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Redacción/SinEmbargo

18/04/2021 - 12:02 am

La perspectiva interseccional en grupos vulnerables por el VIH y el consumo de drogas

Por Rubén Carreón Diazconti y Edgar Iván Zazueta La perspectiva interseccional es una herramienta que nos permite analizar las diferencias e interdependencias entre varios grupos que se definen distintos entre sí a partir de variables socioculturales como la edad, el sexo, el género, la ubicación geográfica, la etnia, la orientación sexual, la identidad de género, […]

Foto Daniel Augusto Cuartoscuro

Por Rubén Carreón Diazconti y Edgar Iván Zazueta

La perspectiva interseccional es una herramienta que nos permite analizar las diferencias e interdependencias entre varios grupos que se definen distintos entre sí a partir de variables socioculturales como la edad, el sexo, el género, la ubicación geográfica, la etnia, la orientación sexual, la identidad de género, la condición de salud, el estado socioeconómico, entre otras dimensiones más.

Desde el inicio de la pandemia por VIH se tiene conocimiento de que el uso problemático de drogas ha estado presente como un factor de riesgo para adquirir el VIH, la mayor parte de los estudios explican que esta asociación se debe a las prácticas no adecuadas en el uso de drogas inyectables y a comportamientos riesgosos como el sexo sin protección, además de repercutir en la poca adherencia a tratamientos antirretrovirales, una vez adquirido el virus.

Si bien los grupos que han estado más afectados desde el inicio de la pandemia del VIH han cambiado, aún siguen figurando en la lista el grupo de hombres jóvenes que tienen sexo con hombres (HSH), un grupo en el que había bajado la prevalencia, pero que actualmente empieza de nuevo a hacerse cada vez más presente. Entre las poblaciones clave afectadas por la epidemia del vih/sida se encuentran también las mujeres y las minorías raciales y étnicas, así como grupos de bajos ingresos. Se sabe también, de acuerdo con el National Institute on Drug Abuse de Estados Unidos, que la proporción del total de casos de sida atribuibles a la transmisión heterosexual ha aumentado seis veces desde 1989, saltando del 5 al 31 por ciento, en donde se sabe que entre el 2000 y el 2004, el número de casos de sida diagnosticados anualmente que se atribuyen al contacto heterosexual ha aumentado en un 18 por ciento entre las mujeres y en un 24 por ciento entre los hombres.

Por su parte, mientras las personas afroamericanas componen el 13 por ciento de la población en los Estados Unidos, esto constituye un poco más de la mitad de los casos de sida diagnosticados en el 2004. Siguiendo con el reporte de National Institute on Drug Abuse, se señala que “las mujeres afroamericanas constituyen el 68 por ciento de los casos diagnosticados de VIH/SIDA entre mujeres en el 2001, mientras que los casos entre mujeres blancas representan el 16 por ciento y entre hispanas el 15 por ciento del total para ese año. Y, aunque los afroamericanos entre 13 y 19 años representan solamente el 15 por ciento de los adolescentes estadounidenses, constituyen el 66 por ciento de los casos nuevos de SIDA reportados entre adolescentes en el 2003”.

Si bien el tratamiento para moderar y/o erradicar el consumo de drogas puede ser exitoso para la prevención del VIH, se deben también considerar otros caminos, como el acceso a medicamentos antirretrovirales para el tratamiento, y para la prevención, es por ello por lo que se recomiendan campañas focalizadas de reducción de riesgos y daños a los grupos que presentan mayor vulnerabilidad y prevalencia de VIH de entre toda la población. La poca investigación que existe en México en el tema y de estos grupos en esos contextos de riesgos, así como el enfoque prohibicionista en el consumo de drogas dificultan las acciones y el trabajo a realizar.

Aún siguen en debate aspectos como la disminución del rendimiento neuropsicológico cuando se mezcla el consumo y el uso problemático de drogas en presencia del VIH, pero la mayor parte de los estudios adjudica más al consumo y el abuso de sustancias una afección al cerebro que en sí mismo una consecuencia por el virus en personas con ambas comorbilidades. Como sea, en ambos casos tanto el uso problemático de drogas como el VIH sin tratamiento puede afectar las funciones ordinarias del organismo, incluyendo el cerebro.

También cabe indagar la configuración de otras enfermedades como el COVID 19 en este escenario de salud y en estos grupos, todo parece indicar que a mayor riesgo habría mayor posibilidad de que la salud en estos grupos se vea más comprometida.

