Ciudad de México, 9 de junio (SinEmbargo).- Serena Williams toma el micrófono tras ganar el Masters 1000 de Roma y habla en italiano con la enorme sonrisa dibujada. En París, luego de ganar el segundo Rolando Garros en su carrera, ayer, vuelve a tomar el micrófono y ahora agradece en francés el apoyo a la grada. Serena es la jugadora más dominante de la WTA (Women's Tennis Association) con una potencia descomunal que la hacen ser, por mucho, la mejor jugadora del mundo. Sin embargo, con la raqueta descansando, su carisma envuelve.
Al poco tiempo de iniciar su carrera, Serena dejó de ser "la menor de las Williams". Su hermana Venus entró al circuito con grandes cualidades que la pusieron rápido en la élite del deporte blanco. Con menos potencia, pero con mucha efectividad en su golpeo, Venus Williams dominó el mundo del Tenis convirtiéndose en un icono a seguir. En la familia, su hermana menor debutó un año después como profesional con cualidades tan diferentes pero con el mismo talento para ser un parte-aguas en la WTA.
Serena posee un carisma sin igual. Es una mujer dulce que pinta sus uñas de distintos colores y lo comparte en redes sociales. La mujer más dominante del tour capaz de sacar a 190km por hora, de ganar un partido de semifinales de un Grand Slam en menos de 50 minutos, se pone un traje completo de Superman para tomarse una foto y subirla a su cuenta de Instagram donde más de 350,000 personas la siguen. La estadounidense es una mezcla perfecta entre talento e imagen que ha refrescado el deporte blanco.
Una rusa de inmensurable belleza cautivo en los 90's. Anna Kournikova deslumbró a los aficionados con su rostro mientras intentaba ganar un torneo del circuito. Su estilo de juego le alcanzó para ser octava del mundo. En 2002, el abierto de Acapulco se engalanó con la presencia de Anna que tuvo que retirarse del torneo por dolores en la espalda en medio de los gritos de un aficionado que con elocuencia y cariño soltó un: "Soy doctor" que hizo sonreír a la rusa. Kournikova explotó su belleza tras retirarse del profesionalismo a los 21 años por los dolores lumbares que no paraban. Las canchas se apartaron para aparecer en un muchísimas ocasiones en portadas de revista.
UNA PRESENCIA ARREBATADORA
A diferencia de Anna, la estadounidense Serena Williams es la mezcla entre carisma y gran talento que no solo la han posicionado como la principal figura del circuito por sus 16 Grand slams, sino por el arrebato que provoca su presencia. En la cancha, su hábitat natural, la concentración se refleja en la gesticulación dura mientras golpea, va y viene. Incluso en la frustración de un error no forzado o de un punto perdido, Williams arruga la cara para volverse a poner serena pensando en lo que sigue. Un dominio de sí misma que en este año la han hecho infranqueable. Este año el Rolando Garros era el premio por el que esperó más de una década.
La paciencia de una guerrera que ha mostrado su mejor versión sobre la hierba sagrada de Wimbledon al ganarlo en cinco ocasiones, fue recompensada este año gracias al nivel mostrado en esta temporada de arcilla. París es la ciudad favorita de Serena. En diversas ocasiones ha manifestado su amor por la capital francesa. Sus constantes paseos por Champs-Élysées y su pose al pie de la torre Eiffel han sido compartidos en sus cuentas de redes sociales. Un departamento a su nombre está en esa ciudad que organiza el Grand Slam más especial del año y en el que sólo en 2002 supo coronarse.
Serena Williams superó a María Sharapova por enésima vez en la final del Rolando Garros de este año. La rusa no pudo refrendar el título del año pasado. A pesar del buen juego de María, el deporte blanco tenía pactado un reencuentro. La magia parisina envolvió el torneo con más glamour del mundo este sábado. Con un saque "As" Serena acabó el partido para ganar su segundo campeonato en Roland Garros. Williams soltó la raqueta y alzó los brazos para llevarse las manos al rostro mientras la emoción le salía en forma de gritos de júbilo. La chica enamorada de París, la número uno del mundo, alzó la Copa Suzanne Lenglen con la sonrisa eterna en su rostro.