La rápida propagación de Ómicron ha llevado a que las personas recurran a las pruebas de COVID. La situación ha ocasionado la escasez de estos insumos en todo el mundo y a que algunos gobiernos empiecen a adoptar medidas.
Ciudad de México, 7 de enero (SinEmbargo).– Las imágenes de largas filas para hacerse pruebas COVID, y por lo tanto de esperas que parecen interminables, así como la escasez de estos insumos, no es una situación que sólo se presente en México, sino que corresponde al desabasto que enfrenta el mundo ante el avance de la variante Ómicron que ha llevado a los países —desde Estados Unidos a Bolivia— a registrar cifras récord de contagios.
En México, luego de las fiestas decembrinas, los contagios han incrementado de manera importante. El último reporte de las autoridades sanitarias mostró que en las últimas 24 horas se contabilizaron 25 mil 851 casos nuevos de COVID, una cifra muy cercana al máximo pico que se registró a finales de agosto pasado.
Esto, sumado a la rápida propagación de Ómicron, ha llevado a que las personas recurran a las pruebas de COVID, ya sea las que brindan de manera gratuita gobiernos como el de la Ciudad de México, que tuvo que ampliar su oferta de unos 10 mil 000 tests diarios al doble e instalar una capacidad en ocho nuevos módulos en centros comerciales. Quienes no acuden a estos sitios lo han hecho a clínicas privadas en donde las decenas de personas afuera de estos establecimientos son un botón de muestra de una situación que se está presentando en distintas partes del mundo.
En Australia, por ejemplo, la agencia EFE reportó cómo los habitantes de las principales ciudades se enfrentan a colas de hasta nueve horas para hacerse pruebas PCR debido a la gran demanda por el repunte de contagios en el país, que tan sólo el miércoles ascendieron a 65 mil infecciones, así como la escasez de los test caseros de antígenos.
«Esta demanda masiva… se debe al gran volumen de la variante (Ómicron). Bajo la Delta, era muy, muy diferente. Esto afecta a todos los países del mundo, no sólo a Australia», justificó este miércoles el Primer Ministro liberal, Scott Morrison, quien ha sido criticado por la falta de previsiones para afrontar estos repuntes.
En Estados Unidos, el país más golpeado a lo largo de la pandemia, el Presidente Joe Biden ha tenido que lidiar con la falta de tests, ante lo cual a finales de diciembre anunció el uso de una ley de Producción de Defensa para aumentar la producción de pruebas domiciliarias y facilitar el uso de Google para encontrar un lugar de prueba cercano.
En las últimas semanas los estadounidenses han visto cómo los hospitales alcanzan su capacidad debido a la escasez de personal, miles de cancelaciones de vuelos durante las vacaciones, en parte debido a que los miembros de la tripulación estaban enfermos o en cuarentena, e informes intermitentes sobre el cierre de escuelas debido a la variante más contagiosa.
La situación ha llevado a que, como en otros países, aumente la demanda de pruebas COVID, principalmente por la facilidad con la que se transmite Ómicron. En ese sentido, la FDA aprobó de urgencia a finales de diciembre la venta libre de las pruebas realizadas por Roche y Siemens Healthineers.
«La necesidad se disparó», dijo Gordon Thompson, director ejecutivo del distribuidor de pruebas COVID Westnet, a The Wall Street Journal. «Lo que sucedió con las mascarillas, los guantes y el desinfectante de manos entre marzo y diciembre de 2020 ahora está sucediendo con los kits de prueba rápida».
EL REINO UNIDO TOMA MEDIDAS
El Reino Unido no ha escapado a la situación, donde el aumento de los casos también ha provocado una escasez en las pruebas, así como hasta cinco días de espera para obtener los resultados de las pruebas de laboratorio, de acuerdo con los reportes de prensa.
“La rápida propagación de Omicron ha ejercido más presión sobre el sistema de pruebas que cualquier ola anterior de COVID-19”, publicó el 30 de diciembre The Financial Times en un artículo en el que citó al Ministro de Salud del Reino Unido, Sajid Javid, quien desde esas fechas admitió que el Gobierno «necesitaría restringir» el suministro de pruebas rápidas de COVID para responder a la «demanda sin precedentes» impulsada por el aumento de la variante Ómicron.
“La llegada de la variante Ómicron ha provocado un número récord de casos y una demanda sin precedentes de pruebas tanto de PCR como de antígenos”, escribió Javid en una carta a los parlamentarios. “Esto inevitablemente ha ejercido presión sobre el sistema de pruebas, a pesar de la impresionante ampliación del suministro, la logística y la capacidad del laboratorio”, advirtió.
Frente a ello, el Primer Ministro británico, Boris Johnson, anunció el miércoles pasado cambios en las directrices para hacerse pruebas tanto dentro del Reino Unido como para las llegadas internacionales, a fin de optimizar recursos e impulsar la economía.
Johnson informó en la Cámara de los Comunes que, a partir de este viernes, los vacunados y menores de 18 años acompañados que viajen del extranjero a Inglaterra —Escocia, Gales e Irlanda del Norte tienen sus propias competencias— no tendrán que hacerse un test de antígenos antes de embarcar ni aislarse a su llegada hasta obtener un resultado negativo en una PCR.
Las nuevas medidas, que habían pedido las empresas de turismo y aerolíneas, significan además que los viajeros no deberán hacerse una PCR antes del segundo día de estancia en el país, sino que será suficiente un test de antígenos, y no habrán de confinarse a no ser que den positivo, en cuyo caso sí lo corroborarán con una PCR a fin de poder detectar nuevas variantes.
