Este estudio confirma que después de que fuera aplicada la vacuna contra el coronavirus, algunas mujeres presentaron efectos secundarios que afectaron su ciclo menstrual.
MADRID, 17 Jul. (EUROPA PRESS) – Un nuevo análisis de los informes de más de 35 mil mujeres ofrece la evaluación más completa hasta ahora de los cambios menstruales experimentados por mujeres pre y postmenopáusicas en las dos primeras semanas después de recibir la vacuna COVID-19. Publicado en la revista Science Advances, el estudio se suma a la evidencia de que un número significativo de mujeres experimenta este efecto secundario inesperado.
«Las personas que menstrúan y las que antes menstruaban empezaron a compartir que experimentaban un sangrado inesperado después de que se les administrara la vacuna COVID-19 a principios de 2021», escriben los científicos que dirigieron el estudio. Dado que en los ensayos de vacunas no se suele preguntar por los ciclos menstruales o las hemorragias, este efecto secundario se ignoró o descartó en gran medida.
Los médicos que intervinieron en el tema después de escuchar los primeros informes sobre los cambios menstruales después de la vacunación a menudo desestimaron las preocupaciones de los pacientes, recuerda Kathryn Clancy, profesora de antropología en la Universidad de Illinois Urbana Champaign (Estados Unidos) que dirigió la investigación con Katharine Lee, profesora de antropología en la Universidad de Tulane. Algunos médicos dijeron que no estaba claro cómo una vacuna podía desencadenar esos cambios.
Sin embargo, otras vacunas -como las de la fiebre tifoidea, la hepatitis B y el VPH- se asocian a veces con cambios en la menstruación, enfatiza Clancy. Se cree que estos efectos secundarios están vinculados a un aumento de las vías inflamatorias relacionadas con el sistema inmunitario y es menos probable que se deban a cambios hormonales.
«Sospechamos que, para la mayoría de las personas, los cambios asociados a la vacuna COVID-19 son a corto plazo, y animamos a cualquiera que esté preocupado a ponerse en contacto con su médico para recibir más atención -explicó Lee-. Queremos reiterar que vacunarse es una de las mejores formas de prevenir que se enferme mucho de COVID, y sabemos que tener COVID en sí mismo puede conducir no sólo a cambios en los períodos, sino también a la hospitalización, a una COVID larga y a la muerte».
Los investigadores utilizaron una encuesta para consultar a las personas sobre sus experiencias después de la vacunación. La encuesta, lanzada en abril de 2021, pedía información demográfica y de otro tipo, pero se centraba en los antecedentes reproductivos de los encuestados y en sus experiencias en relación con el sangrado menstrual.
El equipo descargó los datos de las encuestas el 29 de junio de 2021. Sólo se incluyeron en el análisis las personas a las que no se les había diagnosticado el COVID-19, ya que el propio COVID-19 se asocia a veces con los cambios menstruales. El estudio también excluyó los datos de las personas de entre 45 y 55 años para evitar que los resultados se confundieran al incluir los cambios menstruales asociados a la perimenopausia.
«Centramos nuestro análisis en las personas que menstrúan regularmente y en las que no menstrúan actualmente pero lo han hecho en el pasado -explicó Clancy–. Este último grupo incluía a las personas posmenopáusicas y a las que reciben terapias hormonales que suprimen la menstruación, para las que el sangrado es especialmente sorprendente».
Un análisis estadístico reveló que el 42.1 por ciento de las encuestadas que tenían la menstruación informaron de un flujo menstrual más abundante después de recibir la vacuna COVID-19. Algunas lo experimentaron en los primeros siete días, pero muchas otras observaron cambios entre 8 y 14 días después de la vacunación.
Aproximadamente la misma proporción, el 43.6 por ciento, informó de que su flujo menstrual no se había alterado después de la vacuna, y un porcentaje menor, el 14.3 por ciento, experimentó una mezcla de ausencia de cambios o de flujo más ligero, informan los investigadores.
Dado que el estudio se basó en experiencias autoinformadas registradas más de 14 días después de la vacunación, no puede establecer la causalidad ni considerarse como predictivo de las personas de la población general, apuntó Lee. Pero sí puede señalar posibles asociaciones entre los antecedentes reproductivos, el estado hormonal, la demografía y los cambios en la menstruación de una persona tras la vacunación contra la COVID-19.
Por ejemplo, el análisis reveló que las encuestadas que habían experimentado un embarazo eran las más propensas a informar de un sangrado más abundante después de la vacunación, con un ligero aumento entre las que no habían dado a luz.
La mayoría de las encuestadas premenopáusicas no menstruantes que seguían un tratamiento hormonal experimentaron una hemorragia intermitente después de recibir la vacuna. Más del 70 por ciento de las encuestadas que utilizaban anticonceptivos reversibles de acción prolongada y el 38.5 por ciento de las que estaban sometidas a tratamientos hormonales de reafirmación de género informaron de este efecto secundario.
Las participantes que se clasificaron a sí mismas como no blancas, hispanas/latinas, o de mayor edad, y las que experimentaron fiebre o fatiga como efecto secundario de la vacunación fueron más propensas que otros grupos a informar de un flujo menstrual más abundante después de la vacunación.
El equipo descubrió que las que habían padecido endometriosis, menorragia, fibromas u otros problemas reproductivos también eran más propensas a declarar un flujo menstrual más abundante después de la vacunación.
Aunque el aumento del flujo menstrual en algunas personas puede ser transitorio y resolverse rápidamente, los cambios inesperados en la menstruación pueden ser motivo de preocupación, advirtió Lee.
«El sangrado intermitente inesperado es uno de los primeros signos de algunos cánceres en las personas posmenopáusicas y en las que usan hormonas de género, por lo que experimentarlo puede hacer que la gente se preocupe y requiera procedimientos costosos e invasivos de detección de cáncer», explicó.
«Este cribado es muy importante para poder detectar los cánceres a tiempo -añadió Clancy-. Cualquiera que tenga una hemorragia intermenstrual debería acudir a su médico. A efectos de diagnóstico, sería útil saber si hay otras causas de la hemorragia».
«Nos encantaría que los futuros protocolos de pruebas de vacunas incorporaran preguntas sobre la menstruación que vayan más allá de la detección de embarazos -apuntó Lee-. La menstruación es un proceso regular que responde a todo tipo de estresores inmunológicos y energéticos, y las personas notan cambios en sus patrones de sangrado, y sin embargo no solemos hablar de ello públicamente».