SERVICIOS FUNERARIOS PARA MASCOTAS

09/02/2013 - 12:00 am

¿Existirá vida después de su muerte? ¿Será algo así como el cielo de los perros, o el infierno de los gatos, o una clase de Villa Ratón a donde van a dar los roedores que a diario mueren en las alcantarillas? ¿Quizá también los espera el paraíso? ¿Quizá no?, pero ¿acaso no es más agradable pensar que sí? Es un hecho, nadie lo sabe.

El ser humano ha detallado por medio del arte, la historia y la religión la vida después de la muerte para sí mismo y para los animales que lo rodean; todo sigue siendo un misterio que cada quien tendrá que resolver después de su último aliento.

Pese a que la relación humano-animal y humano-humano no es igual, existe un vínculo similar. Lo que sí puede ser idéntico es el duelo de un individuo ante la pérdida de su mascota y de alguien cercano, explica Alejandro Díaz, director comercial de Funeral Pet. “Se tiene el mismo proceso cuando muere un ser querido”, señala.

Chelsy sólo vivió dos meses. Fue el regalo de un novio para una chica. Gabriela Barbosa Díaz, hermana de la novia, asegura que luego de darle una medicina la perrita enfermó y no volvió a recuperase. La llevaron a la médico veterinaria pero los esfuerzos no bastaron, murió. Luego, la médico le dijo a la familia que no se preocuparan, que pagaran 500 pesos por sus servicios y ella lo resolvería, ella decidiría qué hacer con Chelsy. La tristeza provocó que dejaran todo en manos de la experta; pero fue una mala decisión, comenta Gabriela. “Ni la dueña ni nadie supieron qué pasó con el cuerpo de la cachorrita, pudo haber dado a un jardín, a la basura o a un terreno baldío”.

En cambio Candy vivió 10 años con la familia de Gabriela, cuando murió decidieron llevar el cuerpo de su mascota a un crematorio. Algunas personas cercanas dijeron que era una exageración, un gasto innecesario. Pero no importó, la familia quiso darle un final digno a uno de los suyos, y así fue. En principio fue difícil porque no había muchas opciones para poder incinerar a Candy, pero la respuesta llegó pronto. Hoy las cenizas de aquella Pastor Alemán siguen dentro del hogar de los Barbosa.

Cuando muere un animal doméstico a algunas personas les gustaría tener cerca una especie de Amerigo Bonasera (agente funerario en El Padrino) para que realice las pompas fúnebres y así poder despedir a su compañero como se merece. Y no es que no existan, es que son pocas las empresas y las personas que realizan este trabajo. En el Distrito Federal por ejemplo, hay al menos tres funerarias para mascotas que cuentan con una sala de espera donde los deudos oran, se despiden o simplemente acompañan a su amigo mientras es cremado.

Enrique Garduño Rodríguez, presidente de Animal Rest asegura que los niños y los adultos mayores son los que más sufren ante el deceso de una mascota. Pensando en el dolor, su empresa cuenta con tanatólogos que ayudan a superar la pena.

Y es que la muerte no es fácil para nadie. No basta ir tan lejos, el cine mismo ha mostrado la parte triste de la naturaleza. Muchas generaciones vieron morir a la mamá de Bambi, o Mufasa en El Rey León. Producciones más recientes como Hachiko o Marley y yo, le han roto el corazón a miles de espectadores. No es que la ficción rebase la realidad, el caso es que muestra un ejemplo de lo sensible que puede ser alguien ante una pérdida.

Garduño asegura que el dolor ante el fallecimiento de una mascota fue uno de los motivos por los cuales decidió abrir una funeraria. Asimismo se dispuso a brindar un servicio donde existiera una ética y un respeto hacia los animales. Ese es el trato que prevalece en su establecimiento ubicado en la delegación Iztacalco.

En Animal Rest se realizan alrededor de cinco incineraciones diarias. La familia puede estar justo antes de que el cuerpo sea ingresado al crematorio, esto para saber con certeza que las cenizas que le serán entregadas son las de su mascota. Durante el tiempo de cremación, la familia puede esperar en una sala donde hay música ambiental y donde se puede hablar con un tanatólogo sobre la situación.

El directivo de Animal Rest detalla que los precios por este servicio van desde 900 a los 2000 pesos, eso depende el tamaño del cuerpo y el diseño de la urna donde serán depositadas las cenizas. Por otra parte, agrega que aceptan tarjetas de crédito y existe un plan de pago donde una persona puede ir abonando para que se le brinde el servicio, este paquete sirve cuando se tiene a un animal con alguna enfermedad terminal.

COMPAÑEROS EN LA VIDA Y EN LA MUERTE

A lo largo de la historia, el hombre de algún modo u otro ha estado cerca de los animales, incluso en la muerte. Por ejemplo, las mascotas de los faraones en Egipto fueron embalsamadas y puestas con varias capas de lino para acompañar a sus amos hasta en el más allá. Durante al menos 150 años diversos egiptólogos –como Howard Carter- han encontrado momias de perros, gatos, peces, halcones y hasta cocodrilos en las tumbas de los monarcas.

