Adela Navarro Bello
23/02/2022 - 12:05 am
Los años perdidos
«A más tardar en febrero de este 2022, si no es que aparece otra variante de la COVID-19, y si los gobernadores y el Presidente no indican lo contrario, la mayoría de los estudiantes mexicanos, aquellos que no desertaron, aquellos que fueron apoyados por sus padres, por un programa o una asociación, regresarán a los salones de clase, y dejarán atrás los años perdidos de la educación en México, de los cuales aun desconocemos las consecuencias».
Una joven está entrando a su quinto semestre de universidad. Será la primera ocasión, en dos años, que acudirá a su universidad. Todas las clases las ha tomado en línea, con un sistema bastante eficiente pues la suya es una universidad privada que ha acercado a los alumnos distintas plataformas para el acceso a la educación a distancia. Sin embargo, no conoce un laboratorio, ni un taller.
Otro joven, varón, ha iniciado sus estudios tecnológicos, y en la primera semana, dos maestros no encendieron su computadora para dar la clase en línea como estaba programado en el horario entregado a los estudiantes. Fueron cuatro horas de la semana perdidas.
Una niña de primaria, concluyó su educación básica sin pisar el aula. En el sistema educativo sostenido por el Gobierno y avalado por la secretaría de educación pública, no hubo seguimiento puntual sobre la presencia de los maestros, vía online, para impartir las materias de la enseñanza primaria. Muchos fueron los ausentes, pero la menor recibió buenas calificaciones, eso no faltó.
Esta semana la mayoría de las universidades están retomando las clases presenciales luego de poco menos de dos años de impartirlas vía remota. Algunas universidades privadas ya iniciaron su ciclo escolar con aulas llenas de estudiantes y maestros, por supuesto con las medidas de seguridad y los protocolos de salud. La Universidad Nacional Autónoma de México está acelerando los procesos y acondicionamientos de sus diversos campus para el regreso presencial; los Institutos Tecnológicos que dependen del Instituto Tecnológico de México están a días de retomar sus clases presenciales, y el Instituto Politécnico Nacional anunció que alumnos y maestros regresarían a las aulas en los últimos días de enero.
En los estados es responsabilidad de los gobernadores el regreso a clases en la educación básica, y por estos días se han presentado indicios de que ello sucederá en este mes de febrero.
Fueron dos años en los que aun la secretaría de educación pública, SEP por sus siglas, no ha entregado un informe real, un análisis de los resultados que deja la educación en línea en la enseñanza básica. Desde el mes de enero de este 2022, muchas primarias, secundarias y preparatorias, iniciaron el modelo híbrido de educación, dos o tres días de la semana académica en aulas y el resto desde casa a través de un aparato electrónico.
Tampoco ha informado de los estragos o las carencias que estos casi dos años dejarán en la formación de la niñez en México. Se sabe, por padres de familia, por maestros inconformes y sindicatos, que las condiciones no fueron ni óptimas ni efectivas.
Una encuesta realizada por la Ibero y la Unicef, y publicada -entre otros- en el portal de Inoma, una organización no gubernamental que desarrolla herramientas para la enseñanza en el nivel básico, refirió las desigualdades de la educación online, ejemplificaron con un salón de clase tradicional, donde una tercera parte de las familias de los alumnos, no contaban ni con una computadora, ni un celular, ni una televisión, al inicio de la pandemia y por tanto de la educación a distancia.
El Gobierno de la República hizo convenios con televisoras nacionales, para transmitir por esa vía los cursos para la educación básica, mientras que muchas de las 226 mil escuelas de educación básica, impartieron sus clases vía remota a través de una computadora, sin considerar, de acuerdo al estudio Ibero/Unicef, el 48.5 por ciento de los estudiantes no tenían una computadora ni acceso a Internet.
En cuanto a los menores estudiantes, en el 78 por ciento de los hogares de los estudiantes, reportaron tener alguna dificultad para continuar con la educación desde casa; 31.4 por ciento de los alumnos se quejaron de no tener apoyo del maestro. Y lo más alarmante, en Chiapas, se reportó que 45 por ciento de los niños y niñas abandonaron sus estudios de educación básica por dos motivos: falta de recursos económicos, y rezago tecnológico.
De hecho, cuando se instauró la educación a distancia, el Coneval informaría que de las 226 mil 188 escuelas de nivel básico, únicamente el 22 por ciento contaba con talleres de cómputo, haciendo con ello accesible el entendimiento de programas, plataformas y la educación en el manejo de las mismas.
De acuerdo a un análisis, publicado en la BBC sobre la educación a distancia en América Latina, cuatro eran los problemas identificados: la desconexión con el alumno por parte de maestros e instituciones, falta de respuesta no verbal por parte del estudiante, pues no podía obligarse a los mismos a mantener encendida la cámara; falta de motivación de grupo, pues no había ni convivencia ni retroalimentación, y carencia de espacios de estudio, pues la mayoría de los hogares no tenían áreas de la casa destinadas al estudio, por lo que los estudiantes tomaban clases, cuando estaban en condiciones de hacerlo y contaban con las herramientas electrónicas y acceso al Internet, en cualquier parte del hogar, con todo y los distractores normales.
Algunos jóvenes consideran que habría sido mejor cancelar los ciclos académicos, y esperar el regreso a las aulas para continuar los estudios, no se sienten preparados, pero aun desconocemos qué tanto afectó en la formación de los menores y los adolescentes, la medida tomada por la Presidencia de la República de continuar con un esquema de clases digital, cuando la desigualdad en el país es grave en relación al acceso al Internet y la falta de recursos para adquirir aparatos electrónicos.
A más tardar en febrero de este 2022, si no es que aparece otra variante de la COVID-19, y si los gobernadores y el Presidente no indican lo contrario, la mayoría de los estudiantes mexicanos, aquellos que no desertaron, aquellos que fueron apoyados por sus padres, por un programa o una asociación, regresarán a los salones de clase, y dejarán atrás los años perdidos de la educación en México, de los cuales aun desconocemos las consecuencias.
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