Paralelamente, el Primer Ministro indicó que, a partir del 11 de enero, los ciudadanos sin síntomas que den positivo de COVID con un test de antígenos no tendrán que confirmar el resultado con una PCR, aunque sí deberán informar a las autoridades e igualmente guardar cuarentena. Quienes tengan síntomas sí tendrán que obtener la confirmación y también confinarse.
¿CÓMO AYUDAR A EVITAR LA ESCASEZ?
Precisamente, en línea con las medidas adoptadas en el Reino Unido y frente a la escasez que ha derivado de la demanda de pruebas COVID algunos especialistas han llamado a eficientar su uso.
Benjamin Mazer, un médico especializado en medicina de laboratorio, señaló en un artículo publicado esta semana en la revista estadounidense The Atlantic cómo si bien “los resultados negativos pueden ser necesarios para viajes, estudios o acceso a lugares públicos, otros tipos de detección de COVID, antes y después de reuniones familiares, por ejemplo, o durante una visita a destinos vacacionales cercanos, son opcionales”.
“Podría parecer imprudente sugerir que las personas se sometan a menos vigilancia; de hecho, la opinión de los expertos ha sido la contraria, que todos deberíamos examinarnos con la mayor frecuencia posible para ayudar a reducir la propagación. Pero incluso con un aumento de las pruebas, tenemos pocas posibilidades de controlar Ómicron. Y las pruebas son, por ahora, un juego de suma cero. Cada hisopo innecesario que se consume significa que hay uno menos disponible para propósitos más importantes, como diagnosticar una infección sintomática”, escribió.
En ese sentido, planteó que “todos deben hacer lo que puedan para liberar recursos de prueba para quienes sí tienen síntomas”.
“También deberíamos intentar asignar pruebas en función de los riesgos subyacentes. Las personas no vacunadas son, en general, las que corren mayor peligro de ser hospitalizadas y morir a causa del virus, por lo que también son, en general, las personas que más se benefician de que las personas que las rodean sean examinadas para detectar la infección”.
Mazer refirió que nos enfrentamos a una situación incómoda en la que muchas universidades realizan miles de pruebas al día en poblaciones de estudiantes jóvenes, vacunados y en gran parte sanos, mientras que las personas de alto riesgo y sus cuidadores luchan por mantenerse al día con la vigilancia.
“Empresas adineradas como Google incluso están enviando a sus empleados, muchos de los cuales todavía trabajan desde casa, algunas de las herramientas de detección de COVID más sofisticadas del mercado”, cuestionó.
Manifestó que si bien es cierto que realizar pruebas en personas de bajo riesgo puede romper las cadenas de infección que eventualmente llegan a los más vulnerables, “pero esto será de poco consuelo para los miembros de la comunidad susceptibles que ni siquiera pueden asegurarse de que sus contactos directos hayan sido descartados de una infección”.
“En resumen, podrías considerar hacerles una prueba a tus hijos antes de que visiten a su abuela, pero revisarlos después de cada interacción fugaz o al aire libre con alguien que pueda haber sido infectado ofrece un beneficio marginal. Y si realmente queremos tomarnos en serio la equidad de las pruebas, las universidades y las corporaciones deberían donar su capacidad de diagnóstico a los hogares de ancianos y los cuidadores de personas de alto riesgo. Los proveedores de atención médica, las escuelas y los empleadores también pueden renunciar a solicitar la confirmación por PCR cuando alguien ya ha dado positivo en una prueba rápida, al menos mientras las infecciones son tan desenfrenadas”, indicó.
Estos llamados de racionalizar el uso de pruebas contrastan a su vez con algunos esfuerzos gubernamentales que han anunciado que llevarán a cabo millones de pruebas a su población, como sucedió en la ciudad china de Zhengzhou, cuyas autoridades ordenaron el miércoles pasado realizar pruebas a sus 12 millones de habitantes tras detectar algunos casos. Esto se da frente a los intentos de China de frenar los contagios antes de los Juegos de Invierno de Pekín.
En el mismo sentido, Francia una de las naciones que hace más pruebas y que ahora reporta falta de autotest en farmacias, busca afrontar la vuelta al colegio tras las vacaciones de Navidad en pleno repunte de los contagios de coronavirus apostando por la realización masiva de test para evitar el cierre de más clases.
El medio Euronews reportaba a finales de diciembre que en otros países de la Unión Europea, como Italia o España, hay escasez de pruebas, a la par que citaba a expertos que insistían en los test que no son una carta abierta para evitar las medidas de precaución frente a los contagios durante las celebraciones de Navidad.
En Alemania, por su parte, las autoridades consideraron endurecer esta semana las medidas de contacto social mientras el país se prepara para un nuevo aumento de los contagios de coronavirus. Un cable de la agencia Associated Press indicaba que las autoridades dicen que las estadísticas oficiales ofrecen una imagen incompleta de la situación por la escasez de pruebas y confirmaciones durante las vacaciones.
En tanto, las cifras diarias de COVID siguen incrementando a niveles récord en todo el mundo, las cuales, refieren expertos, vuelven a estar desincronizadas, como ocurrió al inicio de la pandemia debido a que los resultados de las pruebas que se realizan en casa no se reportan a los desbordados centros de salud.
-Con información de EFE y AP