Gustavo de Hoyos Walther
09/08/2022 - 12:03 am
Un Presidente chiquito
Las buenas noticias es que muchos de nuestros esfuerzos no han sido en vano y la reputación de este Gobierno ya se ha visto justamente averiada en los centros civilizados del planeta.
El pasado viernes el Presidente López Obrador, en su tradicional tono burlón, dijo que yo había denunciado su gestión del país ante el rey de España. Sus acólitos y defensores creyeron que este intento, más bien patético, le daba una especie de victoria retórica a mis expensas.
Ante esto no me queda más que citar a Winston Churchill, quien dijo que «nada es más excitante que ser atacado sin sufrir daño».
Lo cierto es que la reunión de marras ocurrió cuando yo era el presidente de la Coparmex. En esa calidad, emití una opinión a un grupo de personas, entre las que se encontraba el rey de España, un líder político cuyas opiniones son tomadas en serio por quienes toman decisiones en el mundo. Y no es para menos. Se trata de una voz reconocida en todo el planeta, estemos de acuerdo con él o no. Aquí hay que agregar que el monarca español ocupa la posición de Jefe de Estado en un régimen parlamentario, en el que las riendas de gestión del Poder Ejecutivo las lleva un Primer Ministro que responde al Poder Legislativo, elegido por la ciudadanía. Cuando hablamos de España hoy, estamos hablando de una de las democracias liberales más plurales y tolerantes en el planeta. Quién busque decir que ser interlocutor del rey español es avalar la monarquía como régimen político no tiene la menor idea de lo que está hablando y sólo demuestra su ignorancia. Es importante dejar esto muy claro, pues, con el actual Gobierno, estamos siendo testigos de un viraje muy peligroso en la política exterior de México. En efecto, el régimen obradorista se encuentra haciendo alianzas estratégicas con regímenes despóticos y autocráticos en todo el mundo: de Venezuela a Cuba, de la India a Rusia. Esto, para que se sepa, sí constituye una traición a la democracia. Pero no sólo eso: la apuesta obradorista por incorporarse al eje anti-democrático y anti-liberal del globo está condenada al fracaso. El populismo autoritario del siglo XXI pronto será derrotado porque se contrapone a los poderosos deseos de los seres humanos por vivir en un marco donde reine la solidaridad y la generosidad. En contraposición a esto el populismo obradorista es agresivo en su esencia y no tiene salida, aunque pueda momentáneamente manipular el resentimiento de muchas personas. De hecho, ya estamos viendo sus estertores en múltiples sitios.
Mientras este final llega debemos, sin embargo, seguir poniendo los puntos sobre las íes. En México esto quiere decir seguir levantando la voz en todos los foros nacionales e internacionales acerca de los peligros que encarnan estos regímenes para la convivencia civilizada y racional.
Las buenas noticias es que muchos de nuestros esfuerzos no han sido en vano y la reputación de este Gobierno ya se ha visto justamente averiada en los centros civilizados del planeta. Qué bueno que el rey de España lo haya oído, no sólo de mí, sino de muchos otros. Pronto habrá de pasar este breve lapso intolerante en nuestro país, y los lazos entre España y México volverán a ser lo que siempre deben ser: estrechos, cooperativos y solidarios. Franco en España no pudo evitar que así fuera, tampoco lo logrará la pequeña figura de López Obrador.
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