A través de una publicación en Facebook, el joven chiapaneco señaló a sus agresores por planear conscientemente el ponerle «el Viagra más potente» a su refresco; Carlos Pascacio apuntó que sus amigos lo hicieron aún sabiendo que tenía problemas de salud.
Ciudad de México, 23 de abril (SinEmbargo).- Carlos Pascacio Hernández, estudiante de Medicina en Chiapas, denunció a cuatro antiguas amistades varones por suministrarle Viagra en su bebida sin su consentimiento, aún ellos sabiendo que tenía condiciones preexistentes.
El joven empleó su cuenta de Facebook para hacer la denuncia pública contra sus compañeros de la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de Chiapas (Unach).
«No le deseo a nadie la sensación tan triste, dolorosa y decepcionante que me hicieron atravesar las personas que con tanto afecto llamaba amigos, además del peligro con el cual no me di cuenta caminaba al no conocer los hechos sino hasta meses después, cuando YO tuve que cuestionar varias conductas extrañas», inició Carlos en su declaración, la cual narra hechos que sucedieron años atrás.https://www.sinembargo.mx/19-03-2022/4146250
El hecho ocurrió el 30 de marzo de 2020 en un Burger King cerca de las instalaciones universitarias.
Tanto Carlos como Alan Jamil, Jesús, Walter, Fabricio y una persona más que la víctima decidió dejar en calidad de anónimo, fueron a comer al establecimiento de fast food ya que la entrega de sus resultados del preuniversitario estaban tardando mucho.
Mientras estaban comiendo, sus amigos le dijeron que Walter estaba en el baño y que le estaba llamando con mucha insistencia. Ante esta cuestión, Carlos fue y señaló que acudió porque Walter supuestamente se sentía nervioso por no estar seguro si iba a pasar. Sin embargo, la realidad es que fue la oportunidad en que las otras personas aprovecharon para agregar Viagra a su refresco sin que Carlos se diera cuenta.
Carlos notó la espuma y el olor extraño que emanaba del vaso, por lo que les advirtió a sus amigos ante la posibilidad de que la máquina de refrescos hubiera servido algo dañino, pero estos le aseguraron que no era nada. Alan, uno de los señalados, bebió un sorbo del vaso de Carlos para asegurarle que todo estaba bien, por lo que éste confió.
«No llegué a la mitad de mi hamburguesa cuando comencé a sentirme mal: perdí el apetito, comencé a sentirme mareado y me dolía la cabeza, por lo que no pude seguir comiendo y decidimos regresar a la facultad de medicina».
Sin embargo, sus malestares se intensificaron con el transcurrir de los minutos. Declaró sentir el pulso de su lengua, desorientación y fatiga. Al llegar a la universidad, tuvo que recostarse en una de las canchas dada su condición.
«Tuve que recostarme porque comencé a ponerme frío y muy cansado, por lo que les dije a estas personas, pero solo se rieron y comenzaron a lanzarme objetos pequeños para provocar que me exaltara, riéndose de mi vulnerable situación», denunció Carlos.
Sus malestares se intensificaron con temblores, malestar general; además de que sintió su corazón muy acelerado y le faltaba el aliento, esto último siendo el motivo por el que no pudo pedir auxilio a los médicos de la universidad.
Terminando la entrega de resultados, intentó vomitar pero no pudo. Volvieron a la cancha donde Carlos se recostó nuevamente para intentar recuperarse, pero no fue posible. Le pidió a Fabricio que el papá de su amigo lo llevara a su casa para que pudiera descansar.
Al despertar, Carlos presentó dolor de cabeza, fatiga, mareo y malestar general, síntomas que le duraron tres días.
Carlos no supo la verdad sobre lo que pasó ese día más que por bromas que sus amigos hacían en videollamada. «¿Le contamos o que se entere solo?», decían en tono de burla.
Finalmente fue que Carlos cuestionó a Jesús al respecto y finalmente supo la verdad: Alan, Walter, Jesus y Fabricio planearon su broma con un mes de anticipación, comprando «el viagra más potente» y dárselo sin que se diera cuenta, aún sabiendo que Carlos tenía condiciones de salud preexistentes, como arritmias, desmayos y taquicardias.
«Decidieron a consciencia y premeditación aprovecharse de esta situación y de la confianza que les tenía para hacer una ‘broma’ que pudo haber puesto en peligro mi vida».
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Además, Carlos destacó que a la fecha, sus agresores han buscado cambiar la historia de lo ocurrido para «victimizarse» y «no quedar tan mal», a tal punto de que otras amistades de Carlos tomaran la situación con indiferencia.
Carlos finalmente alertó a sus demás contactos que, si bien sus agresores egresaron como médicos, él no confiaría en ellos debido a lo que le sucedió.
«Yo no dejaría que pusieran un dedo sobre mi familia, y que además de que sirva como advertencia para quienes frecuentan con estas personas, si deciden confiar en ellas o no, pues hoy me tocó a mí, y afortunadamente no sucedió nada “muy grave”, pero temo que el día de mañana una amiga, familiar o compañera pase por lo mismo y suceda lo peor», concluyó.