Sergio Hernández

Hibakusha: El testimonio de un sobreviviente de los bombardeos atómicos en Japón

Sergio Hernández

Hibakusha: El testimonio de un sobreviviente de los bombardeos atómicos en Japón

Sergio Hernández

Hibakusha: El testimonio de un sobreviviente de los bombardeos atómicos en Japón

18/12/2021 - 10:00 am

El académico Sergio Hernández habló con SinEmbargo sobre su libro Hibakusha. Testimonio de Yasuaki Yamashita (FCE), el cual relata la historia de sobrevivencia de Yasuaki Yamashita y las secuelas que ha vivido a partir del holocausto nuclear.

Ciudad de México, 18 de diciembre (SinEmbargo).– Yasuaki Yamashita tenía seis años cuando el 9 de agosto de 1945 vivió en la ciudad japonesa de Nagasaki un evento que lo marcaría de por vida: la devastación de las dos bombas atómicas —la otra sería arrojada en Hiroshima— que el ejército estadounidense lanzó al final de la Segunda Guerra Mundial, y que en un sólo instante calcinaron a cerca de doscientas mil personas y dejaron en ruinas a ambas ciudades.

“Las imágenes de esa tarde, y las que le sucedieron en las siguientes semanas, se han convertido en fantasmas que persiguen a Yasuaki a sus ochenta y un años de edad y que en ocasiones, aún ahora, no lo dejan dormir tranquilo”, escribió el académico Sergio Hernández en Hibakusha. Testimonio de Yasuaki Yamashita, un libro editado por el Fondo de Cultura Económica (FCE) y que forma parte de la colección Vientos del Pueblo, creada para llegar a un sector amplio de la población a través de publicaciones con un bajo costo. 

Hernández, profesor investigador de la Dirección de Estudios Históricos, habló con SinEmbargo sobre este trabajo que busca hacer consciencia del poder destructivo de las armas nucleares, a las cuales —señala— tienen acceso doce naciones “y que en cualquier momento pudieran utilizarse”. 

Yasuaki Yamashita es un sobreviviente del holocausto nuclear. Foto: Especial.

Es de esta manera, que relata la historia de Yasuaki, un hibakusha —como se les conoce a los sobrevivientes del holocausto nuclear— y que forma parte de una de las organizaciones que en 2017 ganaron el Premio Nobel de la Paz por su activismo en favor de  la abolición de las armas nucleares.

“Yasuaki, como parte de este colectivo Hibakusha, recibió hace un par de años el Premio Nobel de la Paz. Es un colectivo que tiene sede en Estados Unidos, con sobrevivientes de la bomba atómica y que han exigido que estas bombas no solamente no se utilicen, sino que nadie más las produzca. Esto es lo importante”, comentó Sergio Hernández en entrevista.

El investigador especializado en la migración japonesa en México, y las relaciones México-Japón compartió que todos pueden formar parte de este activismo en contra de las armas nucleares “porque el peligro está en nuestra existencia misma”. 

“Hay miles de ojivas nucleares sobre nuestra cabeza y en cualquier momento podrían ser usadas”, alertó.

Hernández señaló que aunque a veces sentimos que lo sucedido en Hiroshima y Nagasaki es muy lejano también tiene un impacto en este país, ya que hay mexicanos descendientes de japoneses que vivieron estas terribles experiencias. Yasuaki no es el único. 

“No solamente en México sino en muchas partes de Latinoamérica hay este tipo de historias de gente de nacionalidad latinoamericana que vivieron estas experiencias. Este testimonio debe de hacernos sensibles a que somos parte de esa historia mundial y que sentimos muy lejana, pero está en nuestros conocidos”, expresó.

Hibakusha. Testimonio de Yasuaki Yamashita.

***

—El testimonio que recuperas de Yasuaki Yamashita es impactante y sin duda genera todo tipo de reflexiones en el lector. ¿Cómo conociste a Yasuaki Yamashita y cómo trazaron este texto?

—A Yasuaki tengo algunos años de conocerlo. Soy profesor investigador de la Dirección de Estudios Históricos y mi tema es la migración japonesa en México, y las relaciones México-Japón. Desde hace años vengo trabajando el periodo de la Guerra y de las relaciones México-Japón en esa mitad del siglo XX. Conozco a la comunidad japonesa, a los migrantes. Tengo un trabajo extenso sobre migración japonesa y sobre todo la persecución de las comunidades japonesas en México antes y durante la Segunda Guerra Mundial. 

Sabía de la existencia de Yasuaki, conozco varios hijos de migrantes que vivieron en Japón durante la Guerra y algunos incluso fueron testigos de la bomba atómica de Hiroshima y de Nagasaki. Yasuaki es un militante, un activista, contra el uso de las bombas atómicas y lo conocí de esa manera. Lo busqué, él sabía también de mí. Vive en la ciudad de San Miguel de Allende desde hace muchos años. Ese fue el contacto. 

