La historia del imperio azteca nos une como nación: Leopoldo Mendívil

La historia del imperio azteca nos une como nación: Leopoldo Mendívil

La historia del imperio azteca nos une como nación: Leopoldo Mendívil

03/02/2022 - 10:00 am

El escritor Leopoldo Mendívil habló con SinEmbargo sobre su novela Secreto azteca, la cual relata cómo se fundó el imperio azteca. En la plática, planteó la necesidad de que los mexicanos concilien sus raíces prehispánicas con las españolas.

Ciudad de México, 3 de febrero (SinEmbargo).– “La historia de cómo se creó el imperio azteca nos une como nación porque fue un sueño que en principio fue grandioso”. Bajo esa premisa el escritor Leopoldo Mendívil ha construido su novela Secreto azteca (Grijalbo), la cual relata cómo ​​cien años antes de la llegada de los españoles tuvo lugar una guerra, la cual asemeja a la de Troya.

“Esa batalla en que Nezahualcóyotl y su tío vencieron a Azcapotzalco fue una guerra en la que participó medio millón de seres humanos. Es la más grande que hubo en toda la historia de América, ni siquiera con la Conquista, esa fue como la guerra de Troya, donde participaron hasta los tlaxcaltecas que hoy en día se les considera los enemigos de los mexicas, pero ellos fueron los que le ayudaron a Nezahualcóyotl a crear el imperio Azteca”, comentó el autor en entrevista con SinEmbargo.

En este libro, Mendívil plantea además la cuestión de dejar atrás la visión que se centra en la Conquista y recuperar, en su lugar, la herencia tanto de la cultura azteca como de la española: 

“Desafortunadamente la Conquista opacó en la psicología de los mexicanos lo que debió haber sido ese momento glorioso. Imagínate que los griegos en vez de hablar de cuando ellos crearon a Grecia con la guerra de Troya, se clavaran en cuando los conquistó Roma. Al resto de la humanidad nos daría tristeza que eso fuera lo que llenaran de su cabeza los griegos. Ningún pueblo grande de la humanidad se clava en cuando se acabó su imperio”.

No obstante, reconoce que esta visión que se tiene de la historia “es un mal que ha sufrido toda América Latina” por lo cual señala que en el momento en que se recupere este pasado del mundo prehispánico y se concilie con la parte europea “es cuando empezaremos a figurar en el mundo, a nivel geopolítico teniendo un peso importante, quitándonos la inseguridad cultural y psicológica que viene del pasado, de la no integración”. 

Mendívil considera que la consecuencias de estar “fraccionados psicológicamente” ha causado que no sepamos quiénes somos y adoptemos fórmulas provenientes de organismos de otros países e ideas de otras naciones. 

“Nosotros también estamos para dictar al mundo ideas, no por dictarlas impositivamente, sino porque tenemos el cerebro para justificar que también tenemos una voz en el mundo internacional, para que también nos hagan caso. No somos menos que los países del Hemisferio Norte. Esta desconexión psicológica se puede resolver, todo está en la mente, y en la mente colectiva de México somos hermanos todos”, expresó. 

La portada de Secreto azteca.

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—Con la novela Secreto Azteca planteas una cuestión que sigue muy a flor de piel, el de dejar atrás esta visión centrada sólo en la Conquista y ver nuestra identidad en un conjunto que tome lo mejor del imperio azteca y del español. ¿Por qué ha sido imposible integrar estas dos visiones como parte de nuestra identidad?

Eso  es un mal que ha sufrido toda América Latina, en todos los países latinoamericanos se vive esta bipolaridad. El no haber podido hacer una integración cultural del pasado prehispánico con el mundo europeo. Es un chip que nos tenemos que cambiar todos. El momento en que los otros pueblos de América Latina retomemos con toda su fuerza el pasado del mundo prehispánico  y la parte europea, es cuando empezaremos a figurar en el mundo, a nivel geopolítico teniendo un peso importante, quitándonos la inseguridad cultural y psicológica que viene del pasado, de la no integración. 

Para dejar atrás esta visión de derrota y no integración, traes a cuenta un episodio del origen del imperio Azteca. ¿Puedes contarnos un poco de esta historia? 

