El metabolismo se ve afectado por diversos factores, tales como la cantidad de alimentos que se consumen, la actividad física realizada, el peso y la musculatura de cada persona.
Por Janet Cade
Professor of Nutritional Epidemiology and Public Health, University of Leeds
Madrid, 24 de agosto (The Conversation).- Durante mucho tiempo se creyó que a partir de los 20 años el metabolismo disminuía drásticamente, lo que hacía más difícil perder peso y mantenerse en forma. Pero un estudio reciente ha demostrado que nuestro metabolismo –también conocido como gasto energético– se mantiene relativamente estable entre los 20 y los 60 años, antes de disminuir a edades más avanzadas.
Los investigadores analizaron los estudios existentes sobre el gasto energético en 29 países diferentes. En total, examinaron los datos de unas 6 mil 400 personas desde su nacimiento hasta los 95 años de edad. Cada trabajo estimaba el gasto energético mediante un método denominado agua doblemente etiquetada. Los participantes beben un tipo de agua especial a la que se añade un marcador radiactivo seguro. El marcador identifica el hidrógeno y el oxígeno presentes en el agua, lo que permite a los investigadores seguir la rapidez con la que el cuerpo procesa ambos.
A continuación, se toman muestras de orina de cada persona para seguir la velocidad a la que ambos elementos han viajado por el cuerpo. Esto proporciona a los investigadores una medida precisa de la tasa metabólica de una persona, es decir, la cantidad de energía que utiliza en un día.
METABOLISMO ESTABLE HASTA LOS 60
El análisis demostró que el gasto energético (metabolismo) aumentó rápidamente desde el nacimiento hasta el primer año. Después, el gasto energético disminuía gradualmente hasta los 20 años, momento en el que se estabilizaba hasta los 60 años, incluso durante el embarazo. A partir de los 60 años es cuando el gasto energético comienza a descender.
Los resultados se cumplían incluso cuando los investigadores tuvieron en cuenta diferentes factores –como la actividad física y la composición corporal (cuánta grasa o músculo tenía una persona y cuánto pesaba)– que pueden afectar al metabolismo de una persona.
Este estudio se basa en nuestro conocimiento del metabolismo humano. Saber cómo puede (o no) cambiar nuestro metabolismo a lo largo de la vida puede ser importante para saber cómo se pueden tratar enfermedades como la obesidad, la diabetes, las cardiopatías e incluso algunos cánceres.
Un problema de las conclusiones del estudio es que no tuvieron en cuenta la ingesta de energía de una persona. Muchas personas siguen viendo cómo su peso aumenta a medida que envejecen, a pesar de que su metabolismo se mantiene relativamente igual a lo largo de su vida. Esto sugiere que el aumento de peso no es el resultado de un metabolismo más lento. Es más probable que se deba a la ingesta de más alimentos (energía) de los que nuestro cuerpo utiliza.
ENERGÍA Y AUMENTO DE PESO
El metabolismo se ve afectado por muchos factores, como la cantidad de alimentos que comemos, la cantidad de actividad física que realizamos, el peso y si tenemos mucha musculatura.
El metabolismo también puede afectar a la forma de obtener energía de los alimentos. Por ejemplo, cuando comemos más de lo que necesitamos, es más probable que el cuerpo utilice los hidratos de carbono y las proteínas de estos alimentos como combustible y almacene la grasa, lo que provoca un aumento de peso. Tanto el aumento de peso como la obesidad están relacionados con la tasa metabólica, causada por comer más energía de la que utilizamos.
Con tantas cosas a tener en cuenta, puede ser difícil entender cuál es la mejor manera de controlar el peso. Por ello, los expertos han creado recomendaciones nacionales sobre la cantidad de calorías que deben ingerir personas de diferentes edades y niveles de actividad. Estas recomendaciones se elaboran a partir de datos sobre el gasto energético, en lugar de la ingesta de energía. Esto se debe a que se considera que la medición del gasto es más precisa que la de la ingesta de energía, que normalmente se realiza pidiendo a las personas que informen de lo que comen diariamente.
Pero el problema de utilizar datos sobre el gasto energético es que estas recomendaciones se hacen utilizando un valor medio, por lo que lo que funciona para algunos puede no funcionar para todos. Por ejemplo, algunas personas que no son muy activas pueden necesitar comer menos de lo que recomiendan las directrices. Esta puede ser la razón por la que estamos viendo tal desajuste entre los niveles de gasto energético y la ingesta de energía declarada en los adultos británicos. De hecho, algunos estudios sugieren que están comiendo muy por debajo de las recomendaciones diarias y, sin embargo, cada año vemos más personas con sobrepeso y obesidad.
La razón por la que la gente parece comer por debajo de las recomendaciones nacionales podría deberse a varios motivos. Por ejemplo, las investigaciones sobre la ingesta de energía muestran que algunos participantes pueden informar mal de cuánto comen diariamente en las encuestas.
La falta de información puede no ser el único problema. Incluso las aplicaciones que miden la ingesta de alimentos en detalle también dan valores más bajos de la cantidad que la gente come en comparación con las recomendaciones. Esto puede hacer que parezca que la gente come menos de lo que necesita. Otros factores, como la cantidad de actividad y el tamaño del cuerpo, pueden afectar a la cantidad de energía que necesitamos. Es posible que las recomendaciones no tengan en cuenta estos aspectos de forma adecuada.
Lo prometedor de los datos de este estudio es que ha utilizado una medida más precisa del gasto energético con personas de todas las edades que otras investigaciones en el pasado. Este trabajo nos muestra que las necesidades energéticas no parecen cambiar drásticamente a lo largo de la vida de un adulto. Sus resultados pueden ser útiles para ajustar nuestras recomendaciones actuales sobre las necesidades energéticas.
Será clave adecuar las nuevas recomendaciones sobre la ingesta de energía a cómo pueden variar las necesidades de cada persona según sus niveles de actividad y su peso corporal. También será importante desarrollar mejores formas de personalizar las recomendaciones, para que cada persona pueda gestionar su peso de la forma más eficaz.
Sin embargo, hay muchas formas sencillas de prevenir el aumento de peso a lo largo de la vida. Mantener la actividad física y llevar una dieta saludable son importantes. Aunque puede haber un cierto margen de error, registrar la ingesta de alimentos a diario puede ayudar a controlar la cantidad que se come, y puede ser útil para saber en qué aspectos hay que reducir el peso si éste aumenta.