Fabrizio Mejía Madrid
07/04/2022 - 12:05 am
Terminas y te vas
Un día después de la marcha para que AMLO se vaya cuando termine, el autonombrado líder de la oposición, Claudio X. González subió un alicaído video con sus diez razones para no asistir a depositar su voto en la Revocación del Mandato.
Con ese lema incierto y confuso se manifestaron aquellos que están en contra de participar en la Revocación de Mandato que se llevará a cabo este domingo. Lo hicieron, de blanco, el domingo anterior a la consulta popular y no puedo llamarle consigna a la frase “terminas y te vas” porque es más un eslogan. No es una demanda, es sólo una frase que retrata la neblina de la oposición a López Obrador. Salieron a la calle para decir que el sexenio termina cuando termina, es decir, en otros tres años, y que quieren que el Presidente se quede hasta que completar un total de seis. Han dado tantos bandazos que es ya difícil seguirles el paso: hace dos años, los ideólogos del anti-obradorismo habían dicho que sacarían al Presidente de Palacio Nacional en el 2022. Recordemos al panelista Aguilar Camín profetizando: “Probablemente perderá la Revocación del Mandato por petulante y pendejo”. También dijeron que le quitarían la mayoría en la Cámara de Diputados en 2021. Ahora deciden llamar a no votar en la Revocación de Mandato y pasan sus ansias hasta el 2024. Es la deriva solitaria.
Uno de los oradores de la marcha para que el Presidente se quede hasta que termine, fue el hijo de Miguel de la Madrid, Enrique. Siendo Secretario de Turismo de Peña Nieto, fue él quien decidió gastarse casi 50 millones de dólares de recursos públicos en un espectáculo de Cirque du Soleil que “promoviera a México”. También se ha auto propulsado como candidato del PRIAN a la Presidencia por el PRIAN en 2024. Pero, sobre todo, es el que aseguró en un encuentro empresarial Sí por México, el 27 de mayo de 2021, ante Claudio X. González y Gustavo de Hoyos en Sonora: “La gran mayoría de los mexicanos no somos pobres, sino clases medias. Lo que pasa es que como en el discurso se habla de pobreza y de pobreza, entonces creemos que los gobiernos se tienen que dedicar a puras políticas de pobres. Clase media es tener resuelta la comida, el vestido, y es además una forma de vivir: creer que de tu preparación depende tu futuro. Lo que decimos que esos no son pobres, serán, si acaso, clases medias empobrecidas pero que no dejan de pensar como clase media, no deja uno de pensar en que es el trabajo y el esfuerzo lo que lo hace a uno salir adelante. Hay que creérnosla y dejar de estar en el pesimismo de que somos un país de pobres”.
Otro de los oradores en la marcha para que AMLO se vaya cuando termine fue el Diputado de Coyoacán por el PRIAN, Gabriel Quadri, que dijo: “Tenemos agravios en contra de los partidos, tenemos desconfianza hacia los partidos, pero ahora no es momento de ventilarlos. Hasta tapándonos las narices tenemos que votar por los partidos de oposición”. También habló la hija de Rosario Robles en defensa de la “visibilización” de su mamá y una oradora más, cuyo nombre desafortunadamente no fue recogido, que dijo: “No vamos a permitir que las consultas populares se hagan cotidianas”. Los dos mil personas que asistieron no le regatearon un aplauso.
Estas tres expresiones —que no existen los pobres; que los partidos les dan asco; y que aborrecen las consultas populares— dan, sin querer, un paisaje de lo oscuro que han sido estos años para la oposición. Odiar al Presidente López Obrador no es una demanda social ni siquiera una postura política. Querer que se vaya cuando termine no constituye ni siquiera una proposición lógica. Menos irse a manifestar bajo esa consigna. Es como si la base social del prianismo no tuviera forma de ser articulada, menos representada, mucho menos lidereada. Lo que arrojó la despolitización de tres décadas les acabó afectando a tal grado que, en ellos, ha desaparecido toda política posible, unas veces confundida con índices económicos o con superación personal; otras con simple aversión y fobia. Haber convocado a una marcha con un lema incoherente no es un error, es un reflejo. Es un abismo despolitizado que puede ser el “no somos pobres, sólo no sabíamos que ya éramos clase media” de De la Madrid; puede ser el Diputado del PRIAN que se cree independiente del desprestigio de los partidos que lo postularon; puede ser la señora que escucha “consulta popular” y ve una plaga de langostas plebeyas traspasando la casta inferior a la que estaban asignadas antes del 2018. Lo que hermana a estas tres percepciones es un rechazo a la política como exhibición pública de conflictos, su articulación en demandas sociales, la creación colectiva de un imaginario de quién es “nosotros”. La política es manipuladora; los partidos nauseabundos; la participación ciudadana es teatro.
