¿Es conveniente vacunar contra la COVID-19 a los adolescentes, aunque sufran menos la enfermedad grave? Un experto da cuatro razones fundamentales por las que sí es importante que sean inoculados.
Madrid, 27 de agosto (Europa Press).- Actualmente está en marcha en España la vacunación para adolescentes entre los 12 y los 15 años y son numerosas las dudas que están surgiendo entre muchos padres sobre si es seguro o no vacunarles. En Estados Unidos, Canadá, y en algunos países de Europa se inició la vacunación en adolescentes el pasado mes de mayo, por lo que ya son millones de jóvenes los que están protegidos frente a las consecuencias de la COVID-19.
A día de hoy, según concluyen los expertos, es muy importante que este colectivo sí reciba las inyecciones frente a la infección de SARS-CoV-2, al tiempo que afirman que los beneficios de la vacunación son superiores a los riesgos.
Sobre este asunto, entrevistamos en Europa Press al doctor Fernando Moraga-Llop, vicepresidente de la Asociación Española de Vacunología (AEV) y pediatra, quien precisamente en mayo publicó una editorial sobre la necesaria vacunación de los adolescentes españoles, en la edición online de la revista española Vacunas (Elsevier).
LOS CASOS DE MIOCARDITIS Y DE PERICARDITIS
Por otro lado, y ante la preocupación de los efectos secundarios de las vacunas en los menores, este experto asegura que no se ha visto en los ensayos clínicos realizados con estas vacunas en los adolescentes ninguno más de los esperados, es decir, de los efectos locales en el punto de la inyección, de la fiebre, del dolor de cabeza, o por ejemplo del cansancio, igual que sucede en el adulto.
Sobre los casos de miocarditis y de pericarditis constatados en algunos jóvenes de 15 a 30 años, el doctor indica que son casos contados, muy poco frecuentes, y concretamente recuerda que autores americanos han estudiado el tema y han visto que «en niños varones de 12 a 17 la incidencia de miocarditis después de padecer COVID-19 era casi seis veces superior que después de la vacunación, y en el caso de las mujeres era hasta 20 veces mayor después de la infección natural en relación a las vacunas».
A este respecto, la AEP subraya que sí que es seguro que los adolescentes se vacunen puesto que la miocarditis y la pericarditis ocurren «muy raramente tras la vacunación», y de igual forma que el vicepresidente de la AEV sostiene que son «bastante más frecuentes» si se padece la infección natural por contagio desde otra persona infectada.
«En estos momentos la relación beneficio-riesgo es superior del lado de los beneficios, si bien habrá que esperar también y vigilar todos los efectos secundarios que se declaren y presenten, pero esto ocurre con esta vacuna, pero también con el resto de vacunas, al igual que con los fármacos que tomamos en el día a día, ya que las vacunas son un medicamento más», subraya.
RAZONES POR LAS QUE VACUNAR A ADOLESCENTES
Así con todo, el vicepresidente de la Asociación Española de Vacunología enumera las que, en su opinión, representan las cuatro principales razones por las que los jóvenes adolescentes, incluidos los de 12 a 15 años, deben contar con la inyección frente a la infección de COVID-19:
1.- La vacunación representa un beneficio directo. Los niños y los adolescentes tienen, en comparación con los adultos, una incidencia más baja de infección, y un riesgo menor de presentar formas graves de la enfermedad, así como de hospitalización y de UCI, aparte por supuesto de que mortalidad también es más elevada en el adulto. Hay que tener en cuenta también que a lo largo de la pandemia, en la quinta ola ha habido unas tasas altísimas de contagios en adultos jóvenes y en adolescentes.
En USA el 12 por ciento de casos de COVID-19 en total han sido niños y ha habido más de 300 fallecimientos de menores. Además, los CDC de USA señalan que el 21.5 por ciento de los pacientes que presentaron síndrome hiperinflamatorio multisistémico grave, que ocurre varias semanas después de la infección aguda por SARS-CoV-2, eran adolescentes de 12 a 17 años. Y en los adolescentes ingresados en ese país durante el primer trimestre de 2021 casi un tercio requirió ingreso en UCI, y el cinco por ciento necesitó ventilación mecánica invasiva.
2.- Los adolescentes pueden transmitir la infección a pesar de la forma leve o asintomática a personas de su entorno, adultos e incluso personas con factores de riesgo. Por tanto, la vacunación en los adolescentes aporta un beneficio indirecto, aunque como estamos viendo ahora, los vacunados también se pueden infectar, y aunque sea muy poco frecuente pueden tener síntomas graves, por lo que todo el mundo debe seguir con las precauciones antes dictadas.
3.- También como beneficio indirecto, si el virus sigue circulando entre los adolescentes, porque es el grupo de población que queda sin vacunar, hay la amenaza de que aparezcan nuevas variantes porque estas son más frecuentes mientras haya circulación del virus. El peligro de las nuevas variantes es que pueden comportar una mayor contagiosidad y puede haber alguna que se escape a la inmunidad vacunal. Por tanto, es necesario que los adolescentes estén vacunados porque aportarían ese beneficio indirecto, que no es más que al vacunarse aumentan la cobertura vacunal y contribuyen a la inmunidad de grupo, actualmente en el 85-90 por ciento de la población, mientras tengamos las vacunas actuales, que previenen la enfermedad, pero no así la infección.
4.- Por último, y aunque no es una razón que afecte directamente a España, es necesaria la vacunación en los adolescentes con el fin de poder reabrir las escuelas, donde han estado cerradas.
«En un mundo globalizado, en la situación concreta de una pandemia, las vacunas deben llegar a todo el mundo por un deber ético, de solidaridad, de justicia social y de equidad vacunal. Además, hay que recordar que si no se protege a todo el mundo, los países con altas coberturas vacunales tampoco estarán protegidos», sostiene el pediatra y vicepresidente de la Asociación Española de Vacunología.
Igualmente, aboga en consecuencia por que todos los adolescentes menores de 12 a 15 años sean vacunados antes del inicio del nuevo curso escolar y, en caso de no lograrse, se les vacune propiamente durante la primera semana de escuela.
Recuerda que en los menores de 12 años la transmisión de la infección es baja, si bien, los niños tienen un papel importante como «transmisores de la enfermedad», aclara Moraga-Llop, al tiempo que resalta que casi siempre este colectivo se ha contagiado en su propio domicilio, si bien en el adolescente la situación cambia por la mayor actividad social de la edad.