Para la civilización del antiguo Egipto el mundo animal era incluso más importante que el mundo humano, debido ideas religiosas; estaba presente en su comercio, los dioses, su lenguaje y hasta en la muerte. Investigaciones del egiptólogo Zahi Hawass han dado muestra de ello, por ejemplo, en las tumbas de Tutankamón y de su nodriza, se encontraron restos de leones, tras el hallazgo surgieron dos teorías: la primera es que los animales (representaciones de dioses) servían de protección a los monarcas durante la muerte; y la segunda hipótesis es que enterraron a los animales con el faraón como un recordatorio de las cosas que le gustaban en vida, como la cacería.

Aún es un misterio por resolver, pero algo es claro, siempre a los animales se les dio una vida y una muerte de supremacía. Hubo casos de personas que fueron encarceladas o asesinadas por maltratar a los gatos. Aunque claro, también hubo sacrificios religiosos de animales por parte de este pueblo.

La historia de Luchy es un poco distinta a la anteriores, vivió todos los años que en promedio vive un gato, 15. Siempre estuvo detrás de su dueña, aunque en realidad siempre vivió pegado a toda la familia, su familia; inclusive, de algún modo, después de muerto los sigue acompañando. “Lo puse en una cajita y lo enterré en el jardín. Quise que se quedara en casa”, argumentó Diana Romero.

Diana explica que enterrar a su gato negro fue lo correcto, una forma de demostrar su afecto. Hay días que visita el lugar donde “descansa”, platica con él. Asegura que incinerarlo pudo haber sido una opción pero en el Estado de México no hay lugares que brinden ese servicio. “Sé perfectamente dónde está, puedo saludarlo en todo momento”, concluye.

Los camposantos de mascotas en el país son pocos, en la Ciudad de México al menos se tiene registro del Cementerio de Mascotas Ameyalco “Jardín para un Amigo”, que está ubicado en la delegación Tlalpan en el pueblo de San Andrés, en la zona del Ajusco.

Víctor Sánchez –quien también se dedica a la agricultura- es uno de los dueños del cementerio. Asegura que cada 2 de noviembre aquel lugar se pinta de amarillo y anaranjado por las flores de cempasúchil, pues algunas personas también celebran a sus fieles difuntos del mundo animal.

Los humanos –agrega Sánchez- cada vez tienen un lazo más fuerte con las mascotas, asegura que en una ocasión una familia judía decidió enterrar a su perro y realizó una ceremonia en hebreo en forma de despedida.

El Cementerio de Mascotas Ameyalco cuenta con una extensión de cuatro hectáreas. Los dueños del lugar explican que es un proyecto que viene de los Usos y Costumbres, de la tradición que les enseñaron sus abuelos. Asimismo, se pretende dar vida a la zona debido a que en cada tumba se planta un árbol o una flor. “La mascota no muere del todo, se convierte en un ser que nos ayuda a respirar”, asegura Víctor.

Al mismo tiempo, y con ayuda de autoridades ambientales, los Sánchez han comenzado a reforestar la sierra. “Es uno de los pulmones para la ciudad. Es importante que esto vuelva a ser lo que fue. Nosotros no sólo queremos ganar dinero, queremos un proyecto sustentable además de brindar un descanso digno para los animales”, narra con ahínco.

Enterrar a un animal en este lugar tiene un costo que va de los 800 a los 2,500 pesos, dependiendo del tamaño de la mascota y si se quiere un ataúd, o algún adorno a la tumba. Después de cuatro años los dueños pueden hacer una renovación que cuesta 400 pesos. El Cementerio de Ameyalco tiene una carrosa para ir por el cuerpo. Por otra parte, cuenta con un crematorio por si los familiares deciden incinerar al animal.

En el terreno de cuatro hectáreas existen al menos 500 animales de todo tipo, desde un gato hasta un león. Narra Víctor que aquí todos son amigos, todos conviven con la naturaleza y ven desde lo alto la ciudad que no se detiene; “existe armonía y tranquilidad para un descanso bien merecido”.

A pesar de que estos negocios llevan varios años operando, son relativamente nuevos; aunque cada día más conocidos. Según Alejandro Díaz, de Funeral Pet, cualquier persona que desee contratar un servicio de este tipo debe tener en cuenta algo muy importante: que le sea permitido presenciar el proceso, ya sea de cremación o de entierro. “Muchas veces las empresas ponen trabas para ocultar lo que hace con las mascotas, así surgen los fraudes”, detalla.

“Hay lugares que evidentemente ocultan algo que hace pensar que la mascota no será cremada, porque hay empresas que ni siquiera cuentan con crematorio, y puede ser tirada en algún basurero. Lo más importante es que el dueño pregunte y verifique en donde se encuentra el crematorio y de poder, asistir al mismo si así lo desea”, explica Díaz.

Funeral Pet, ubicada en la delegación Álvaro Obregón, surgió en 1998 como una respuesta ante la demanda de un servicio funerario de animales con alto valor moral y de excelencia. Con casi 15 años en el negocio han sabido brindar la calidez y la efectividad que sus clientes requieren.

Al igual que las anteriores funerarias, cuenta con una carrosa fúnebre, sus servicios tienen un costo que varía según el tamaño del perro, gato o hámster fallecido.

Puede que exista el paraíso para los animales, puede que no; y si sí, que bueno sería para los que tuvieron una vida complicada ¿y por qué no? también para aquellos que tuvieron mucho amor. ¿Quién sabe? Sea lo que fuere, es bueno saber que los servicios funerarios para mascotas en México cada día van en aumento y que al parecer, la relación de los humanos con el mundo animal puede entenderse como más solidaria.

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