Un día después de la marcha para que AMLO se vaya cuando termine, el autonombrado líder de la oposición, Claudio X. González subió un alicaído video con sus diez razones para no asistir a depositar su voto en la Revocación del Mandato. Suponemos que lo publicó porque cree que tiene algún tipo de influencia en lo que algunos electores decidan. También puede ser que llame a hacerle el vacío a la consulta porque quiere contabilizar la abstención como si fuera propia. No importa tanto el porqué, sino lo que yace bajo sus argumentos.
Lo primero es que parece no entender lo que es una Revocación de Mandato. Se lo explico, con todo gusto. La Revocación de Mandato no es una elección ni tiene algo que ver con la popularidad, el ego, o los caprichos de un gobernante. Es un mecanismo de control democrático que se aplica si, como sucedió con Fox, Calderón y Peña Nieto, la autoridad no cumplió con sus promesas de campaña y acabó haciendo cosas que la mayoría no aprueba. Es un control vertical, es decir, de abajo hacia arriba, de los ciudadanos sobre la autoridad que eligieron y que, como fue en las presidencias que hemos mencionado, a los tres años ya se habían comportado como si el cargo fuera de su propiedad. Hay un control horizontal que no ha funcionado y se llama “juicio político”. Ese está en manos del Congreso pero este falló ante la corrupción, la frivolidad, y las masacres de los tres sexenios anteriores, por que sus diputados y senadores estaban involucrados en la espiral de la impunidad. Así que queda el control vertical, que es la revocación. Le explico otra confusión. Lo que sucede cuando la gente va a una urna a depositar su voto para que siga o no un Presidente en el cargo no es igual a responder una encuesta telefónica de si te gusta o no. Por eso se equivocan quienes creen que los ciudadanos son consumidores o que los representantes son sus empleados. No es así, Claudio. La facultad de un gobernante para gobernar es otorgada por el votante por medio del sufragio. Eso se llama legitimidad. Se establece un compromiso entre gobernados y gobernantes, un imaginario de futuro, una idea de obligaciones, obediencias, y un pacto de confianza. Cuando se vota, se confía en que el otro haga algo que prometió hacer. Si no lo hace, hay que contar con la posibilidad de pedirle cuentas y, si es el caso, quitarle el mandato. No es como despedir a un trabajador de Kimberly Clark. El mandato no es un contrato laboral. Esto se debe a que la legitimidad es para que un representante haga, no un trabajo como empaquetar papel higiénico, sino la construcción de algo que no es un producto, una mercancía, ni un objeto: el interés general. Eso es lo que se evalúa cuando se va a una urna para revocar o no un mandato.
Una confusión más: la Revocación no existe sin la ratificación. No es una elección entre opciones de candidatos distintos, sino el Presidente frente a sus gobernados, ante sus propias promesas de campaña. Si no se va, se queda. Es así de simple. La última maraña es decir que son los seguidores de López Obrador los que promueven esta consulta y no los ciudadanos. La petición que debe elaborarse para echar a andar este tipo de procesos tuvo nueve millones de firmas, en medio de la pandemia. Ser afín al obradorismo no le quita a uno la ciudadanía. Pero más allá de eso, los “ciudadanos” no lo son porque se autonombren como tales, sino porque ejercen sus derechos. Al hacer política, se convierten en ciudadanos. El uso de la palabra “sociedad civil” fue una más de las privatizaciones del lenguaje que se operó durante los gobiernos neoliberales. También se nos expropió del uso de otras palabras, como “solidaridad” y “democracia”, que no es un Consejero del INE, sino un ejercicio como al que usted se opone. Le ofrezco otra palabra que no fue privatizada. La palabra “idiota” en la Grecia Antigua se refería a quien, pudiendo participar de los asuntos públicos, se abstenía de hacerlo. Era lo contrario a ser un ciudadano.
Lo que sucederá este domingo es una creación neta de legitimidad a la mitad de un sexenio. Será la primera vez que se refrende la facultad de gobernar de un Presidente de la República y, también, la primera vez que los ciudadanos reafirmen su responsabilidad en la construcción del interés general y de la continuidad en el futuro del país, eso que llamamos soberanía. Tiene esa profundidad y su valor no puede ser leído desde la despolitización. De esa que cree que demandar que alguien se vaya cuando termine, es ejercer algún tipo de poder y no, como es el caso de la oposición, quedarse en los márgenes de la historia. En los bordes de la añoranza.
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