Por ejemplo, se ha comentado que las personas que viven con VIH y que cuentan con CD4 óptimos y una carga viral indetectable tienen menores probabilidades de ser afectados (as) por el Covid19, aun siendo portadores de este.

Con todo esto nos preguntamos acerca de las acciones que está tomando México para enfrentar y contrarrestar estas problemáticas.

En términos de VIH, cuando una persona adquiere la infección serán dos indicadores los que serán cuantificados a lo largo de su vida, estos son la carga viral y los CD4 (células de defensa que son atacadas por el virus). El uso de drogas y las comorbilidades asociadas también afectan la calidad de vida de las personas. Está demostrado que el uso problemático de drogas puede repercutir en la adherencia terapéutica. Los comportamientos asociados al uso problemático de drogas favorecen que la salud pase a segundo término en la mayoría de los casos.

En Clínica Especializada Condesa existe un programa que atiende estas problemáticas desde un enfoque interseccional. El programa de Reducción de Daños ofrece servicios a personas que usan drogas y a poblaciones callejeras que comparten comorbilidades sociales y de salud asociadas al VIH, como el uso de sustancias y la vida en calle.

En ambas poblaciones convergen minorías, indígenas, población trans, migrantes, repatriados (as), hombres y mujeres cis género con diversas necesidades. Johaan Hari, escritor y periodista de Reino Unido dice que lo contrario a adicción no es abstinencia o sobriedad, sino conexión.
Cuando se enriquece el contexto de la persona que presenta un uso problemático de alguna sustancia psicoactiva es muy probable que los daños que producen esas comorbilidades sociales y de salud se reduzcan o desaparezcan. Nunca olvidemos que la salud es un completo estado de bienestar no solo físico y mental, sino social, además. Entonces es preciso crear conexiones, que vinculen al empleo, a la educación o al cumplimiento de las expectativas de vida de las personas. Finalmente, si apelamos a la sentencia de Maia Szalavitz que dice: la adicción no es una enfermedad del cerebro, es un desorden del aprendizaje y tiene un final, puesto que, así como se aprende también se puede desaprender, entonces podemos favorecer esa conexión tan necesaria cuando se han perdido los vínculos afectivos y sociales por el uso problemático de drogas. Al parecer en lo que están de acuerdo Johaan Hari y Szalavitz es que el contexto define de manera importante lo que se vive en ese sentido. No es la rata, es la jaula, dice Bruce Alexander (ver teoría de Rat Park).

Gabor Mate refiere que detrás del uso problemático de drogas existe dolor y en la mayoría de los casos trauma en la infancia. Sin antes detectar la causa del uso problemático de drogas es difícil poder avanzar en el tratamiento. Por esa razón la psicoterapia basada en el modelo de reducción de daños puede favorecer el autocuidado y las mejores prácticas en las personas.

No existe una receta para hacer reducción de daños, este modelo es muy diverso, aunque basado en el sentido común y el pragmatismo. Sin embargo, con metas cortas se logran grandes cambios cuando se trata de preservar la vida y la salud de las personas que viven con VIH y usan drogas.

 

 

 

Rubén Carreón Diazconti, Maestro en Ciencias por El Colegio de Sonora

Twitter: @rubendiazconti

Rubén Carreón Diazconti es Antropólogo Social por la Universidad Veracruzana. Maestro en Ciencias Sociales por El Colegio de Sonora, Miembro del Comité Interviniendo Muros en Salud de la Universidad del Sur de California y el Instituto Nacional de Psiquiatría. Fue coordinador de la fase 4 del Proyecto binacional El Cuete en la Ciudad de Tijuana en 2011. Durante 2012 coordinó la Encuesta Nacional de Personas que se Inyectan Drogas en 3 Ciudades (Tijuana, Hermosillo y Cd. Juárez). Coordinador del Programa de Reducción de Daños del Programa de VIH/Sida de la Ciudad de México. Actualmente es Jefe de Unidad Departamental de Programas Específicos del Centro para la Prevención y Atención Integral del VIH/Sida de la Ciudad de México.

Edgar Iván Zazueta Luzanilla, Catedrático Conacyt en Instituto Mora

Twitter: @edgarivanzaz

Doctor en Ciencias con especialidad en Desarrollo Regional por el Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo A.C., pertenece al Sistema Nacional de Investigadores y a la Red CONACYT «Género, Sociedad y Medio Ambiente» (GESMA). Actualmente es profesor investigador del Instituto Mora.

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