Santos Tuz, apasionado por la enseñanza, está a punto de graduarse como maestro de primaria y se convertirá en el primer profesional de una familia de agricultores de Oxkutzcab, en Yucatán.
Por Nazareth Balbás
Ciudad de México, 23 de enero (RT).- Lo de enseñar se le ha dado bien siempre. Desde que estaba pequeño, Santos Tuz era quien repasaba las lecciones con sus compañeros en el colegio o el que tenía la paciencia de ayudar a sus hermanos con los deberes, por eso no le costó demasiado abrir una cuenta en TikTok y convertirla en un aula virtual para la lengua maya.
«Los maestros siempre me decían que yo sería bueno para dar clases», cuenta por teléfono el joven de 20 años, que ya acumula más de 300 mil seguidores y 2.4 millones de «Me gusta» en la popular red social de videos.
La idea de abrirse el canal surgió después de consumir muchos contenidos de TikTok para aprender otras lenguas, como inglés e italiano. «Yo veía a muchas personas que enseñaban diferentes idiomas y un día se me vino a la mente de por qué yo no podía hacer lo mismo», comenta Santos, natural del pueblo de Oxkutzcab, Yucatán, en el sur de México.
EL LEGADO DE LA ABUELA ELSA
Santos es mayahablante desde muy pequeño. Esa lengua, que es la segunda más hablada de México después del náhuatl, era de uso cotidiano entre sus padres y especialmente en la casa de su abuela Elsa María Cámara Alvarado, una bordadora que elabora intrincadas piezas del tradicional «hilo contado» en Yucatán.
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«Mi abuela es la que preserva la tradición –dice Santos– y de ella fui aprendiendo la lengua maya porque crecí en su casa». El orgullo por su herencia lo motivó a subir su primer video y la reacción de la gente lo sorprendió: «Me preguntaban que cómo se decía tal o cual cosa y yo les empecé a responder por medio de videos y todo eso, y así se creó una comunidad muy bonita que ahora también ve mis contenidos en YouTube».
Como TikTok no le permitía hace unos meses subir videos de más de un minuto, Santos se abrió un canal de YouTube para dar más detalles sobre algunos contenidos y clasificar la información de acuerdo a las edades de sus usuarios. Así nacieron las secciones «Kan maaya» (aprende maya), para enseñar una palabra por día con ejemplos cotidianos; «Maaya t’aan utia’al mejen paalalo’ob» (lengua maya para niños); «maaya t’aan» (lengua maya), con contenido más general sobre el idioma; y «Ko’ox xíimbaltik Yucatán» (vamos a visitar Yucatán), en el que muestra el trabajo de los artesanos de esa región.
Su trabajo como creador de contenidos implica mucho tiempo para pensar lo que quiere comunicar y buscar fórmulas día a día para hacerlo de manera sencilla. Desde hacer la versión en lengua maya de un villancico como «Rodolfo, el reno» hasta elaborar un temario de cómo comunicarle a un médico los síntomas de COVID–19, su deseo es tender un puente en la inmensa brecha que separa a los mayahablantes del resto del país.
«Hice un video de cómo atender a una consulta médica en lengua maya y eso ayudó a muchas personas porque por ejemplo, en pandemia, al no haber la interacción correcta en los hospitales con el doctor y la enfermera, los mayahablantes fueron muy perjudicados. A muchos los mandaban a sus hogares diciéndoles que no tenían nada», mencionó.
CONTRA LA DISCRIMINACIÓN
Un niño terminó en la dirección de la escuela porque la maestra creyó que la había insultado. Cuando el director le pidió al pequeño que repitiera la «ofensa», se dio cuenta que lo que él quería decir era que no había hecho la tarea, pero en lengua maya.
La historia se la contó la propia maestra a Santos. «Ella me mandó su anécdota, me dijo que se sentía muy apenada y que desde esa vez empezó a repasar lengua maya con mis videos, me dice que ahora está leyendo», afirma el joven, que ya acumula más de 16 mil suscriptores en su canal de YouTube.
Aunque no siempre el desconocimiento lleva al deseo de aprender. De hecho, a pesar de que hay unos 774 mil mayahablantes en México, muchos dejan de hablarlo fuera del entorno familiar por miedo al estigma social, a la discriminación y a las burlas por parte de quienes no conocen la lengua indígena.
«No es que tengan vergüenza. Hablan muy bien con la lengua maya, pero temen que los demás los traten mal o se burlen. De hecho, ese fue uno de los motivos principales por los que decidí hacer los videos, para que ellos se den cuenta de que no hay que tener miedo, para decirles que valemos mucho y también para que las personas vean que nuestra lengua no es algo malo, que no es algo para discriminar a las personas», expresó el joven.
@tuzsantos322 Parte cultural de Yucatán? #CulturaIndigena #fypシ #lenguamaya
Aunque es difícil que ese estigma se borre de un día para otros, Santos ya ha empezado a ver los pequeños pero satisfactorios resultados de su trabajo: «Cuando voy a jugar futbol, tengo amigos que se comunican conmigo en maya y que yo ni sabía que lo hablaban. Platicamos las tácticas en maya y lo hablamos hasta cuando vamos al mercado. Es que a mí mismo me sorprende. Ellos dicen que ahora no les da miedo, que lo hablan con sus papás o con sus abuelos».
EL SUEÑO DE SER PROFESOR
Hijo de agricultores y nieto de una artesana, Santos siempre quiso estudiar una licenciatura para ser profesor, pero cuando estaba a punto de pasar a la secundaria, sus padres le dijeron que no iban a poder pagarle la carrera universitaria, así que lo inscribieron en un instituto que le permitiría terminar con un grado técnico en enfermería.
«Pero cuando ya culminé la prepa, mis papás me dijeron que sí me iban a costear la universidad y ahora que estoy en la recta final. Yo voy a ser el primer profesionista de toda mi familia, que siempre se dedicó al campo, y podré cumplir mi sueño de ser maestro».
En algunos de sus videos, el joven aparece trabajando en la parcela familiar donde cultivan cítricos, como la naranja y el limón –ya que Oxkutzcab es conocido como «la huerta» del estado de Yucatán–, y promocionando las artesanías de su abuela Elsa, el pilar de su orgullo yucateco.
@tuzsantos322 ¿Quieres unas ??? #oxkutzcab #yucatan #lenguamaya #fyp
«Mi abuelita está muy contenta. Ahora la gente conoce su trabajo y yo, a través de mis redes sociales, la ayudo a vender sus costuras. Además, ella se pone muy feliz cuando le digo que la gente se interesa por lo que hago y me reconocen por enseñar la lengua maya».
Sin embargo, la mayor recompensa para este joven son los comentarios que recibe a diario de personas de todas las edades, que están recuperando la confianza de hablar su idioma materno o que tienen interés en aprender a comunicarse con sus familiares. «Yo me imagino la alegría de los abuelos de estar platicando con sus nietos en la lengua maya o de niños que ven mis videos y practican nuevas palabras, y ya todo el esfuerzo vale la pena. No hay mejor motivación que esa».