La tercera dosis se comenzó a administrar a la población general de Israel el pasado 30 de julio, y aunque los expertos afirman que aún es muy pronto para sacar conclusiones respecto a la efectividad de esta vacuna de refuerzo, los efectos secundarios que se han registrado son muy pocos.
Por Pablo Duer
Jerusalén, 11 de agosto (EFE).- Más de 650 mil mayores de 60 años recibieron ya la tercera dosis de la vacuna Pfizer contra la COVID-19 en Israel, que confía en poder ofrecer al mundo información certera sobre la efectividad de este método a pesar de las objeciones de la Organización Mundial de Salud (OMS).
«Pioneros», esa fue la palabra que utilizó el Primer Ministro israelí, Naftali Benet, durante una ceremonia montada en ocasión del comienzo de la campaña de vacunación con la tercera dosis en el país.
Si bien Israel, donde más del 55 por ciento de la población cuenta desde hace meses con ambas dosis de la vacuna, no es el primer país en tomar esta medida, sí es el primero en hacerlo con la vacuna Pfizer, por lo que los ojos de múltiples países, sobre todo de Europa y América del Norte, están puestos allí.
Esta tercera dosis se comenzó a administrar a la población general el pasado 30 de julio, empezando por los mayores de 60 años, y si bien los expertos indican que aún es pronto para sacar conclusiones sobre su efectividad, las primeras indicaciones muestran que los efectos secundarios son los mismos o incluso menores que aquellos registrados tras la aplicación de la segunda.
Según cifras difundidas esta semana por el Ministerio de Sanidad, entre las primeras 600 mil personas inoculadas con la tercera dosis (cerca de la mitad de los habilitados para recibirla) tan solo 50 reportaron efectos secundarios, todos ellos leves y de corta duración.
«Ya tenemos información de que la tercera dosis es muy segura, ahora tenemos que seguir la cuestión de la eficacia. Es demasiado pronto porque, como cualquier otra vacuna, toma tiempo hasta que el cuerpo aumenta su inmunidad, por lo que probablemente esperaremos otra semana y luego se decidirá si la tercera dosis se debe administrar a los mayores de cuarenta años», explica a Efe Nadav Davidovitch, director de la Escuela de Salud Pública de la Universidad Ben Gurión y asesor del Gobierno en la gestión de la pandemia.
Si bien aún es pronto para sacar conclusiones sobre la efectividad de la tercera dosis en prevenir contagios o síntomas por COVID-19 entre la población general, el Centro Médico Rabin, al norte de Tel Aviv, difundió ayer un primer estudio sobre la efectividad de este método en adultos inmunodeprimidos, que comenzaron a recibir el refuerzo de Pfizer hace un mes.
Este estudio, que aún no cuenta con revisión de pares y que se basó en el análisis de 40 pacientes, reveló que la cifra de pacientes trasplantados que recibieron la tercera dosis y presentaron anticuerpos contra el coronavirus fue el doble que la de aquellos que sólo habían recibido dos.
«Somos un país modelo porque empezamos antes y estamos orgullosos de que otros países puedan ver cómo funciona acá la tercera dosis. Es una responsabilidad y algo que debemos compartir con el mundo», apunta Davidovitch, que destaca la dificultad de tomar decisiones en tiempo real y sin contar con información certera.
Consultado sobre la insistencia de la OMS sobre la necesidad de distribuir vacunas a poblaciones vulnerables en todo el mundo antes de administrar una tercera dosis sin suficiente evidencia científica, el experto y asesor gubernamental reconoció sentirse «incómodo» por el hecho de que su país está ofreciendo un refuerzo mientras que a otros les faltan vacunas.
«Creo que esto es un problema a gran escala, pero Israel definitivamente tiene un grado de responsabilidad», agregó, e indicó que el primer paso para resolver debería ser una mayor cooperación con la población palestina en materia de vacunas.
En paralelo con el aumento diario en la cantidad de personas inoculadas, Israel ha registrado en las últimas semanas un crecimiento imparable en las cifras de contagios diarios, que esta semana superaron los 6 mil y que representan un incremento preocupante frente a las decenas que se registraban a diario hasta el mes de junio.
Actualmente el país tiene casi 40 mil casos activos, 400 de ellos en estado grave, y en las últimas semanas se han registrado cada vez más contagios entre personas inoculadas, algo que algunos expertos vinculan con la disminución en los anticuerpos con el paso del tiempo o con la mayor resistencia de la variante Delta frente a la vacuna.
En base a esto, el Gobierno ha vuelto a implementar algunas de las restricciones eliminadas en los últimos meses y el primer ministro ha instado a la población a inocularse, tanto aquellos que pueden recibir la tercera dosis como quienes aún no hayan recibido la primera o la segunda (en su mayoría miembros de las comunidades ultraortodoxa y árabe).
כל הכבוד לאזרחי ישראל שיצאו להתחסן-
למען הבריאות. למען הכלכלה. למען החינוך. למען כולנו.
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צאו גם אתם להתחסן כבר מחר בבוקר!?? pic.twitter.com/JxcmiAlfql— Naftali Bennett בנט (@naftalibennett) August 11, 2021