La ONG denuncia en su informe anual lo que llama “el nacionalismo de las vacunas” que se ha desarrollado durante la pandemia de coronavirus. Si muchos pensaban que el mundo sería más solidario, esta crisis sanitaria ha demostrado a qué punto los Estados, pero no sólo ellos, tienen que cambiar de mentalidad.
Por Romain Lemaresquier
Francia, 30 de marzo (Radio Francia Internacional).- Mientras parece que la pandemia comienza a desaparecer de los medios de comunicación más enfocados en la guerra en Ucrania, la COVID-19 sigue haciendo estragos. Más de dos años después del inicio de esta crisis sanitaria mundial, ha llegado la hora de cambiar el enfoque, según Cécile Coudriou, presidenta de Amnistía Internacional en Francia, quien llama a los países ricos a no dejar de lado a los más pobres.
“Es insoportable ver cómo más de seis millones de personas han perdido la vida durante esta pandemia, cuando muchos podrían haberse salvado si los estados más ricos hubieran sido menos egoístas. Es escandaloso que no haya habido más cooperación”, denuncia Coudriou.
No sólo los países son responsables, según Amnistía Internacional, también las empresas farmacéuticas tienen la culpa. “Hemos investigado sobre las prácticas de las empresas llamadas «Big Pharma» y la verdad es que es decepcionante porque, aunque hayamos hecho un llamamiento al sentido común porque finalmente es de interés global, y después de constatar los grandes beneficios que han hecho con las vacunas, no acceden a dar luz verde a la exención de la propiedad intelectual, no sólo no lo han hecho sino que además han ejercido presión para no tener que hacerlo”, lamenta la presidenta de Amnistía Internacional Francia.
En 2021, Pfizer, BioNTech y Moderna “previeron unos exorbitantes beneficios de hasta 54 mil millones de dólares y, sin embargo, suministraron menos del 2 por ciento de sus vacunas a países de bajos ingresos”, afirma AI.
SE NECESITA UN SISTEMA MUNDIAL DE REPARTICIÓN
La ONG de Derechos Humanos llama a la comunidad internacional a poner en marcha un sistema mundial para evitar este nacionalismo en la distribución de las vacunas. Pero para que se pueda hacer, se necesita una verdadera voluntad política y que la Organización Mundial de la Salud asuma su responsabilidad.
Los países ricos y poderosos usaron el dinero y su influencia política para adquirir cientos de millones de dosis, dejando fuera del mercado a los países pobres, denuncia AI. En su Informe 2021/20212, AI concluye que “los Estados, junto con grandes empresas, en realidad han ahondado la desigualdad global». Entre las causas fundamentales, no sólo la codicia de las empresas y el brutal egoísmo nacional, sino también «el abandono de la infraestructura sanitaria y pública por gobiernos de todo el mundo», dice el informe.