El episodio central del libro es el momento en que se creó el imperio. Los mexicas habían llegado a la isla y estaban en un estado de sojuzgamiento. Pero hubo un momento clave en que hubo un cambio de poder, donde el imperio Azcapotzalco era el malo y los mexicas, junto con Texcoco, dieron un golpe y tomaron el poder. Ese es el momento que se narra, donde los protagonistas son Nezahualcóyotl e Itzcóatl que era su tío, por parte de Texcoco y de los mexicas. Ahí fue cuando surgió el imperio, en 1428. Para mí es importantísimo este episodio porque nunca hablamos de él. Se habla de la Conquista, que nos vencieron los españoles y no de que estos tipos eran unos titanes, como la guerra de Troya. Nezahualcóyotl es básicamente como si fuera Odiseo mezclado con el rey David o el rey Arturo con Alejandro Magno. Qué bien nos haría a los mexicanos tenerlo como un símbolo de lo que todos podemos ser. Un cuate que era a su vez arquitecto, era como Arquímedes, como Leonardo da Vinci y lo tenemos ahí en un rinconcito en un billete. 

De lo que planteas, ¿qué es ficción y qué es hecho histórico? 

En cuanto a lo falso o verdadero, este libro está basado en qué pasaría si tratamos de reconstruir lo que se sabe que ocurrió. Tomar la historia oficial que existe, que tiene un chorro de datos falsos y ver qué es lo que hoy los arqueólogos, antropólogos e historiadores actuales han quitado. Por ejemplo, Xavier Noguez, María Cristina de la Paz, Eduardo Matos Moctezuma, quien hace poco dijo que hay que tener cuidado con el águila y la serpiente porque eso no ocurrió nunca, eso lo inventó Itzcóatl, que es uno de los protagonistas de este libro. Ya vimos qué es lo que no, pero qué es lo que sí de acuerdo con la arqueología y a partir de ahí, revisar las fuentes más antiguas, que son  las que siguen siendo nuestro único canal de comunicación hacia el pasado, que son las Crónicas de Alvarado Tezozomoc, etcétera. Todas esas volverlas a leer y revisar para aplicar un criterio muy analítico porque se contradicen mucho, pero con el método analítico sale lo que pudo haber ocurrido y es lo que está aquí, simplemente se le dio un formato de novela para que sea interesante. 

Esa batalla en que Nezahualcóyotl y su tío vencieron a Azcapotzalco fue una guerra en la que participó medio millón de seres humanos. Es la más grande que hubo en toda la historia de América, ni siquiera con la Conquista, esa fue como la guerra de Troya, donde participaron hasta los tlaxcaltecas que hoy en día se les considera los enemigos de los mexicas, pero ellos fueron los que le ayudaron a Nezahualcóyotl a crear el imperio Azteca. La historia de cómo se creó el imperio azteca nos une como nación porque fue un sueño que en principio fue grandioso.

Recuperas, entiendo, la versión epopéyica de la historia a partir de ciertos documentos, ¿cómo pasó desapercibido un acontecimiento de esta magnitud? 

Es la pregunta más importante porque desafortunadamente la Conquista opacó en la psicología de los mexicanos lo que debió haber sido ese momento glorioso. Imagínate que los griegos en vez de hablar de cuando ellos crearon a Grecia con la guerra de Troya, se clavaran en cuando los conquistó Roma. Al resto de la humanidad nos daría tristeza que eso fuera lo que llenaran de su cabeza los griegos. Ningún pueblo grande de la humanidad se clava en cuando se acabó su imperio. Los egipcios tampoco hablan de cuando les ganó Ptolomeo y se quedó Egipto para Grecia. Ellos hablan de cuando estaba Ramsés y ese es el núcleo de su historia. Para los mexicanos, el núcleo de su historia es cuando Moctezuma II fue derrotado por Cortés. No pensamos en por qué creó un imperio gigantesco. Se creó publicidad negativa contra el imperio Azteca sobre que hacían sacrificios humanos, pero la verdad es esa, todos los pueblos de la antigüedad hacían sacrificios humanos. Si los italianos fueran como nosotros, les daría asco estudiar la historia de Roma; en el Coliseo quemaban gente en frente del público que aplaudía. Nos perdemos de ver lo que fue la grandeza de ese imperio. 

