Las autoridades económicas consideraron que las presiones inflacionarias tanto de México como de América Latina en general no acabarán pronto, debido a que la situación podría empeorar por la guerra en Ucrania. Por ello pidieron a los gobiernos extender políticas efectivas de apoyo a la población más pobre de la región.
Ciudad de México, 30 de abril (SinEmbargo).– La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) redujo la expectativa de crecimiento de la economía de México por debajo del 2.9 por ciento que previó en enero de este año; con lo cual el país sumó tres previsiones a la baja de diferentes institutos internacionales.
De acuerdo con el informe publicado por la Cepal el pasado 27 de abril, México sólo podría crecer su Producto Interno Bruto (PIB) hasta en un 1.7 por ciento, la segunda previsión más baja para los países de América central, sólo detrás de Haití (con un 0.6 por ciento).
Esta misma semana el Fondo Monetario Internacional (FMI) también mostró una expectativa menor a la proyectada en 2021 para México: mientras que en el año anterior se esperaba un crecimiento del 4.8 por ciento en el PIB, ahora la previsión es de sólo 2.0 por ciento.
De hecho, México se colocaría como el tercer país con la previsión más baja del Fondo Monetario, sólo por detrás de Brasil –que pasó de 4.6 por ciento en 2021 a 0.8 por ciento en 2022 y a 1.4 por ciento en 2023– y Chile, que cayó de 11.7 por ciento en 2021 a 1.5 por ciento en 2022 y que se espera quede en 1.4 por ciento en 2023.
El pasado 7 de abril, el Banco Mundial (BM) dio a conocer tambiénsus pronósticos de crecimiento para la región y expuso que la economía mexicana sólo avanzará un 2.1 por ciento, nueve décimas menos que el 3 por ciento que previó a principios de año. De la misma forma, el BM proyecta que para el 2023 la tasa será ligeramente menor a lo dicho anteriormente, es decir, pasó de 2.2 por ciento a 2.1 por ciento.
En la publicación de Nuevas Proyecciones Económicas para América Latina y el Caribe el ajuste a la baja es debido a la estimación del impacto por la desaceleración de la demanda mundial, especialmente de Estados Unidos, la inflación provocada por el conflicto de Rusia con Ucrania y el efecto de la escalada de precios en las decisiones de consumo e inversión.
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El panorama regional en general tuvo menores cifras de crecimiento desde la Cepal para este 2022, haciendo que la previsión para toda América Latina y el Caribe sea de sólo 1.8 por ciento.
Por zonas, se espera las economías de América del Sur crecerán 1.5 por ciento, las de América Central más México un 2.3 por ciento, mientras que las del Caribe crecerían un 4.7 por ciento (excluyendo Guyana). Según la tabla de previsiones de la Cepal, las economías que más se expandirán este año son Panamá (6.3 por ciento), República Dominicana (5.3 por ciento), Venezuela (5 por ciento), Colombia (4.8 por ciento), Guatemala (4.2 por ciento), Honduras (4.1 por ciento) Uruguay (3.9 por ciento), Costa Rica (3.7 por ciento) y Bolivia (3.5 por ciento).
En el medio de la tabla se encuentran Cuba (3.4 por ciento), El Salvador (3 por ciento), Argentina (3 por ciento), Ecuador (2.7 por ciento), Perú (2.5 por ciento), Nicaragua (2.5 por ciento), México (1.7 por ciento) y Chile (1.5 por ciento), mientras que los países que menos crecerán serán Paraguay (0.7 por ciento), Haití (0.6 por ciento) y Brasil (0.4 por ciento). Para el Caribe, la Cepal estima una expansión del 10.1 por ciento o del 4.7 por ciento sin contar a Guyana, que vive desde un tiempo un boom petrolero.
La Comisión consideró que la dinámica del comercio mundial se verá negativamente afectada por el conflicto bélico, lo que provocaría una disminución de la demanda externa de América Latina y el Caribe.
