En el día 22 de la guerra de Rusia contra Ucrania cayeron más bombas, algunos edificios se derrumbaron y miles de residentes aterrorizados seguían huyendo como podían de sus ciudades sitiadas.
Estados Unidos, 17 de marzo (AP).- Las llamas iluminan la noche desde el interior de un almacén bombardeado, donde los bomberos arrojan agua con desesperación hacia las paredes en ruinas, mientras el humo, que parece salido de un volcán en erupción, cubre el cielo con densas nubes negras.
Un médico con bata blanca se abre paso por un pasillo del sótano oscuro y húmedo donde otros médicos se agolpan en una sala subterránea tras una alarma de ataque aéreo que les hace huir de su trabajo de atender a numerosos heridos.
En el día 22 de la guerra de Rusia contra Ucrania cayeron más bombas, algunos edificios se derrumbaron y miles de residentes aterrorizados seguían huyendo como podían de sus ciudades sitiadas.
Los que se quedaron hicieron lo que pudieron para ayudar a los heridos, para protegerse a sí mismos y a sus bienes, y para defenderse.
En una fotografía de Associated Press, se puede ver a los residentes colgando láminas de plástico sobre los marcos de las ventanas sin cristal después de que trozos de un misil ruso cayeran sobre su edificio de apartamentos. En otra, un empresario de 42 años se sienta en un sofá junto a una pared adornada con un enorme dibujo infantil y lee un cuento por videollamada para sus dos hijos, que han huido con su madre a Polonia.
Otras imágenes captan la resistencia decidida del país a la invasión rusa. En una de ellas, una diana de papel con la cara del presidente ruso, Vladimir Putin, está clavada en la pared de un campo de tiro. En otra, dos militares ucranianos, uno de ellos con un cigarrillo colgando de la boca y una mirada recelosa, vigilan su posición cerca de Brovary, una ciudad al norte de la capital, Kiev.