Me interesó mucho su historia y apoyarlo sobre todo. Hemos hecho una serie de conferencias en distintas universidades en México, en el Instituto Nacional de Antropología y ese fue mi primer contacto con Yasuaki desde hace más de 10 años. Ahora, cómo planeamos esto. Él participa en varios colectivos para difundir su historia. Desde hace más de seis años lo llevé a varias escuelas, a varios barrios de la Ciudad de México y decidimos que este testimonio era muy importante. 

Gracias a la generosidad del Fondo de Cultura Económica de su colección Vientos del pueblo. Al FCE le interesó —y a nosotros también— difundir estas historias que no son conocidas en México desgraciadamente. Ese fue el plan para hacerlo y así hicimos este breve testimonio.   

Una de las ilustraciones de Edu Molina que acompañan el texto. Foto: Cortesía.

—Han pasado 75 años desde que Hiroshima y Nagasaki fueran devastadas. En México lo sucedido puede parecer distante por el tiempo y la distancia. Sin embargo, la historia de Yasuaki muestra cómo en realidad estas distancias son relativas. ¿Cúal es la importancia de traer testimonios cómo estos, de seguir contándolos y difundiéndolos?

—A veces sentimos que es muy lejano a pesar del impacto de las bombas atómicas y que todos sabemos que sucedieron estos acontecimientos, que murieron cientos de miles de personas. Lo sentimos como algo muy lejano que no nos afecta, sin embargo hay mexicanos descendientes de japoneses que vivieron estas terribles experiencias. Yasuaki no es el único. 

Estos niños cuando fueron trasladados a Japón para visitar a sus familiares, sus padres ya estaban insertos en la sociedad mexicana, y los atrapó allá la Guerra y no pudieron regresar. No solamente en México sino en muchas partes de Latinoamérica hay este tipo de historias de gente de nacionalidad latinoamericana que vivieron estas experiencias. Este testimonio debe de hacernos sensibles a que somos parte de esa historia mundial y que sentimos muy lejana, pero está en nuestros conocidos.

A Yasuaki lo conoce mucha gente, ha participado en muchas actividades antes de darse a conocer como sobreviviente de la bomba atómica. A lo mejor conocemos a muchas otras personas, aunque muchos otros ya han muerto; mexicanos que viven en Guadalajara y la Ciudad de México que vivieron esta experiencia y que no la conocemos.  

 

—Por otra parte, está la cuestión de que a la fecha distintas potencias nucleares, sobre todo Estados Unidos y Rusia, siguen produciendo este tipo de armas y realizando ensayos que sólo generan tensión. ¿Puede la ciudadanía enfrentar a estas naciones y exigir que se dejen de producir estas armas o cuál es el camino que se puede tomar frente a estas potencias nucleares? 

—Sí, este es uno de los propósitos de este testimonio. Como dice Yasuaki, lanzar una piedra al río y crear olas que se expanden. Ya hemos conocido a jóvenes, a gente que ha conocido el testimonio, y que está muy consciente de que este es un peligro sobre nuestras cabezas. No es algo lejano, es algo que puede suceder en cualquier momento. 

Se siguen produciendo este tipo de armas terribles que pueden destruir a toda la humanidad y no solamente de estas dos potencias, hay una serie de países que están produciendo o ya produjeron la bomba atómica. Son doce naciones que tienen este poder nuclear y que en cualquier momento pudieran utilizarse. Es muy importante que estemos conscientes. 

Yasuaki, como parte de este colectivo Hibakusha, recibió hace un par de años el Premio Nobel de la Paz. Es un colectivo que tiene sede en Estados Unidos, con sobrevivientes de la bomba atómica y que han exigido que estas bombas no solamente no se utilicen, sino que nadie más las produzca. Esto es lo importante. 

Creo que todos podemos participar en este valioso objetivo, porque el peligro está en nuestra existencia misma. Todos podemos hacer algo. Son historias vivas y están entre nosotros. Tenemos una actividad muy importante no sólo en México, sino en muchos otros países que se oponen y la sociedad organizada ha levantado demandas en la ONU y en foros mundiales para que estas bombas ya nunca más se produzcan y se eliminen porque pueden dejar de producirse, pero ahí están. Hay miles de ojivas nucleares sobre nuestra cabeza y en cualquier momento podrían ser usadas.    

—Una parte que llamó mucho mi atención es cómo las personas que sobrevivieron al holocausto nuclear, los hibakusha, fueron revictimizados y tuvieron que cargar con esa situación de sus propios conacionales. ¿Este estigma aún persiste con los descendientes de los sobrevivientes?