El padre Diego Durán y José Acosta, los dos sacerdotes, escribieron que nunca habían visto en el mundo un lugar, en el mundo azteca, donde se tratara con tanto amor a los niños. La propaganda negativa nos afecta todavía a los mexicanos porque hace que veamos como unos apestados a nuestros gloriosos antepasados y también a los españoles. Ni uno ni el otro, el imperio azteca no es que fuera una bola de conquistas para sacrificar. Cuando se analiza el plan de cómo se fue expandiendo, se ve que fue súper estratégico el plan de penetración territorial, no fue para sacrificar. Lo que hoy se piensa es que se ofrecía una recompensa a quien trajera capturados, pero eso pasa en todas las guerras, en la Segunda Guerra Mundial pasó así. Los gringos ofrecían recompensas a quienes cortaran las cabezas de los pieles rojas porque no sabían a cuántos habían matado, pero su plan no era coleccionarlos, sino expandir a los Estados Unidos. 

Eso fue lo que pasó con el imperio azteca, a la mera hora fue una gran federación de comercio y todos los pueblos que se integraron acabaron siendo más ricos, ganaron más. En Veracruz, donde eran huastecos parientes de los mayas, hoy hablan náhuatl y eso que sólo estuvieron 80 años bajo ese imperio. Les dejó tal huella, tanto desarrollo que ahora sus productos los podían vender en todo un imperio. Hay que rescatarlo. Si México está hecho de gente que creó todo eso, nosotros estamos hechos de esa materia; también tenemos materia heroica dentro de nosotros tanto del lado español como el lado prehispánico, pero esa parte está sepultada y hay que volverla a sacarla.

¿Cómo recuperar la identidad que subyace perdida cuando no se recuerdan este tipo de episodios?

Nos pusieron un cassette a todos en Latinoamérica, donde teníamos que escoger entre lo hispánico o lo prehispánico y, si escogías un lado, tenías que odiar al otro. Hace poco estuve en Juchitán, Oaxaca, y decían que no les hablara de los aztecas, sino que vivan los zapotecas. Qué ganamos con eso, por qué tenemos que vivir fraccionados. A los españoles les pasa lo mismo con los vascos que dicen que se pudra España. Eso hace que en Europa sea el peor de los países es un país hermoso, lo amamos, pero es al que le va peor porque no ha logrado la cohesión. Los alemanes no odian a los romanos, a los cristianos ni a los germanos de los que vienen porque hicieron sacrificios humanos, se integraron y se formó el sacro imperio romanogermánico. Aprendieron a sumarlo todo y esa es la idea. 

Imagínate un mundo donde cada mexicano dijera ‘yo soy como Nezahualcóyotl’; un chavo que a sus 16 años frente a sus narices mataron a su papá y luego le pusieron precio a su cabeza, daban recompensa a quien lo capturara vivo. Se las ingenió, estuvo fingiendo ser otro. Es una historia de película porque tuvo que chambear en las minas de obsidiana diciendo que era otro. A cada rato lo identificaban como el príncipe y otra vez a correr. Pero después de diez años regresó con un ejército de 250 mil hombres siendo el líder de pueblos que hablaban diferentes idiomas con diferentes dioses, y a todos los llamó aztecas. Aztecas es una decisión, un sueño y un futuro de integración. Es una visión de Nezahualcóyotl que debería volver a nuestra alma. 

¿De qué manera ha impactado al desarrollo del país este conflicto fundacional de nuestra cultura mestiza en cuestión de vencidos y vencedores en vez de verlos como un ejemplo a seguir?

Pienso que la consecuencias de estar fraccionados psicológicamente, divididos, siempre devaluando nuestro pasado y viendo como malo lo hispánico o lo prehispánico, ha causado que no sabemos quiénes somos, no nos sentimos lo hermanos que deberíamos de sentirnos, deberíamos ser hermanos todos. La consecuencia es que hacemos lo que nos diga el Fondo Monetario Internacional o el Consejo de Europa porque nos sentimos inseguros de lo que nosotros mismos pensamos. Nosotros también estamos para dictar al mundo ideas, no por dictarlas impositivamente, sino porque tenemos el cerebro para justificar que también tenemos una voz en el mundo internacional, para que también nos hagan caso. No somos menos que los países del Hemisferio Norte. Esta desconexión psicológica se puede resolver, todo está en la mente, y en la mente colectiva de México somos hermanos todos. 

Redacción/SinEmbargo
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