El jugador del Bayern Múnich, de 26 años, ha sido objeto durante semanas de una controversia, más allá de lo futbolístico, tras haber expresado sus dudas sobre la efectividad de la vacuna o posibles contraindicaciones.
Berlín, 12 dic (EFE).- El internacional alemán Joshua Kimmich ha abandonado sus recelos frente a la vacuna contra la COVID y anunciado su disposición a recibir su dosis cuando le corresponda hacerlo en tanto que sanado, mientras se recupera de algunas secuelas dejadas por su contagio con el virus.
«Para mí, era difícil hacer frente a mis miedos y recelos, por eso he estado tanto tiempo indeciso», afirmó el centrocampista, en una entrevista exclusiva para la televisión pública alemana ZDF, la primera tras el revuelo causado por esa decisión, posterior cuarentena e infección con la COVID.
A raíz de su contagio entendió que «un comportamiento individual responsable» puede no ser suficiente frente a la covid, por lo que ha cambiado de parecer.
Obviamente, en su posición de paciente sanado, la vacunación no será inmediata, sino que esperará al periodo contemplado «de acuerdo con los médicos», para recibir sus dosis.
El jugador del Bayern Múnich, de 26 años, ha sido objeto durante semanas de una controversia, más allá de lo futbolístico, tras haber expresado sus dudas sobre la efectividad de la vacuna o posibles contraindicaciones.
La polémica se agrandó al quedar en cuarentena por un contacto con un contagiado, a lo que siguió la verificación de que él mismo dio positivo de COVID-19.
Kimmich expresa en su entrevista comprensión por la «extrañeza» causada por su recelos, sostiene sin embargo que estos no tienen nada que ver con «posiciones extremistas» o de seguidores de teorías de la conspiración, de las que se distancia.
Fue una «posición individual», insiste, para criticar el acoso mediático desencadenado por esa decisión y explicar que incluso personas de su entorno familiar sufrieron esa persecución por ciertos medios de comunicación. «Se rebasaron ahí muchos límites», sostiene Kimmich.
El centrocampista del Bayern ya ha superado la enfermedad -que tuvo un desarrollo benigno, dice, aunque con algunos de los signos claros, como pérdida de olfato y gusto-. El pasado jueves, tras dejar atrás la infección y la cuarentena, su club comunicó que de todos modos seguirá de baja lo que queda de año por las secuelas dejadas por la infección.
El jugador sufre «infiltraciones leves pulmonares» que le impiden reincorporarse a los entrenamientos, afirmaron fuentes del club bávaro. Tardará unos diez días en poder hacerlo, explica el centrocampista, quien lamenta haber dejado «en la estacada» tanto al Bayern como a la selección en este tiempo.
La decisión de Kimmich contra la vacuna merecieron en su momento las críticas del Gobierno federal. Coincidieron con un fuerte repunte de casos y sucesivas llamadas de su clase política a vacunarse, tanto del gobierno saliente de Angela Merkel como del de su sucesor, Olaf Scholz.
El centrocampista entró en cuarentena tras revelarse que había estado en contacto con un contagiado. El 24 de noviembre dio positivo de COVID-19 y quedó de baja para los partidos ligueros, así para la Liga de Campeones, después de haber quedado fuera también de tres convocatorias como internacional.
El Bayern Múnich, por su parte, dejó de pagarle el suelo en los días en que no ha podido jugar por la cuarentena, de acuerdo con la regulación actual alemana para los no vacunados.
El Gobierno federal se propone implantar la vacunación obligatoria hacia febrero del próximo año, mientras prosiguen las campañas para motivar a la población a inmunizarse.
Aproximadamente un 69,5 % de los ciudadanos alemanes tiene la pauta completa, un porcentaje inferior al de otros países de la Unión Europea (UE).
El nuevo ejecutivo de Scholz, una coalición entre socialdemócratas, verdes y liberales, trata de activar las vacunaciones tanto de quienes aún no recibieron ni la primera dosis como de quienes deberían ir a por la de refresco, por haber transcurrido ya seis meses desde la segunda.
El Parlamento federal aprobó este viernes una ley que obligará a vacunarse al personal de sectores sensibles, como trabajadores sanitarios o de geriátricos.
Se prepara asimismo un nuevo marco legal para ampliar la obligatoriedad al conjunto de la población del país, lo que podría hacer efectivo hacia febrero.