La mexicana tiene muy claro que su inspiración viene de Gabriel Figueroa y de muchos otros fotógrafos que contribuyeron a hacer grande la historia del cine mexicano.
Cannes (Francia), 15 jul (EFE).- La mexicana Pamela Albarrán es un ejemplo de cómo las mujeres están en todas las áreas técnicas del cine. En su caso es directora de Fotografía y asegura que nunca se ha encontrado problemas de discriminación, pero está contenta con la visibilidad que supone el premio recibido hoy en Cannes.
Es el Angénieux Special Encouragement a una joven promesa en la Fotografía cinematográfica, un premio que ha sido «una sorpresa inesperada» para Albarrán, que dijo a EFE que aún está «tratando de asimilarlo».
El premio es un «apoyo para dar a conocer» su trayectoria, para presentar los trabajos que ha hecho y para ayudarla con los objetivos de su próximo proyecto.
Porque este reconocimiento, que se entrega en el marco del Festival de Cannes, consiste en que el galardonado pueda utilizar las lentes Angénieux -una de las ópticas referentes en el cine- durante un año.
Albarrán las utilizará para un cortometraje que es una ‘road movie’ y le permitirá jugar mejor con las luces nocturnas, algo muy presente en su trabajo.
En sus diez años de trayectoria profesional, ha trabajado en cortos como Contrafábula de una niña disecada (2012), de Alejandro Iglesias, o La tierra de Nod (2014), de Mariana Flores. Y su primer trabajo en un largometraje fue en Ayúdame a pasar la noche (2017), de José Ramón Chávez.
La mexicana tiene muy claro que su inspiración viene de Gabriel Figueroa y de muchos otros fotógrafos que contribuyeron a hacer grande la historia del cine mexicano.
La cercanía con Estados Unidos impulsó esta labor dentro del cine, que en México cuenta con grandes nombres como Rodrigo Prieto o Guillermo Navarro. «Cualquier aspirante a fotógrafo los tiene como referentes obligatorios», aseguró.
Y también resaltó que en los últimos años han llegado muchas mujeres a esta labor. En su caso, estudió con Erika Licea y Tatiana Cardenas, fotógrafas que abrieron las puertas «a las que llegamos un poco después», señaló Albarrán.
Cada vez hay más mujeres que se dedican a tareas técnicas en el cine y los diversos colectivos que se han creado en Francia -donde vive desde hace algunos años-, España, Estados Unidos, Reino Unido o Alemania, están contribuyendo mucho a mejorar la situación.
«En la escuela de cine había pocas mujeres y pensaba que era normal, había poco interés de las mujeres pero nunca me planteé por qué no había paridad», recuerda la mexicana, que destaca que en pocos años ha habido una gran evolución.
Hay «una ola que ha contagiado a todo el mundo y hay mujeres en puestos directivos de cualquier área». Y gracias a la labor de visibilidad de las asociaciones las mujeres han podido reunirse «y salir de la oscuridad».
En general, las mujeres fotógrafas tienen menores salarios en el cine que los hombres y la maternidad también tiene un papel importante en sus decisiones profesionales.
«Los espacios de las asociaciones permiten que discutamos y eso me ha ayudado muchísimo. Justo cuando me mudé a Francia me permitió integrarme allí y conocer a otras mujeres con inquietudes y deseos similares para que cambie la industria y haya paridad», explicó.
Formada en el Centro de Capacitación Cinematográfica de México (CCC) y en la ENS Louis Lumière de Francia, Albarrán afirmó que ha podido realizar su trabajo sin discriminación.
Pero, reconoce, «no es la suerte de todos». Por eso, da mucha importancia a premios como el recibido hoy en Cannes, y recuerda que también muchos hombre la ayudaron cuando empezaba, como Juan José Sarabia.
Y sobre su futuro, destaca la posibilidad que da el cine de viajar y espera que una vez acabada la pandemia pueda regresar a México y trabajar allí una temporada.