Los principales socios comerciales de la región —Estados Unidos (EU), China y la Unión Europea (UE)— verán tasas de crecimiento menores a las esperadas con anterioridad al conflicto. En el caso de EU, el crecimiento sería de un 2.8 por ciento (1.2 puntos porcentuales por debajo de lo proyectado previo al conflicto); mientras que para China se proyecta un crecimiento de 5 por ciento (0.7 puntos porcentuales menos que previo a las hostilidades) y para la UE se espera un crecimiento del 2.8 por ciento (1.4 puntos porcentuales menos de lo esperado antes del conflicto).
«Las economías de América Latina y el Caribe enfrentan una coyuntura compleja en el 2022 debido al conflicto bélico entre Rusia y Ucrania, que abrió una nueva fuente de incertidumbre para la economía mundial y está afectando negativamente el crecimiento global, estimado en 3.3 por ciento, un punto porcentual menos de lo que se proyectaba antes del inicio de las hostilidades. En el ámbito regional, el menor crecimiento esperado se verá acompañado por una mayor inflación y una lenta recuperación del empleo», se lee en el documento presentado.
Secretario Ejecutivo (a.i.) @MarioCimoli analizó el complejo contexto socioeconómico de #ALC a raíz del conflicto bélico entre Rusia y Ucrania, durante una reunión con representantes permanentes de los países miembros de la #CEPAL en Nueva York.
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La guerra en Ucrania también provocó un aumento de precios de los productos básicos (commodities), principalmente de los hidrocarburos, algunos metales, alimentos, y fertilizantes, por lo que este aumento de precios sería adicional al alza de costos provocada por las disrupciones en las cadenas de suministros y a la exacerbación de las interrupciones del transporte marítimo.
«Estas alzas han redundado en un impulso de la inflación a nivel mundial, que en algunos países ha alcanzado máximos históricos en 2022. Ante la persistencia y aumento de la inflación se esperan mayores alzas en las tasas de interés de los países desarrollados», insistió la Cepal.
INFLACIÓN POR LOS CIELOS
La Comisión Económica de Latinoamérica insistió en que «el menor crecimiento esperado se verá acompañado por una mayor inflación y una lenta recuperación del empleo» y que la guerra «ha aumentado la volatilidad y los costos financieros».
«Estas tendencias podrían acentuarse en los próximos meses, en especial si persisten las presiones inflacionarias en las economías desarrolladas y los bancos centrales profundizan políticas monetarias contractivas», alertó.
Los efectos de la guerra y los índices inflacionarios también fueron destacados por el FMI en su informe. En él consideró que si bien en febrero ya habían disminuido las presiones de fallas en las cadenas de suministro, el conflicto entre Rusia y Ucrania están complicando el panorama, provocando mayores aumentos en la inflación interna. Así mismo, en América Latina se han visto mayores presiones inflacionarias en todos los países. Además apuntó que si bien los factores globales, correlacionados a los precios de las materias primas, explican tres cuartas partes de la inflación general promedio de los países de Latinoamérica, la inflación de los bienes básicos contribuyó tal como ahora lo hace también la inflación de los servicios básicos.
Al igual que en el mundo, la dinámica inflacionaria en América Latina y el Caribe se ha acelerado, advirtió la Cepal. A marzo de 2022 se estima que la inflación regional fue de 7.5 por ciento, y a la par, muchos bancos centrales de la región –uno de ellos, el Banco de México (Banxico)– anticipan que la inflación se mantendrá elevada en lo que resta de año, en virtud de la mayor incertidumbre en el contexto externo que se ha visto acentuada por la guerra de Ucrania, en especial los altos precios internacionales de la energía y de los alimentos y las disrupciones en las cadenas globales de suministro, así como elevados costos de transporte que persisten.
