Además de ahondar en una historia familiar, La cabeza de mi padre cuenta con un sinfín de referencias culturales que van desde la música de José José y Juan Gabriel, la vida en Santa María la Ribera, colonia ubicada en la alcaldía Cuauhtémoc de la Ciudad de México, y otros recursos que formaron parte de la vida de Alma Delia Murillo en los años 80.
Ciudad de México, 3 de agosto (SinEmbargo).- La escritora mexicana Alma Delia Murillo dejó de lado la ciencia ficción en su nueva novela La cabeza de mi padre, un relato más personal con el que ha logrado representar indirectamente la historia de muchos mexicanos que crecieron sin un padre dentro de su hogar.
«Es la primera vez que me pasa. Este es mi quinto libro, con los otros cuatro claro que hay un intercambio que es la historia que tú le entregas [a los lectores] y la que ellos leen y ya está […] Era necesaria esta representación, es decir vernos allá afuera con alguien que cuenta la historia de muchas y muchos de nosotros que es que nuestro padre se fue», expresó en entrevista con Mayra González Olvera y Jorge Alberto Gudiño Hernández en el programa de La Tertulia que se transmite por el canal de SinEmbargo Al Aire por YouTube.
A lo largo de casi 200 páginas Alma Delia narra la aventura, llena de tristezas y unas cuantas alegrías, a la que se embarcó en búsqueda de Porfirio Murillo, su padre. De acuerdo con la autora, en este texto terminó describiendo y hablando sobre su núcleo familiar, conformado mayormente por mujeres, sin ninguna intención social.
«No fue una intención social, sin embargo al contar una historia se van entretejiendo estos contextos sociales y sí, esto que pasa en donde quizá en la mitad del país, a lo mejor un poquito menos, las mujeres son las cuidadoras […] La novela se me fue convirtiendo en contar cómo se crece sin papá, también conté con quiénes sí crecí, por eso están ellas, esas otras mujeres que están en la vida de muchísimos mexicanos».
Además de ahondar en una historia familiar, La cabeza de mi padre cuenta con un sinfín de referencias culturales que van desde la música de José José y Juan Gabriel, la vida en Santa María la Ribera, colonia ubicada en la alcaldía Cuauhtémoc de la Ciudad de México, y otros recursos que formaron parte de la vida de Alma Delia Murillo en los años 80.
«Fue muy lindo porque fue surgiendo en la novela y la verdad fue así. Yo me senté a ver que salía. Me senté a contar la historia y de pronto se convirtió en contar mi proceso de crecimiento, pero sí creo que se coló como una especie de etnografía de cómo es ser mexicana. Venir de un contexto del que vengo yo y crecer en este país que se parece al de muchos y muchas. Entonces en esa etnografía ni modo que no apareciera José José, Juan Gabriel, La Sonora Santanera y The Cranberries, al mismo tiempo pues son los 80 y yo nací en el 77», explicó la autora.
«Estoy digamos contando cómo es esta generación, pero no sabía que eso iba a pasar, o sea, cuando me senté a escribirlo fue surgiendo y claro, por supuesto, que al tercer día ya me estaba armando mi playlist de la nostalgia, de ‘las viejitas pero bonitas’ y lo fui recreando con mucho gozo además», añadió entre risas.
A pregunta expresa de Mayra González Olvera sobre la elección de episodios que decidió abordar en esta novela, Alma Delia aseguró que desde un principio sabía qué historia quería contar por lo que no resultó difícil a la hora de descartar algunos pasajes de su vida.
«Sí tenía todo el tiempo esta brújula de decir ‘la historia que quiero contar es la de una hija’, aunque es la historia de una familia, yo quería contar la historia de esta hija menor buscando a su padre. Entonces más bien con eso tensé el relato y dejé sobre todo lo que tenía que ver con eso. Por eso el eje, que creo que nunca lo perdí de vista o por lo menos lo intenté, era esa hija que busca ese padre y todas las historias que se fueran apegando a ello».
Finalmente, Alma Delia Murillo compartió que con la historia de La cabeza de mi padre volvió a construir todo el proceso por el que pasó para finalmente poder encontrase con Porfirio Murillo y se percató que «si cortar cabezas es difícil, volver a poner una cabeza en su lugar es una proeza demoledora».