Después de dedicarse durante casi toda su vida a la docencia, ser germen de nuevos escritores y ser un referente internacional en la literatura mexicana, Mendoza dice que aún no cumple todas sus metas.
Por Azucena Manjarrez
Sinaloa, 5 de mayo (Río Doce).– Desde que Élmer Mendoza pensó en ser escritor, lo hizo sin miedo. Tenía poco más de 20 años cuando lo asumió decidido, aplicando la fórmula que hasta ahora le ha funcionado: escribir, escribir, escribir, una práctica en la que, asegura, los «relojes pierden las manecillas».
Le quedó claro lo que en su momento le dijo su maestro Fernando del Paso: “Hay que hacer las cosas a la altura de los mejores, si quieres sobrevivir como escritor, hay que superar las varas más altas, y para eso hay que tomar el toro por los cuernos”.
Y así lo hizo. Cuando está escribiendo un libro ya está pensando en el siguiente. La disciplina es un ejercicio que lo mantiene activo, siempre teniendo más metas que logros, tal vez por eso dice que siempre sonríe con alegría.
“De niño y de joven pensé dedicarme a una docena de oficios; desde músico a científico, pero era un lector voraz y eso fue abriendo para mí, un camino misterioso que me exigía hacerlo sin miedo; podía tener dudas, pero no miedo, es decir apostar todo”, señala.
“Ser escritor me obligaba a tomar decisiones serias y definitivas: la ruta debía seguir, era estudiar literatura en la UNAM, leer más y escribir cuentos… y saqué adelante a como pude los tres requerimientos y ahí es donde tuve consciencia de lo que significaba el reto del arte de narrar”.
EL EJERCICIO DE ESCRIBIR
Autor de más de una decena de libros, muchos de ellos traducidos a otros idiomas, Mendoza ha recibido los frutos de una fructífera carrera. Ha sido premiado con reconocimientos como el Premio Negra y Criminal de Tenerife, Dashiell Hammett, José Fuentes Mares, Planeta. La semana pasada fue condecorado con el Doctorado Honoris Causa por la Universidad Autónoma de Sinaloa.
“Hace más de 25 años me detuve en el desarrollo de mi quinta novela, no me gustaba lo que estaba resultando, no me seducía, no sé cuántos días pasaron cuando tuve una revelación: “debía escribir con un lenguaje que me saliera del corazón, el culichi, el lenguaje básico, del norte de México y fue fascinante que apareciera la Colonia Popular, en el corazón del pensamiento y de mi obra, a partir de ahí fue definir mi estética en la ciudad en que nací”, recuerda.
“Me prometí poner a Culiacán en el mapa de la cultura universal, es posible que lo haya logrado o abierto una puerta donde la generación siguiente pueda entrar y llegar más lejos que yo”.
“Tengo muchos planes todavía y metas por cumplir, espero no morir antes de que me muera, por eso me cuido mucho, estar fuerte, elástico para poder desarrollar mi oficio. Mis planes son más numerosos que mis logros, siempre estoy haciendo, terminé mi nueva novela y ya estaba escribiendo otra”, asegura.
“Tengo muchos planes todavía y metas por cumplir, espero no morir antes de que me muera, por eso me cuido mucho, estar fuerte, elástico para poder desarrollar mi oficio. Mis planes son más numerosos que mis logros, siempre estoy haciendo, terminé mi nueva novela y ya estaba escribiendo otra”, asegura.
NO PIENSA PARAR
Con su nueva novela en mano titulada: Ella entró por la ventana del baño y activo como el presidente de El Colegio de Sinaloa y docente de la Facultad de Filosofía y Letras de la UAS, Mendoza confiesa que no piensa parar.
“Trabajar mucho me mantiene coherente, sobre todo porque me gusta lo que hago, no prolijo odio, rencor, aunque esta profesión es de competencia, nunca he sentido querer ganarle a nadie, tener proyectos me mantiene activo”.
“Me siento bien, estoy trabajando, el lugar que tengo en el mundo de los escritores es muy bueno, siempre sigo recibiendo invitaciones. Soy un referente en la literatura y eso es como parte del trabajo, no para andársela creyendo”.
Para cumplir la promesa de colocar en el mapa de las letras a Sinaloa, el escritor comenta que ha trabajado mucho para lograrlo, eso le da tranquilidad.
“Mientras tengo trabajo, pienso poco en eso, dicen que soy hábil para manejar la fama, nunca la tengo en mi mente, como tal puede durar y desaparecer. Yo no tengo el sentimiento de ser profeta en mi tierra, sólo soy un trabajador, doy clases, trato de dar las mejores y escribir las mejores novelas”, asegura.
“Siempre he dado todo a mis alumnos, siempre cuentan conmigo aún con huelgas nunca he parado, siempre he tenido cupo lleno. Me comprometí y siempre he estado ahí y estoy orgulloso de ello, la Universidad lo merece. Nunca me he sentido marginado, tengo como principio que lo que me llegan a dar, es lo que merezco”.