Mayas que habitan en Mérida viven con discriminación, rezago económico y desventaja cultural

12/01/2013 - 11:52 am

Mérida, 12 Ene. (Notimex).- Desde la colonia hasta la actualidad, la construcción de Mérida se ha realizado con el trabajo de los mayas, quienes migran y habitan en este municipio en condiciones de desventaja cultural, discriminación y rezago económico.

Para el especialista del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social, unidad Península de Yucatán, Jesús Lizama Quijano, en la actualidad más de 90 mil mayas viven en Mérida, convirtiéndose en el municipio de mayor población indígena del estado.

Sin embargo, dijo, muestra de la discriminación y el rezago en que se encuentran los mayas meridanos está el hecho de que Mérida es uno de los cinco municipios con menor porcentaje de mayahablantes fuera del contexto de la familia, con el 11.5 por ciento de su población total.

Teóricamente, expuso, los mayas fueron quienes construyeron los grandes edificios de la época colonial y ante la debacle agrícola y las aspiraciones de un mejor nivel de vida, hoy continúan con este proceso, vendiendo lo único que tienen, su fuerza de trabajo.

Autor de libro «Del pueblo a la urbe. El perfil maya de la blanca Mérida», basado en encuestas a mayas meridanos, insistió en que esta etnia «sigue construyendo con su trabajo el devenir de Mérida», pese a ser víctimas de bajos salarios, faltos de oportunidades educativas y de divertimento, así como sufrir discriminación.

Esto es desventajoso para este pueblo, por ejemplo, en el municipio de Tadziu más de un 90 por ciento de la población habla maya, es decir, reproduce su cultura, entiende lo que hacen los demás, tienen los mismo ritos, prácticas y tradiciones. Para los mayas de Mérida esto es inexistente cuando salen de la intimidad del hogar.

«Indio», «indígena», «mestiza», «mayitas», son algunos apelativos dirigidos a los mayas con frecuencia por su condición étnica. «Eres de pueblo», «vienes de pueblo», «los de pueblos no tienen educación», hacen referencia de forma despectiva a su origen rural, detalló el especialista.

Frases injuriosas vinculadas a la lengua que practican son: «lengua de perro», «es un mayero»; respecto a la cultura que portan: «huiro», «eso de de huiro», «puro frijol comes», son solo algunos de los apelativos adversos por su trabajo, características físicas, condición económica, entre otros.

Pese a estas condiciones de vida, explicó, el flujo de migración mayas al municipio de Mérida y la capital del estado no ha cedido, continúa en pos de trabajo, mejorar sus ingresos, superar las condiciones de pobreza, contar con servicios públicos y búsqueda de buenas escuelas para los hijos.

Esto, también nos indica que existe discriminación oficial, tanto estatal como municipal, dado que pese a existir 90 mil mayas viviendo de manera permanente en Mérida, sólo se cuenta con una escuela primaria indígena. Esto es, faltan espacios oficiales para que puedan reproducir su cultura.

Prestadores de servicios diversos y domésticos son los trabajos «asignados» a los mayas meridanos, quienes de acuerdo con la encuesta, el 74 por ciento gana hasta dos salarios mínimos a diario, aunque entre este porcentaje 3.54 afirmó que obtiene medio salario mínimo en una jornada y 16 por ciento un salario mínimo.

Esto, puntualizó, afianza el concepto de que el maya es pobre, dado que carece de los recursos para atender sus satisfactores básicos y de divertimento, incluso un alto porcentaje de ellos afirma no haber ido nunca al cine, a una plaza comercial o al zoológico.

Lizama Quijano cita su propio texto: «los mayas han estado presentes desde la fundación de la ciudad, la proveyeron de alimentos y servicios durante toda la colonia, residiendo en los barrios periféricos y continuaron viviendo en la urbe y construyendo Mérida con su trabajo y su cultura».

Los mayas fueron dotándola de una forma específica de ser que años más tarde se empleó como un elemento fundamental para la construcción de la identidad regional. A Mérida los mayas la han acompañado en su devenir y se han convertido, junto con otros actores sociales, en protagonistas y forjadores de su historia.

«No obstante a esta antigua presencia, el maya es considerado en el ámbito citadino como migrante, lo que paradójicamente le quita el derecho de reclamar derechos. Lo que opera en el fondo es una visión de discriminación cultural arraigada a lo largo del tiempo y que ahora se presenta de diversas maneras», expuso.

 

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Redacción/SinEmbargo
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