Tomás Calvillo Unna
07/07/2021 - 12:00 am
La piel tatuada del paisaje
La lluvia viste al paisaje mejor que nadie; al amanecer dos pinceladas le bastan para levantar el ánimo y apuntar con decoro hacia donde ver y que decir.
La lluvia viste al paisaje mejor que nadie;
al amanecer dos pinceladas le bastan
para levantar el ánimo
y apuntar con decoro
hacia donde ver y que decir;
sin necesidad de llamar más la atención:
La tormenta arroja sus verdades,
nos sacude.
Lo imprevisto es una prueba más.
Nada es antes.
Nada es después.
Lo que es,
es ahora.
Cada instante tiene su esqueleto,
su armadura , su rostro;
sus 360 grados,
su volumen, la geometría
de su experiencia.
Antes de desplegarse, ya sucedió.
La memoria ataja el olvido,
sus redes tarde o temprano
son desprendimiento,
escenas que se descarapelan ,
una y otra vez;
indagando en los umbrales,
advirtiendo el honor de cada quien
en el recinto de su oración y silencio:
Gracias por hacer posible la visión
Oír oler tocar gustar
Gracias por poder
Oír dentro
Ver dentro
Oler dentro
Tocar dentro
Gustar dentro
Gracias por
sentir que el mundo existe
que andamos aquí
por unos momentos
y sabemos del amor
para reconocernos
en este ejercicio del ser
para ser
Gracias a quien esté ahí
a quien intuimos
que nos acompaña
con su rostro
de infinita soledad.
Gracias por el eco;
la resonancia íntima
que nos conmueve.
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