El Papa Francisco les recordó a los cardenales su misión, que, según dijo, incluye “una apertura a todas las personas, a los horizontes del mundo, a las periferias aún desconocidas”.
Por Frances D’Emilio
CIUDAD DEL VATICANO (AP).— El Papa Francisco elevó el sábado pasado a otros 20 clérigos al rango de cardenal, expandiendo formalmente el grupo de los dignatarios católicos elegibles para votar por su sucesor en caso de fallecimiento o de que renuncie: esto último un paso que él ha dicho que ponderaría si surge la necesidad.
De los sacerdotes nombrados cardenales en la ceremonia en la Basílica de San Pedro, 16 tienen menos de 80 años y, por lo tanto, son elegibles para participar en el cónclave: la asamblea de cardenales que depositan sus boletas para elegir un nuevo pontífice.
Francisco, de 85 años, ha nombrado ahora a 83 de los 132 cardenales actualmente elegibles para sumarse a un cónclave. Los otros fueron nombrados por los dos papas previos, San Juan Pablo II y Benedicto XVI, cuyo retiro inesperado en 2013 abrió el camino para el ascenso de Francisco.
Con las ocho hornadas de cardenales que ha nombrado Francisco, se fortalecen las posibilidades de que quien quiera que sea elegido como el próximo Papa compartirá su visión para el futuro de la Iglesia.
Resaltando la atención de Francisco a los marginados de la sociedad, entre los nuevos cardenales está el arzobispo Anthony Poola, de Hyderabad, India. El prelado de 60 años es el primer miembro de la comunidad Dalit —considerada la más baja en el sistema de castas indio— en convertirse en cardenal.
Al escoger al obispo de San Diego Robert Walter McElroy, Francisco pasó por alto a dignatarios eclesiásticos estadounidenses a cargo de diócesis tradicionalmente más prestigiosas, incluso al arzobispo de San Francisco Salvatore Cordileone.
McElroy ha estado entre una minoría de obispos estadounidenses que se opusieron a una campaña para negar la comunión a políticos católicos que respaldaron el derecho al aborto.