Tomás Calvillo Unna
21/07/2021 - 12:05 am
El extravío del sueño
La ruptura se registró a detalle, se hizo historia, filosofía, religión; surgieron las iglesias.
Para la Comunidad del Silencio.
¿Dónde y cuándo inició el extravío?,
se buscó poder y se encontró fuera;
creció así el abismo dentro;
casi imperceptible, fue un lento desalojo;
voluntario y heredado.
Se multiplicaron
las guerras y el sufrimiento;
convirtieron al horizonte
en un laberinto.
El desasosiego imperó.
La ruptura se registró a detalle,
se hizo historia, filosofía, religión;
surgieron las iglesias.
Se codificó de múltiples maneras.
Se enterró una y otra vez,
siglo tras siglo.
Se negó y después, ese después
que es hoy,
la minimizó, arrinconó
hasta extinguirla,
en un supuesto vacío.
Se pretendió ejercer
el dominio absoluto,
acaparando la eternidad
en el mercado,
para la adoración de los sentidos;
y anudar con estos y para estos
la existencia toda.
Se perdió la concentración:
el lugar cierto,
el poder dentro .
Un exilio auto impuesto
para adquirir la normalidad,
y despojarse de esa inquietud nata
por saber qué hacemos aquí.
Los fantasmas adquirieron
carta de identidad
y escribieron su propia historia,
la nuestra.
2
La vastedad que nos habita
es inimaginable. Reconocernos
en su presencia es el principio:
la palabra lleva la responsabilidad
de saberlo. Lo demás es ruido,
caída libre, extravío.
Su inmensidad es asombro
e inicia dentro. Lo de afuera,
lo que creemos nuestro mundo,
es un guiño de su infinita soltura;
su secreto y poder es el tiempo
que la separación le permite.
Al cerrar los ojos
y ver más allá
se diluye ese juego de espejos:
las horas se extinguen
y el relato desnudo se aquieta.
¿Es el alma
la antiquísima herencia del ser,
o únicamente la artimaña
de tratar de entender?
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