La guerra en #Ucrania profundiza la desaceleración de #AméricaLatina y el #Caribe: en 2022 se espera un crecimiento regional de 1,8% en promedio, según la @cepal_onu
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— Noticias ONU (@NoticiasONU) April 27, 2022
«En respuesta al alza de la inflación, la política monetaria de los bancos centrales de la región se ha tornado más restrictiva y la mayoría de ellos han subido la tasa de interés de manera significativa [en México la tasa de interés subió hasta el 6.5 por ciento], la que en gran parte de los casos ha alcanzado niveles similares a los observados en 2017», .
Latinoamérica, la región más afectada por la pandemia, creció un 6.2 por ciento en 2021 como rebote tras el desplome del 6.8 por ciento registrado en 2020, la mayor recesión en 120 años.
En su reporte de Perspectivas Económicas de América Latina, el FMI también consideró que la inflación se aceleró fuertemente en Brasil, Chile, Colombia, México y Perú (AL-5) en 2021, inicialmente por la subida de los precios de los alimentos y la energía, pero profundizándose como consecuencia de la inercia de la política monetaria y «las prácticas de indexación salarial (contratos cuyas condiciones se ajustan automáticamente con la inflación)», así como de la fuerte recuperación de la demanda, primero la de bienes, pero más adelante también la de servicios.
«La guerra en Ucrania supone un nuevo shock inflacionario para la región. Nuestras estimaciones indican que un incremento de los precios internacionales del petróleo de 10 puntos porcentuales provocaría un aumento de la inflación de 0.2 puntos porcentuales en AL-5, mientras que un incremento de los precios mundiales de los alimentos de 10 puntos porcentuales se traduciría en un aumento de la inflación de 0.9 puntos porcentuales. Un shock combinado de los precios del petróleo y los alimentos de 10 puntos porcentuales elevaría la inflación en 1.1 puntos porcentuales», resaltó el FMI.
En esa misma línea, el Banco Mundial consideró que “no desaparecerá pronto la presión alcista sobre precios de alimentos y energía; y mientras más pronto lo acepten las autoridades tomarán las decisiones apropiadas más pronto». Sin embargo reconoció que hay pocas alternativas disponibles para que las autoridades económicas maniobren los acontecimientos que ahora presionan al mundo, sobre todo en el alza de alimentos y energéticos. Y destacó que aunque la principal alternativa para reducir la presión en los precios es el alza de las tasas de interés, “esto siempre tiene impacto en el crecimiento. Por eso es más importante enfrentar el problema de forma temprana, antes de que la inflación se interiorice en expectativas y fijación de precios”.
Los tres organismos internacionales exhortaron a los gobiernos de la región la implementación de una política antiinflacionaria que utilice todos los instrumentos políticos disponibles, no sólo la tasa de interés.
Asimismo, tanto la Cepal como el FMI insistieron en que la región debe mejorar los mecanismos de seguridad alimentaria considerando propuestas como la presentada en junio de 2020 por la CEPAL y la FAO, consistente en un Bono Contra el Hambre, que podría materializarse en la forma de transferencias monetarias, canastas o cupones de alimentos para toda la población en situación de pobreza extrema.
De la misma forma, el Fondo expuso que existen muchos gastos públicos que no van dirigidos a las capas más vulnerables de la población, y que es ahí donde deben centrarse los ajustes fiscales de lo países. Gastos corrientes y subsidios generalizados, así como impuestos indirectos, por ejemplo, son áreas en las que estos países pueden avanzar hacia la consolidación fiscal sin necesidad de tocar programas sociales clave, sanidad, educación e inversiones públicas.
A corto plazo, sugirió que se apueste por una «consolidación inclusiva» que ayuden a aumentar y orientar mejor la asistencia social, proteger la salud, la educación y la inversión pública; al mismo tiempo, reducir el gasto ineficiente y mejorar el diseño de los impuestos sociales. Mientras que a largo plazo, el FMI consideró que se necesita un impulso al crecimiento potencial sustentado en la eliminación de rigidez en el mercado laboral, en mejorar las leyes de competencia e invertir en capital humano.