Los autores explican que aunque sería una gran tarea mejorar la conservación del hábitat y los sistemas de salud, así como la vigilancia en los aeropuertos como última línea de defensa, el beneficio en términos de protección contra las pandemias debilitantes superaría los costos.
Madrid, 26 de noviembre (Europa Press).- Un equipo internacional de investigadores ha calculado cuáles podrían ser las zonas donde se genere una nueva pandemia. Según sus estimaciones, publicadas en la revista One Health, hasta el 20 por ciento de las ciudades más conectadas del mundo están en mayor riesgo.
Las zonas que presentan un alto grado de presión humana sobre la vida silvestre también tenían más del 40 por ciento de las ciudades más conectadas del mundo en o adyacentes a zonas de probable propagación, y entre el 14 y el 20 por ciento de las ciudades más conectadas del mundo en riesgo de que esos efectos indirectos no se detectaran debido a la deficiente infraestructura sanitaria (predominantemente en el sur y el sudeste de Asia y en el África subsahariana). Al igual que con la COVID, el impacto de esos efectos indirectos podría ser mundial.
Areas where the next #pandemic could emerge have been revealed in @ElsevierConnect journal #OneHealth led by @EpiDoctor, looking at the intersecting global geography of animal-human interfaces, poor health systems & air transit centrality.
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Dirigido por la Universidad de Sídney y con académicos que abarcan Reino Unido, India y Etiopía, el documento muestra las ciudades de todo el mundo que están en peligro. Primero, los investigadores identificaron dónde es mayor el espacio compartido entre la vida salvaje y los humanos y, por lo tanto, dónde se esperaría que los eventos de derrame fueran más comunes. Los investigadores se refieren a esto como las zonas de alerta «amarilla» y «naranja» de las interacciones de dos y tres vías entre los humanos, los animales domésticos y la vida silvestre.
A continuación, identificaron dónde coinciden las zonas de alta interfaz entre la vida silvestre y los seres humanos con las zonas de bajo rendimiento del sistema de salud, que comprenderían las zonas que se espera que no tengan cadenas de transmisión en curso. Por último, detectaron las ciudades dentro o adyacentes a esas zonas de riesgo de propagación que están muy conectadas a la red de transporte aéreo mundial y que, por lo tanto, pueden servir como conductos para futuras pandemias (los nombres de las ciudades en las zonas de alerta pueden verse ampliando los mapas de alta resolución).
De las ciudades que se encontraban en el cuartil superior de la centralidad de la red, aproximadamente el 43 por ciento se encontraban dentro de los 50 km de las zonas de desbordamiento y, por lo tanto, merecen atención (zonas de alerta amarilla y naranja). Una proporción menor, pero aún significativa, de esas ciudades se encontraba dentro de los 50 km de la zona de alerta roja, con un 14.2 por ciento (por los efectos indirectos asociados a la fauna mamífera) y un 19.6 por ciento (por los efectos indirectos asociados a las aves silvestres).
Los autores explican que aunque sería una gran tarea mejorar la conservación del hábitat y los sistemas de salud, así como la vigilancia en los aeropuertos como última línea de defensa, el beneficio en términos de protección contra las pandemias debilitantes superaría los costos.