—Sí, a pesar del conocimiento sobre los efectos de la radiación atómica que causa en los seres humanos y que no se eliminan. La radiación está presente y en miles de años más seguirá estándolo. A pesar de que estas historias son conocidas y sabemos las enfermedades que causa la radiación, eso no se transmite. En los años 50 no sabíamos las consecuencias que causa la radiación atómica, recordemos que es un desarrollo tecnológico del siglo XX que se empezó a usar en 1945. Ni los propios norteamericanos sabían de las consecuencias que podía causar y se sorprendieron muchísimo cuando estalló la bomba, la magnitud de la destrucción. 

Los efectos empezaron a ser apenas estudiados por los médicos norteamericanos en Japón. El gobierno norteamericano envió a especialistas para saber cuáles eran los efectos sobre la vida humana y los lugares donde fue lanzada. Se empezaron a conocer muchos de estos efectos hasta después, por lo tanto, existía el gran temor sobre todo en la población japonesa vecina. En Hiroshima y Nagasaki empezó a morir gente y no se sabía por qué. Empezaron a nacer niños deformes; genéticamente también genera alteración en las personas. Era obvio que tuvieran miedo a casarse y acercarse a ellos porque no se sabía. 

Hasta muchos años después, en los cincuentas, se hacen en el Pacífico nuevas pruebas nucleares producidas por la Unión Soviética y Francia. Un grupo de pescadores, también japoneses, fue afectado por esta radiación y cenizas que causó ese experimento nuclear en esa región del Pacífico. Empezaron a morir y la gente empezó a darse cuenta que efectivamente los efectos de la bomba atómica causan la muerte. 

Ahora afortunadamente ya estamos conscientes de esto. Los Hibakusha, que ya son pocos, tienen un promedio de edad de 80 años la mayoría de ellos, ya no han sido discriminados, pero vivieron durante muchos años con este estigma de que podían contagiar o contaminar a otras personas. Es muy importante que reconozcamos que todavía los efectos psicológicos para estas personas son muy fuertes. No solamente sufren físicamente, sino también mentalmente por todo el trauma que causó esta situación, al grado que muchos todavía no quieren hablar de lo que vieron.         

La devastación de la bomba atómica que impacto en Nagasaki ilustrada por Edu Molina. Foto: Cortesía.

—Yasuaki en su relato menciona cómo los estudiantes en EU muchas veces no conocen qué sucedió en Japón con las dos bombas nucleares. ¿De qué tamaño es la afrenta de un Gobierno que no reconoce su responsabilidad histórica?

—Es muy importante que estos testimonios se conozcan por la población, sobre todo en el Gobierno norteamericano, que es el que ha usado estas bombas atómicas. Apenas hace un par de años el Presidente Obama visitó la ciudad de Hiroshima. Fue importante ese acto de reconocer a los sobrevivientes y de ofrecerles una ofrenda. Pero no les ha pedido disculpas. Esto significa una responsabilidad muy grande decir que el Gobierno norteamericano fue el causante de cientos de miles de muertes y eso no lo va a querer reconocer. 

A estos pescadores japoneses que fueron afectados, el Gobierno norteamericano los indemnizó, les pagó un dinero, pero no iba a aceptar ninguna demanda más, que ellos se comprometían a aceptar esta compensación, pero no estaban dispuestos a reconocer su responsabilidad. El Gobierno norteamericano no lo va a reconocer, no lo ha reconocido a pesar de estos signos de acercamiento y reconocimiento. No ha asumido su responsabilidad histórica de haber asesinado a cientos de miles no de soldados, de civiles, de personas como ustedes; fueron de pronto masacrados.  Esto no lo va a reconocer, pero es importante que estos testimonios se conozcan para que estemos claros de que podemos hacer algo y de que hay que detener esta posibilidad latente que está sobre nosotros. 

—¿El ser humano está condenado a repetir sus errores? ¿Hay posibilidades de que esto vuelva a ocurrir o la amenaza yace en otro lado como en otros desarrollos biológicos o el poder de la naturaleza como lo vimos con la COVID?

—En términos pacíficos el uso de energía atómica, como sucedió en Japón en el tsunami de 2011 que destruyó una planta nuclear, vimos que causó estos mismos efectos. En esta ciudad japonesa (Fukushima) que fue afectada mucha gente murió por eso y la zona está contaminada de radiación. Inclusive este uso pacífico puede causar daños muy graves. Por eso muchos de estos Hibakusha han sostenido que el uso pacífico tiene que ser muy regulado y oponerse a su uso que puede poner en peligro, como se vio en Chernóbil en Rusia y ahora en Japón por el tsunami. Los efectos pueden ser terribles.     

Obed Rosas
Es licenciado en Comunicación y Periodismo por la FES Aragón de la UNAM. Estudió, además, Lengua y Literatura Hispánicas en la Facultad de Filosofía y Letras.