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Susan Crowley

21/05/2021 - 12:03 am

El cuerno del diablo

La primera vez que se utilizó en la música clásica fue en las óperas Werther y Manon de Massenet.

El cuerno del diablo.
“El documental narra cómo, cuando surgió este ritmo lleno de locura, sin límite alguno, se conectó directamente con el alma de sus músicos, con su origen africano y con el dolor de una raza humillada que buscaba liberarse”. Foto: Especial

Existe una extraña asociación entre las fuerzas incontrolables de la naturaleza y el saxofón. Adolph Sax, su creador, tuvo una vida condenada por una especie de maldición. Jamás logró el éxito que anhelaba y murió en condiciones de pobreza extrema. Se dice que heredó su condena a muchos de los intérpretes de este peculiar instrumento. Tal vez sea la eterna lucha entre el alma y el espíritu de la que también nos habla Thomas Mann en su novela José y sus hermanos. El escritor alemán toma un mito ancestral semita para ilustrar el origen de la belleza. Después de la creación primera, Dios envió al alma para que animara a los objetos, diera vida a los seres y permitiera que los ciclos naturales se completaran.

Pero el alma era fuerza pura en movimiento; no entendía de permanencia, no sabía de contemplación. Expresión de la energía desmesurada, no se detenía ante nada. Lo mismo creaba que destruía. Su poder era tal que lo dominó todo. Así inició el caos. Sin contención alguna, no permitiría que la belleza existiera. Y es que la belleza es la fuerza del movimiento contenido. El alma sin gobierno no puede permanecer. Imaginemos la belleza en transfiguración permanente, sin detenerse; es la locura, el horror. Podría compararse con una presencia diabólica. Para ilustrar mejor este pasaje, imaginemos el flujo impetuoso de la música de un saxofón. Charlie Parker interpretando el clásico The Bird.

Según lo cuenta Mann, ante la imposibilidad de dominar al alma, Dios envió al espíritu como el contenedor capaz de abarcarla. Juntos, alma y espíritu, conformarían la belleza. Así se diferenció la armonía de lo “otro”. El espíritu moldeó al alma. La gobernó. Faltaba el arquitecto que continuara la labor totémica de domesticar al movimiento sin restarle poder. Por eso existen los artistas. A ellos corresponde descifrar la materia inaprensible, robarla y atraparla en la forma. La obra de arte es un arrebato subyugado. Exaltarlo o sucumbir en el intento es el compromiso del artista. Vivir la experiencia de la creación artística es posible porque el caos ha sido nombrado y separado del devenir para su contemplación.

Mesura y cualidad, contención y sentido. El arte es la eterna lucha entre alma y espíritu. De esta lucha surgen las obras más bellas, pero también las más oscuras y terribles. La pintura, la escultura, la danza y sobretodo la música pretenden ser energía controlada en todas sus formas. El sax ha llevado por este camino a muchos músicos, en esta búsqueda no son pocos los que se han perdido. El documental El Cuerno del diablo es la historia del saxofón, de su creador y de sus intérpretes más relevantes.

Casi todos huimos de lo que nos desagrada y anhelamos la belleza. Curiosamente, el sonido del sax provoca sensaciones encontradas. Tonalidades increíblemente dulces contrastan con sonidos que podrían emular los gruñidos de una bestia. No sabemos si su belleza nos fascina o su salvajismo nos irrita. ¿Será porque su flujo nos lleva a explorar los oscuros rincones del inconsciente? Ocurre algo parecido con las pinturas del Bosco, de Goya y de Bacon. Podría explicarse como un estado del alma en tránsito permanente. La experiencia nos produce desasosiego, melancolía. En la música existen muchos antecedentes: La Muerte y la Doncella de Schubert, la sonata Opus 111 de Beethoven, posteriormente, las óperas de Berg. Es muy difícil describir el efecto que causan en nosotros, pero es real. La experiencia al ver o escuchar ciertas obras nos cambia para siempre.

Visto así, el sax es un vehículo que nos puede elevar por sus dones o someternos como una maldición. Su flujo, a veces divino, otras espeluznante se ha relacionado con la vida de algunos de sus intérpretes, no todos; y por eso se ha convertido en leyenda: una especie de “pacto con el diablo”. El documental de Larry Weistein puede verse en Youtube. ¿Cuál era la particularidad del sax?, ¿en qué consiste esta especie de condena? ¿Es la imposibilidad de constreñir la fuerza de su sonido a la forma? El sax logra sonidos elevados, prodigiosos, pero también puede llevar a la locura.

