se vive durante la Copa Libertadores. Lo que engloba al torneo continental, es casi de deporte extremo. Viajes extenuantes a territorios complicados de alturas desproporcionadas donde un equipo, acostumbrado al aire que ahoga, defiende su parcela con tácticas militares futbolísticas desde patadas a destiempo con los dientes apretados.
El orgullo que se juega durante los partidos de futbol, son el reflejo de una sociedad que vive alrededor de unos colores mientras patean una pelota. La edición de este año, recorrió la región latinoamericana en toda su extensión. Desde Tijuana, el punto más alejado al norte de México, el esférico rodó con escenarios dignos de Latinoamérica. La final tiene a dos sobrevivientes, Olimpia de Paraguay que salió airoso de la altura de Bogotá y Atlético Mineiro que en Belo Horizonte, tras la ronda de penales, eliminó al Newell’s Old Boys de Rosario de Gerardo Martino.
El partido de ida se jugará en el estadio Defensores del Chaco, principal monumento futbolístico del Paraguay donde Olimpia ha hecho un fortín duro de vencer. “El Decano” tiene la experiencia de seis finales jugadas en su historia. Los paraguayos están ansiosos de una alegría nacional que borre el pésimo momento que la selección nacional vive en las eliminatorias. Lejos ya del mundial, la copa de clubes es un deseo ferviente.
Tras el partido de ida en las semifinales, Olimpia logró sacar una ventaja de dos goles frente al Sante Fe de Bogotá, el partido de vuelta fue una prueba de amor propio. El equipo colombiano se quedó en la orilla con una victoria apenas de un solo gol. Los paraguayos daban declaraciones sin aire, agotados por lo que provoca estar a más de 2600 metros sobre el nivel del mar. El equipo que dirige Ever Hugo Almeida, quiere llevar la cuarta libertadores a las vitrinas de uno de los equipos más grandes en Paraguay.
A la historia del Olimpia, se le unió el Club Atlético Mineiro. El equipo que dirige Ronaldinho sin la velocidad de antes, pero con una visión panorámica que lo llevó a ser el mejor jugador del mundo, lograron sortear a Xolos de Tijuana a pesar de que Duvier Riascos tuvo un penal al minuto 92 del partido de vuelta. Ese falló, ha significado que los de Belo Horizonte, tengan ese factor de fortuna dentro del vestuario. Después del equipo mexicano, el rival era Newell’s, tal vez la escuadra que mostró mejor futbol durante todo el torneo.
La ida en Rosario, puso al parque independencia de lleno con su equipo. En un esplendoroso marcó, digno de Libertadores, “La Lepra” ganó 2-0 con los brasileños agazapados incapaces de mover sus fichas. El marcador fue un premio para el Atlético Mineiro que mereció salir goleado de territorio argentino. La vuelta tuvo todos los factores que han vuelto esta competencia tan distinta a otras. El portero Guzmán del equipo argentino acabó vendado de la cabeza con un ojo entreabierto por un golpe involuntario, la luz del alumbrado se apagó en un sector lo que propició 15 minutos de interrupción y un gol en los últimos minutos empató el marcador global. La fortuna siguió con el Mineiro. En penales, se clasificaron a la final.
En apenas su sexta participación en Libertadores, el Atlético Mineiro se enfrentará a un histórico del continente como Olimpia. La final inédita en esta justa, tiene un antecedente en esta misma instancia. Fue en 1992, las dos escuadras se disputaron la extinta copa Conmebol. El Mineiro se proclamó campeón. Con la fortuna de su lado, los brasileños tienen esa estadística a su favor. Sin embargo, el hambre por una alegría futbolística urge en Paraguay, Olimpia se ha cargado esa responsabilidad. La final de la Copa, último capítulo del orgullo latino por el futbol, dará el premio al último sobreviviente.
