Recientes sanciones establecidas en Estados Unidos y México a integrantes del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) presuntamente vinculados a atentados de alto perfil, como el ataque contra el titular de la Secretaría de Seguridad Ciudadana de la Ciudad de México, Omar García Harfuch, el son un ejemplo de que el grupo es de las pocas organizaciones transnacionales que siguen estructuradas de manera jerárquica.
Por Victoria Dittmar y Dario Zuza
Ciudad de México, 10 de abril (InSightCrime).- Pese a que las sanciones económicas contra líderes y asociados del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) por parte de las autoridades estadounidenses son numerosas y rutinarias, en esta ocasión los individuos sancionados ayudan a apreciar patrones y características de la estructura interna del CJNG.
Contrariamente a otras organizaciones criminales transnacionales –como el Cartel de Sinaloa– que suelen presentar una estructura relativamente horizontal donde la toma de decisiones es en muchos casos competencia exclusiva de facciones o grupos, el CJNG se caracteriza por una estructura jerárquica. En este grupo, las decisiones estratégicas parecen ser tomadas por los líderes y descienden por la cadena de mando hacia los encargados de llevarlas a cabo.
“La estructura del CJNG es totalmente vertical. Nemesio Oseguera, alias “El Mencho,” es el cerebro de todo”, comentó a InSight Crime David Saucedo, periodista y analista en temas de seguridad basado en México.
La información proporcionada por la OFAC y la UIF sobre El Sapo y sus asociados ilustran esta dinámica. Cuando El Sapo fue designado como “capo de la droga” en 2019, las autoridades estadounidenses afirmaron que al tiempo de ser jefe de plaza de Puerto Vallarta, planeaba asesinatos y secuestros para ganar territorio para El Mencho. Los informes publicados de este mes indican, además, que El Sapo dispone de subordinados en los que delega el ejercicio de acciones –en este caso, la adquisición de armamento, el transporte de integrantes y la ejecución de atentados.
Algunos medios, como La Opinión, incluso han especulado que «El Sapo» podría ser un posible sucesor de El «Mencho» y, de hecho, ya es un blanco prioritario para las autoridades mexicanas.
Si por algo se han caracterizado las estructuras criminales altamente jerárquicas y centralizadas en Latinoamérica es por su inestabilidad en caso de desaparición de sus líderes. En México, la llamada “Kingpin strategy” ha resultado en la fragmentación de varias estructuras criminales y en nuevas cuotas de violencia.
EL CASO
Recientes sanciones en Estados Unidos y México a integrantes del CJNG presuntamente vinculados a dos atentados de alto perfil son un ejemplo de que el grupo es de las pocas organizaciones transnacionales que siguen estructuradas de manera jerárquica.
La Oficina de Control de Activos Extranjeros del Departamento del Tesoro de Estados Unidos (OFAC por sus iniciales en inglés) anunció el 6 de abril que había sancionado a Carlos Rivera Varela, alias “La Firma” y a Francisco Gudiño Haro, alias “La Gallina”. Ambos individuos, según la OFAC, proporcionaron asistencia para orquestar asesinatos en nombre del Cartel de Jalisco Nueva Generación (CJNG) en la zona costera de Puerto Vallarta, en el estado de Jalisco.
La OFAC también señaló a Alejandro Chacón Miranda, un agente de viajes basado en la ciudad de Guadalajara, como colaborador con la organización para presuntamente organizar viajes para el cartel y facilitar envíos de droga.
Estos tres individuos estarían bajo las órdenes de Gonzalo Mendoza Gaytán, alias “El Sapo”, jefe de plaza en Puerto Vallarta.
Una semana antes de estas sanciones, la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF) de México ya había bloqueado las cuentas bancarias de Rivera Varela, Gudiño Haro y Chacón Miranda. Esta entidad también informó que los tres individuos presuntamente estaban vinculados con el asesinato del exgobernador de Jalisco, Aristóteles Sandoval, y con el atentado contra el jefe de la policía de la Ciudad de México, Omar García Harfuch, según Milenio y El Financiero.
El exgobernador Sandoval fue asesinado en un bar en Puerto Vallarta en diciembre de 2020 y García Harfuch fue atacado por al menos una docena de sicarios en una de las avenidas más transitadas y vigiladas del país. Las fotos y vídeos que se publicaron después de este incidente dejaron en evidencia la capacidad de armamento a la que el grupo tiene acceso: rifles de asalto de francotirador Barret calibre 50 y rifles de asalto FN SCAR de fabricación belga, normalmente utilizados por las fuerzas especiales.