Jorge Alberto Gudiño Hernández
05/12/2020 - 12:05 am
Entender al universo
No se sobreinterprete, estos cuentos y novelas cortas no son especialmente complicados. Si acaso, funcionan en el mismo sentido en que lo hace la mejor de las literaturas, que es al sitio al que pertenece: nos permiten cuestionarnos asuntos relacionados con nosotros mismos.
Nunca he sido fanático de la ciencia ficción. Es uno de los subgéneros literarios que no me gustan demasiado. Sé que estoy generalizando pero es a partir de las generalizaciones que uno va conformando su horizonte de expectativas cuando a libros se refiere. También a otros asuntos. Uno puede sostener que le gustan determinados tipos de comida aunque, evidentemente, no haya probado todos los platillos. El argumento puede partir de un ingrediente, una forma de preparación o ciertos condimentos. A mí, en general, no me encanta la ciencia ficción porque lo que he leído suele quedar lejos del componente científico o porque se ocupan demasiado de éste y se olvidan de contar la historia. Como ejemplo, baste hablar de los años luz que puede recorrer una nave espacial en alguna saga intergaláctica. El problema es que los años luz se definen a partir de los años terrestres. Resultaría absurdo que alguien que vive en una galaxia muy lejana los utilizara para medir su propio desplazamiento.
En fin, en ésas andaba cuando llegó a mis manos Exhalación de Ted Chiang, editado por Sexto Piso. Lo leí por diferentes razones. La principal fue que uno de mis mejores amigos me había recomendado Arrival, una película basada en uno de los cuentos del mismo autor. Confieso que tampoco la había visto pero era una buena oportunidad para ponerme a mano.
Debo decir que me sorprendió el libro. No sólo por su calidad narrativa, sino por su capacidad de reivindicar un género del que yo estaba alejado. Exagero: mis reticencias con el género han disminuido apenas un poco, si acaso. Sin embargo, sí amplió mi panorama de expectativas toda vez que me hizo comprender nuevas formas de narrar lo humano. Desde conceptos que, éstos sí, están anclados a una ciencia ficción que podría calificar de dura.
En los relatos que conforman Exhalación hay viajes en el tiempo, mascotas virtuales, universos paralelos a partir de replicaciones cuánticas, una explicación en torno a la existencia misma, una discusión en torno a la verdad y el lenguaje, y varias historias muy bien fundadas en teorías científicas. Tanto, que consiguen adentrarse a una disciplina que suele ser su contraparte aunque, en realidad, le queda bastante cerca. Los planteamientos de Chiang son tan profundos que de pronto ya estamos atrapados por dilemas éticos, por preguntas ontológicas, por una búsqueda a niveles epistémicos en torno al lenguaje.
No se sobreinterprete, estos cuentos y novelas cortas no son especialmente complicados. Si acaso, funcionan en el mismo sentido en que lo hace la mejor de las literaturas, que es al sitio al que pertenece: nos permiten cuestionarnos asuntos relacionados con nosotros mismos.
Por cierto, tras leer el libro, vi Arrival. De nuevo: me topé con planteamientos que normalmente me harían alejarme. Hay unas naves que llegan a la Tierra con sendos extraterrestres dentro. Nada que me llamara la atención… Y es maravillosa. No sólo porque consigue conciliar la idea del lenguaje con la de la comprensión del todo, con el tiempo y con la forma en que nos adentramos a la realidad. También, y sobre todo, porque cuenta una historia tremendamente triste en los primeros minutos que se vuelve casi insoportable hacia el final.
Ignoro si seguiré leyendo ciencia ficción. Sé que buscaré la literatura de Ted Chiang. No sólo escribe acerca de algunas de mis propias obsesiones sino que cuenta historias que me permiten entender mejor al universo, al mundo y, en consecuencia, a mí mismo.
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