La experta insiste en que muchas de las presuntas fuentes de felicidad parecen tan intuitivas y obvias que todos tenemos tendencia a dejarnos fascinar. «Allí es donde la ciencia puede encender una luz clara y rica. Los tres grandes mitos acerca de la felicidad en los que tendemos a caer se dilucidan tras conocer que determina la felicidad en un 10 por ciento las circunstancias, en un 40 por ciento la actividad deliberada, y en un 50 por ciento el valor de referencia».
Madrid, 20 de julio (EuropaPress).- Uno de los mayores impedimentos a la hora de ser felices es que lo que creemos que nos va a hacer feliz en realidad son pensamientos erróneos, aunque los hayamos adquirido a base de repeticiones, nos hayan convencido nuestros amigos o familiares, o nos hayan sido reforzadas por la cultura y sociedad que nos rodea.
Así lo defiende la profesora de Psicología de la Universidad de California Sonja Lyubomirsky, formada en la Universidad de Harvard y doctorada en Psicología social por la Universidad de Stanford (Estados Unidos). Según defiende en La Ciencia de la felicidad (Urano), todas sus pesquisas, propuestas y recomendaciones sobre la felicidad están basadas en la evidencia científica, que le ha valido por ejemplo el premio Templeton Positive Psychology Prize en 2002, a diferencia de otros trabajos.
Insiste en que muchas de las presuntas fuentes de felicidad parecen tan intuitivas y obvias que todos tenemos tendencia a dejarnos fascinar. «Allí es donde la ciencia puede encender una luz clara y rica. Los tres grandes mitos acerca de la felicidad en los que tendemos a caer se dilucidan tras conocer que determina la felicidad en un 10 por ciento las circunstancias, en un 40 por ciento la actividad deliberada, y en un 50 por ciento el valor de referencia», remarca en el libro.
MITO 1: «LA FELICIDAD SE TIENE QUE ENCONTRAR, ESTÁ ALLÍ FUERA, EN ALGUNA PARTE, EN ALGÚN LUGAR QUE QUEDA FUERA DE NUESTRO ALCANCE, UNA ESPECIE DE PARAÍSO TERRENAL»
Sobre el primero de los mitos sobre la felicidad, Sonja Lyubomirsky considera que este mito de encontrar la felicidad en alguna parte solo podría ocurrir si suceden las cosas correctas como que nos casamos con nuestro verdadero amor, si conseguimos el trabajo soñado, o si adquirimos una vivienda elegante.
«No seas una de esas personas que esperan que ocurra esto o lo otro para poder ser felices. Hay una tira cómica en la que se ve a un niño en un triciclo que le dice a un compañero de juego que sostiene una cometa, ‘estoy impaciente por crecer y ser feliz’. Si no eres feliz hoy, no lo serás mañana, a menos que tomes las riendas y hagas algo», subraya la experta.
De hecho, insiste en que el 40 por ciento de nuestra felicidad depende de nuestra actividad deliberada y supone apreciar la promesa del gran impacto que pueden tener en nuestra vida las estrategias deliberadas que podemos poner en práctica para convertirnos en personas más felices.
«Por consiguiente, la felicidad no está allí fuera, esperando a que la encontremos. Está dentro de nosotros. La felicidad, es más que nada, un estado mental, una manera de percibirnos y de concebirnos a nosotros mismos y al mundo que nos rodea. Por eso, si quieres ser feliz mañana, pasado mañana, y el resto de tu vida, puedes conseguirlo si eliges cambiar y manejar tu estado mental», defiende.
MITO 2: LA FELICIDAD CONSISTE EN CAMBIAR NUESTRAS CIRCUNSTANCIAS
En su opinión, «otra gran falacia» es la noción de que solo seríamos felices si cambiasen nuestras circunstancias de nuestra vida. Según revela, la realidad es que los elementos que determinaron nuestra felicidad en el pasado y que pueden traer la felicidad futura siguen estando con nosotros ahora y están aquí, esperando que los aprovechemos. «Los cambios de nuestras circunstancias, por positivos y sensacionales que sean, en realidad inciden muy poco en nuestro bienestar», agrega.
MITO 3: «LA FELICIDAD LA TIENES O NO LA TIENES»
En último lugar, Lyubomirsky defiende que la concepción de que nacemos felices o infelices es muy frecuente, y sobre todo los que no son demasiado felices creen que su infelicidad es genética y que, en realidad, no se puede hacer nada al respecto. «Por el contrario, cada vez hay más investigaciones que demuestran de forma convincente que podemos superar nuestra programación genética», sostiene.
«Cualquier intento importante por cambiar nuestra vida debe ir acompañado por mucho esfuerzo sostenido, y me atrevería a decir que la mayoría de las personas no pueden o no quieren dedicar ese tipo de esfuerzo. Además, todas las estrategias nuevas para mejorar la felicidad o la salud tienen algo en común: que cada una de ellas concede a la persona un objetivo específico, algo que hacer y algo que esperar. Tener objetivos propios se asocia intensamente con la felicidad y con la satisfacción en la vida. Por eso, cualquier estrategia nueva para la felicidad da resultado, al menos durante un tiempo», insiste la experta.
Por todo ello, defiende que la fuente de la felicidad se puede encontrar en la manera que cada uno tenga de comportarse, en lo que piensa y en los objetivos que se proponga cada uno en cada día de su vida. «No hay felicidad sin acción. Si cada vez que aceptas tu valor de referencia para la felicidad o tus circunstancias te acomete una sensación de pasividad y futilidad, has de saber que tienes a tu alcance una felicidad auténtica y duradera que se encuentra dentro del 40 por ciento de la felicidad que tienes que guiar», remarca.