Adolph Sax quería una variación del clarinete; mucho más elevada, con límites tan amplios que representaran un desafío sobrehumano para quien lo abordara. Su creador fusionó el poder del metal con las cualidades acústicas de la madera. Fue creado en 1840, en la era del esplendor de Beethoven. Berlioz lo consideró el mejor de todos los instrumentos. Se inauguró dentro de las bandas militares, a pesar de que, en la época de Hitler, se le rechazó por ser considerado un objeto degenerado.

La primera vez que se utilizó en la música clásica fue en las óperas Werther y Manon de Massenet. Pero el encuentro perfecto, la alianza esperada para el mundo del arte fue con el lenguaje del jazz. El documental narra cómo, cuando surgió este ritmo lleno de locura, sin límite alguno, se conectó directamente con el alma de sus músicos, con su origen africano y con el dolor de una raza humillada que buscaba liberarse. El saxofón pareciera haber estado siempre ahí, entre los humillados y sus lamentos, en la lucha por la libertad. Muy pronto los salones de baile se dejaron dominar por los rápidos ritmos y sus intérpretes lograron la atención de un público ávido de entrar en estados “alterados”, ¿fue acaso el sax que, anticipándose a la guitarra eléctrica, facilitaba la experimentación con las drogas? Lo cierto es que varios de sus primeros virtuosos fueron adictos terminales. No quiere decir que el arte y las drogas estén siempre conectados. No todos los drogadictos son genios. Y no se necesita drogarse para ser genial. Pero con el sax las coincidencias se multiplican.

Desde el inicio de la alianza músico -instrumento, pareciera que el diablo se hubiera infiltrado. El alma puede ser resguardada por el espíritu, pero también extraviada por el mal. Es cierto que son muchos los músicos valiosos que han llevado vidas ejemplares. Pero de eso no hablamos. Las vidas de grandes del sax fueron erráticas. Autodestructivos, suicidas, se dejaron arrastrar por sus vicios hasta convertir su existencia en un infierno. ¿Condenaron a su alma al relacionarse con el cuerno del diablo?

Giussepi Logan, uno de los mejores saxofonistas de los que se tenga memoria, podría ser un personaje de Paul Auster. Vivió sus últimos días en el parque Thompkins en el Lower East Side de Nueva York. Tras esfumarse en medio del éxito, se creyó que había muerto. Su adicción a las drogas lo perdió: familia, carrera, e incluso los dientes. Su música es legendaria, nunca lo abandonó. ¿El diablo siguió habitando en su sax?

Charlie Parker, Yardbird, como se le conocía, fue uno de los creadores del bebop, un vertiginoso ritmo que desbordó todas las escalas tradicionales. Su rebeldía lo llevó a un virtuosismo autodestructivo. La vida se le fue de las manos en un reto absurdo contra lo establecido; murió a los 34; parecía de sesenta. John Coltrane, sin duda el mejor de todos. Murió de cáncer de hígado a los cuarenta. Fue reconocido, no solo por su enorme talento, si no por ligar su obra a la lucha por los derechos humanos y por su misticismo. Los últimos diez años de su vida los pasó limpio. ¿Con su conversión mística Trane, como le decían, rescató su alma del diablo? Al escuchar su música podría pensarse que eso fue lo que el diablo le hizo creer. Charlie Rouse murió de cáncer de pulmón a los 64. Erich Dolphie a los 36 de coma diabético. Dexter Gordon tuvo problemas con las drogas y entró y salió de prisión en repetidas ocasiones. Lester Young, inmortal por su acompañamiento de otra suicida genial, Billie Holiday, murió por una hemorragia interna a causa de su alcoholismo a los 49 años.

Todos ellos fueron virtuosos, originales, innovadores, con una capacidad inaudita para la improvisación. Arquitectos de un templo llamado música, revolucionaron el jazz y atraparon a públicos de varias generaciones dispuestos a dejarse seducir por sus tonos, por sus notas altísimas, por su estilo, por no repetirse y jamás caer en complacencias, por dejar fluir sus emociones y llevarlas a bordar nuevos límites. En una palabra, eran libres a pesar de que su libertad los condujo por los más oscuros precipicios. Almas atrapadas en la oscuridad que paradójicamente terminaron por mostrar la verdadera luz del ser humano.

@Suscrowley

Documental El cuerno del diablo

Charlie Parker

John Coltrane

Susan Crowley
Nació en México el 5 de marzo de 1965 y estudió Historia del Arte con especialidad en Arte Ruso, Medieval y Contemporáneo. Ha coordinado y curado exposiciones de arte y es investigadora independiente. Ha asesorado y catalogado colecciones privadas de arte contemporáneo y emergente y es conferencista y profesora de grupos privados y universitarios. Ha publicado diversos ensayos y de crítica en diversas publicaciones especializadas. Conductora del programa Gabinete en TV UNAM de 2014 a 2016.
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