Algunos de los síntomas que no se conocían de la COVID larga, según encontraron investigadores, son la pérdida de cabello y la disfunción sexual.
Madrid, 27 de julio (Europa Press).– Las personas que padecen COVID desde hace mucho tiempo experimentan un conjunto de síntomas más amplio de lo que se pensaba, incluyendo la pérdida de cabello y la disfunción sexual, según ha descubierto una nueva investigación.
Un estudio publicado en la revista Nature Medicine ha descubierto que los pacientes con un registro de atención primaria de infección por SARS-CoV-2 declararon 62 síntomas con mucha más frecuencia 12 semanas después de la infección inicial que los que no habían contraído el virus.
Investigadores de la Universidad de Birmingham (Reino Unido), junto con un equipo de médicos e investigadores de toda Inglaterra, analizaron las historias clínicas electrónicas anónimas de 2.4 millones de personas en el Reino Unido, con la financiación del Instituto Nacional de Investigación Sanitaria y Asistencial y de Investigación e Innovación del Reino Unido.
Los datos tomados entre enero de 2020 y abril de 2021 comprendían 486 mil 149 personas con infección previa, y 1.9 millones de personas sin indicios de infección por coronavirus tras el cotejo de otros diagnósticos clínicos.
Utilizando solo a los pacientes no hospitalizados, el equipo de investigadores pudo identificar tres categorías de síntomas distintos reportados por las personas con problemas de salud persistentes después de la infección.
Los patrones de síntomas tendían a agruparse en síntomas respiratorios, problemas de salud mental y cognitivos, y luego una gama más amplia de síntomas. Mientras que los síntomas más comunes incluyen anosmia (pérdida del sentido del olfato), dificultad para respirar, dolor en el pecho y fiebre; otros incluyen amnesia, apraxia (incapacidad para realizar movimientos u órdenes familiares), incontinencia intestinal, disfunción eréctil, alucinaciones o hinchazón de las extremidades.
El doctor Shamil Haroon, profesor clínico asociado de salud pública en la Universidad de Birmingham y autor principal del estudio, destaca que «esta investigación valida lo que los pacientes han estado diciendo a los clínicos y a los responsables políticos a lo largo de la pandemia, que los síntomas del COVID Largo son extremadamente amplios y no pueden ser totalmente explicados por otros factores como los factores de riesgo del estilo de vida o las condiciones de salud crónicas».
«Los síntomas que identificamos deberían ayudar a los clínicos y a los elaboradores de directrices clínicas a mejorar la evaluación de los pacientes con efectos a largo plazo de COVID-19, y a considerar posteriormente cómo se puede gestionar mejor esta carga de síntomas», sugiere.
Por su parte, Jennifer Camaradou, socia del paciente y coautora de la investigación, resalta que «este estudio es fundamental para crear y añadir más valor a la comprensión de la complejidad y la patología de la COVID larga. Pone de manifiesto el grado y la diversidad de expresión de los síntomas entre los distintos grupos. Los pacientes con enfermedades preexistentes también agradecerán el análisis adicional sobre los factores de riesgo».
Además de identificar un conjunto más amplio de síntomas, el equipo de investigación también descubrió grupos demográficos y comportamientos clave que exponen a las personas a un mayor riesgo de padecer COVID largo.
El estudio sugiere que las mujeres, las personas más jóvenes o las que pertenecen a un grupo étnico negro, mixto o de otro tipo tienen un mayor riesgo de padecer COVID Largo. Además, las personas de nivel socioeconómico bajo, los fumadores y las personas con sobrepeso u obesidad, así como la presencia de una amplia gama de condiciones de salud, se asociaron con la notificación de síntomas persistentes.
Anuradhaa Subramanian, investigadora del Instituto de Investigación Sanitaria Aplicada de la Universidad de Birmingham y autora principal del trabajo, explica que el análisis de los datos sobre los factores de riesgo es de especial interés porque nos ayuda a considerar qué podría estar causando o contribuyendo a la COVID Larga.
«Ya sabemos que ciertos rasgos modificables, como el tabaquismo y la obesidad, aumentan el riesgo de padecer diversas enfermedades y afecciones, incluido el COVID Largo –apunta. Sin embargo, otros, como el sexo biológico y el origen étnico, también parecen ser importantes».
«Las mujeres, por ejemplo, son más propensas a padecer enfermedades autoinmunes. Ver la mayor probabilidad de que las mujeres tengan COVID Largo en nuestro estudio aumenta nuestro interés por investigar si la autoinmunidad u otras causas pueden explicar el mayor riesgo en las mujeres –prosigue–. Estas observaciones ayudarán a estrechar aún más el foco de los factores a investigar que pueden estar causando estos síntomas persistentes después de una infección, y cómo podemos ayudar a los pacientes que los están experimentando».
Los registros de pacientes de 2.3 millones de personas permitieron al equipo de investigación captar las infecciones posteriores al SARS-CoV-2 en un momento único de la pandemia mundial. El estudio se centra en la primera fase de la pandemia en el Reino Unido, entre enero de 2020 y abril de 2021, y ofreció al equipo la oportunidad de comparar números significativos de personas que tenían infecciones por coronavirus con un grupo de control de personas no infectadas.
El equipo interdisciplinario contó con la participación de epidemiólogos, clínicos, científicos de datos, estadísticos y pacientes para descifrar los registros sanitarios electrónicos con el fin de capturar con precisión los síntomas persistentes experimentados después de la infección.
El Dr. Shamil Haroon subraya que «los resultados son un testimonio de las oportunidades que brindan estos conjuntos de datos de salud pública, y del poder del trabajo colaborativo para proporcionar pruebas muy necesarias en torno a las experiencias de muchas personas que se han visto afectadas por síntomas persistentes después de la infección por el coronavirus».
«Espero que nuestra investigación también valide aún más las voces de los pacientes y los grupos de implicación y proporcione un enfoque para apoyar las respuestas sanitarias a las enfermedades nuevas y emergentes», concluye.