El protagonista no es el único que enfrenta las adicciones desde la «ceguera», su entorno completa perversiones y adicciones que retratan vicios de la sociedad.
Por Mónica Rubalcava
Ciudad de México, 23 de abril (EFE).- Bajo la premisa de que desde hace varias décadas la sociedad vive a través de las pantallas, el filme El efecto Mandela reivindica el valor de la tecnología mientras hace una crítica a la misma mediante la vida de su protagonista, Nico Rothko, un personaje conflictivo en búsqueda de identidad, y su entorno.
«El personaje es un vehículo para que todos experimentemos lo que él experimenta, nos lleva a este cuestionamiento al final que ya vivimos todos a través de las pantallas, y queremos meter a la gente dentro de esa pantalla», cuenta este sábado en entrevista con Efe el director y creador Eduardo Arroyuelo Woolrich.
La historia sigue la vida de Nico, un joven con una familia que intenta ayudarlo a hallar su camino sin entenderlo.
Mientras eso pasa, él lidia con la pérdida de la visión, una adicción al celular -«la heroína digital», busca los vínculos inexistentes de un padre ausente y mantiene una relación poliamorosa.
«(Nico) tiene una ceguera literal y metafórica y al final al que le quitan la venda de los ojos es a él», cuenta Arroyuelo Woolrich.
Pero el protagonista no es el único que enfrenta las adicciones desde la «ceguera», su entorno completa perversiones y adicciones que retratan vicios de la sociedad.
«Cada personaje tiene una adicción diferente, la mamá al alcohol, el papá a la heroína, el psicólogo a unas cosas sexosas y Nico al teléfono», indica el director.
«Hay un juicio de que la generación de Nico está pegada a la pantalla, pero hay una escena en la que Nico está con el teléfono, el tío está jugando videojuegos y la abuela está viendo la televisión: nosotros tenemos la adicción a las pantallas desde hace muchos años», reflexiona.
DEL FUTURO AL PRESENTE
Seis años atrás, Eduardo se inspiraba en conceptos como el metaverso, que se refiere a la interacción de los humanos en entornos digitales a partir de avatares digitales.
Esto para crear una compleja historia con una reflexión filosófica en torno a la interacción humana con las nuevas tecnologías y la posibilidad de que la vida en realidad sea una simulación creada por alguien más.
«El proyecto es un ecosistema y, aunque ya está choteada (trillada) la palabra metaverso, esa era la intención. El personaje protagónico es un un ‘glitch’ (un error) en el metaverso, y esta pieza interactúa no solamente con la película sino con unos espectaculares, con el soundtrack, con las redes sociales de los personajes y con su trabajo como artista de NFTs (Non Fungible Tokens)», explica.
Este ecosistema también incluye al propio espectador que observará el filme, que estrena en salas nacionales el 28 de abril, a través de una pantalla, ya sea del celular, televisiva, de cine o incluso como un NFT.
Según el productor del filme, Mate Zúñiga, el camino para terminar el proyecto fue largo, pero muy visionario.
«Nos adelantamos tanto, que el futuro nos alcanzó al presente, muchas de esas cosas eran ficción y hoy son una realidad», detalla.
Eduardo, quien es actor de filmes como Matando Cabos (2004) o series como XY. La revista (2009), confiesa que pese a que la pandemia le supuso un atraso considerable para la realización de la película, funcionó a su favor, pues muy probablemente el tema no hubiera sido tan entendido ni bien recibido por el público que ahora tendrá la oportunidad de relacionarse.
FINANCIAMIENTO EXPERIMENTAL
Uno de los aspectos que el director resalta, fue el plan de financiamiento que junto a Mate creó para hacer realidad «El efecto Mandela».
«Intentamos hacer la película de forma tradicional vía incentivos fiscales en México y no llegamos a buen puerto en tres ocasiones, de tal manera que diseñamos la manera de hacerlo. La empresa productora se convirtió en una S.A. en la que todas las gentes que participamos de ella nos volvimos socios de la misma», cuenta Zúñiga.
Finalmente Eduardo confiesa que la película no busca satanizar la tecnología sino hacer un comentario al respecto y adelanta que la conclusión de la película es «muy espiritual».
«El siguiente proyecto sucederá en una selva donde no haya electricidad para alejarme de este mundo que estoy metido ahí en un Matrix que me empieza a fastidiar», dice.