Aunque las adicciones son un problema difícil de “curar”, el modelo biopsicosocial de la adicción señala que se pueden realizar intervenciones cognitivo-conductuales y manejo de contingencias, enfoques motivacionales y aproximaciones de reforzamiento comunitarias, en las que colaboren las instituciones, las iniciativas legislativas, la responsabilidad corporativa y el conjunto de la sociedad.
Sergio Fernández-Artamendi
Doctor en Psicología. Profesor Titular. Director del Máster en Intervención Psicológica en Adicciones, Universidad Loyola Andalucía
Ciudad de México, 25 de noviembre (TheConversation).- Sí, las adicciones se pueden “curar”. Aunque quizás el concepto “curar” no es aquí el más adecuado, pues no hablamos de una enfermedad como tal sino de un problema psicológico complejo producto de diversos factores personales y sociales. Diríamos por tanto, más bien, que el tratamiento y la recuperación sí son posibles.
Los modelos de adicción más tradicionales, de corte estrictamente biológico y por tanto reduccionista, entendían que la adicción era una enfermedad cerebral crónica e incurable.
Con esta idea, el consumo de la sustancia alteraría de tal forma el sistema de recompensa cerebral, entre otras estructuras, que inevitablemente la persona adicta lo sería para siempre.
Esta perspectiva no sólo es errónea desde un punto de vista científico sino que es estigmatizante para el individuo y dificulta las posibilidades de recuperación.
NO SÓLO LA DEPENDENCIA FÍSICA DETERMINA LA ADICCIÓN
Frente a ese modelo obsoleto, hoy sabemos que en la adicción intervienen diversos factores biológicos, pero también psicológicos y sociales que contribuyen a la génesis y al mantenimiento de la adicción a través de un proceso interactivo. Pensemos que incluso la emblemática dependencia física no es siquiera determinante para que exista una adicción o para imposibilitar su tratamiento.
Desde el modelo biopsicosocial de la adicción se ofrece un marco contextual que permite analizar estas interacciones y dar una explicación más completa y comprensiva de las conductas adictivas.
En este proceso destacarían principalmente los efectos de la sustancia, los factores contextuales, la vulnerabilidad del individuo y los procesos de aprendizaje.
Por tanto, la conducta adictiva hace referencia a un amplio abanico de conductas que oscilan en un espectro dimensional de gravedad. Estas van desde el uso esporádico hasta el abuso y la dependencia grave, tanto de consumo de sustancias como de otras conductas adictivas sin sustancia (por ejemplo, juegos de azar).
LAS ADICCIONES LEVES PUEDEN CURARSE
Hoy sabemos que es posible recuperarse de un problema de estas características mediante abordajes psicológicos y otros tratamientos que procuren los cambios necesarios (biológicos, psicológicos y sociales) en la vida de las personas.
Tanto es así que no es inusual que, en determinados momentos de la vida de las personas, sus conductas adictivas vayan cambiando. Incluso los individuos se pueden recuperar de forma espontánea, es decir, sin necesidad de tratamiento psicológico.
Por ejemplo, ¿ha dejado usted de fumar ante su próxima paternidad o maternidad? ¿Ha logrado reducir su consumo de alcohol? ¿Ha apostado por una alimentación más variada y por practicar ejercicio físico? Estos serían ejemplos cotidianos de recuperación espontánea. Sin embargo, no es lo común cuando los problemas son más graves.
LAS ADICCIONES NO SON CRÓNICAS POR NATURALEZA
Una de las conclusiones que podemos extraer tanto del fenómeno de la recuperación espontánea como de las personas que se recuperan tras el tratamiento es que las adicciones no son crónicas por definición. Ahora bien, es posible que, en los casos más graves o sin el tratamiento adecuado, éstas se cronifiquen.
Por otra parte, recuperarse de una adicción no implica necesariamente que desaparezca la posibilidad de recaer en el futuro (piense por ejemplo en ese exfumador que vuelve a dar unas caladas tras varios años de privación). No obstante, esta vulnerabilidad que provoca recaídas es habitual ante circunstancias o momentos difíciles.
EL TRATAMIENTO PSICOLÓGICO, EL MÁS EFECTIVO
¿Cómo podemos tratar entonces las conductas adictivas de forma efectiva? Uno de los conceptos clave de este modelo biopsicosocial es que los problemas de adicción son diferentes en cada persona. Sin embargo, estarían sujetos a las mismas leyes psicológicas o principios de aprendizaje que rigen el resto de conductas.
Actualmente, los tratamientos más eficaces y de primera elección para las conductas adictivas son los tratamientos psicológicos. Estos incorporarían también tratamiento farmacológico cuando fuese necesario y se realizarían desde una perspectiva multidisciplinar. Ello incluye la cooperación con médicos, trabajadores y educadores sociales.
El objetivo principal de estos tratamientos es realizar un análisis individualizado. Esto permitiría entender qué función están cumpliendo las conductas adictivas en la vida de la persona y qué elementos contribuyen a su mantenimiento.
Posteriormente, se formulan y se realizan las modificaciones necesarias para que dicha conducta deje de ser tan reforzante para el individuo. Al mismo tiempo, otras conductas más saludables se convierten en la principal fuente de satisfacción. ¿Recuerda el ejercicio físico del que hablamos antes? Ese sería un ejemplo de hábito saludable.
CAMBIAR DE CONTEXTO PUEDE PRODUCIR CAMBIOS EN LA CONDUCTA
Principalmente, se trata de intervenciones cognitivo-conductuales y manejo de contingencias, enfoques motivacionales y aproximaciones de reforzamiento comunitarias.
En este sentido, sabemos que determinados factores sociales pueden ser determinantes para facilitar (o impedir) la recuperación de la conducta adictiva. Es un clásico lo sucedido con los veteranos de Vietnam tras pasar años destinados en territorio de guerra. En aquel caso muchos soldados americanos adictos a los opiáceos se recuperaron de su adicción espontáneamente nada más regresar a su entorno familiar.
Este pequeño “experimento natural” ofrece un claro ejemplo de cómo un cambio radical del contexto puede producir un cambio, también radical, en la conducta.
ALGUNAS ADICCIONES PUEDEN VOLVERSE CRÓNICAS
¿Son siempre eficaces estos tratamientos? No. En ocasiones, el tratamiento psicológico, incluso combinado con intervenciones farmacológicas y otras intervenciones psicosociales, puede no ser suficiente para lograr la recuperación de una conducta adictiva.
Como seguramente ya sabrá, uno de los problemas habituales en el abordaje de las adicciones son las recaídas y los problemas resistentes al cambio. Si bien esto es una parte consustancial a todo proceso de tratamiento psicológico, determinadas situaciones pueden, en efecto, cronificarse.
De hecho, aunque la modificación de algunos factores sociales puede ayudar a la recuperación, en muchas ocasiones se escapa al control de los profesionales y puede dificultar el proceso de intervención y recuperación.
Tal sería el caso del fácil acceso a determinadas drogas, la elevada presencia de casas de apuestas o su publicidad constante e invasiva, el nivel económico del individuo, las condiciones macroeconómicas, etc.
Por tanto, sin la colaboración de las instituciones, las iniciativas legislativas, la responsabilidad corporativa y el conjunto de la sociedad, las adicciones son un problema un poco más difícil de “curar” (o, en palabras de la Real Academia Española, “hacer que un sufrimiento desaparezca”).
Por otra parte, el desarrollo de estrategias preventivas basadas en la evidencia, la atención psicológica temprana y el acceso a los tratamientos psicológicos eficaces resultan fundamentales para abordar de forma eficaz los problemas de adicción.