Rubén Martín
15/11/2020 - 12:04 am
PAN-PRI-PRD: Alianza zombi
Por ser responsables de gobiernos que han corrompido, despilfarrado los bienes de la nación y por promover un modelo económico que explota la mano de obra, que despoja territorios y bienes comunes y que está orientado a obtener beneficios para una minoría codiciosa, la alianza del PAN, PRI y PRD está destinada al fracaso. Es una alianza zombi que sólo despide el hedor de lo muerto, de lo podrido.
Como si se anunciara el regreso de los muertos vivientes, los dirigentes de los partidos Acción Nacional (PAN), Revolucionario Institucional (PRI) y de la Revolución Democrática (PRD) dieron a conocer su intención de conformar una alianza electoral para los comicios federales de 2021 y al mismo tiempo competir juntos por gobiernos locales en varios estados.
En su desesperado intento de resurgir de sus cenizas, los dirigentes de estos partidos opositores están dispuestos a hacer a un lado sus programas, plataformas electorales, principios ideológicos y hasta a olvidar los innumerables agravios que se han asestado entre sí, todo con el objetivo de derrotar al actual partido gobernante, Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), fundado por Andrés Manuel López Obrador.
El anuncio fue hecho el pasado 10 de noviembre durante la llamada Convención Nacional Ciudadana convocada por la organización Sí por México, que encabeza la expriista Beatriz Pagés Rebollar. Sí por México es impulsada por los empresarios Claudio X. González y Gustavo de Hoyos, entre otros.
Como cabía esperar, los dirigentes de los tres partidos ahora opositores y minoritarios, no escatimaron en críticas e insultos al Presidente López Obrador y su Gobierno. Marko Cortés, del PAN, acusó a López Obrador de comportarse como autócrata y encabezar un Gobierno autoritario. Jesús Zambrano, del PRD, antigua aliado del actual mandatario, calificó a la Cuarta Transformación de ser un proyecto de “carácter dictatorial”. Alejandro Cárdenas, del PRI, dijo que el tricolor aprendió la lección de la derrota de 2018 y está dispuesto a una alianza con otros partidos y con la sociedad civil.
¿Hasta donde pueden llegar las tres agrupaciones que son el núcleo duro de la partidocracia tradicional, derrotada contundentemente en 2018? Los números indican que la suma de sus debilidades no necesariamente potenciará sus fuerzas.
Para empezar, en México sigue imperando una desconfianza y rechazo casi masivo a los partidos políticos. Unos más y otros menos, pero todos sin excepción. Es un rechazo y una desconfianza provocado justamente por gobiernos de los tres partidos que ahora aspiran a regresar al poder.
De acuerdo con una encuesta de la Consultora Mitofsky (septiembre de 2020), 64.5 por ciento de la población no confía en los partidos en México y apenas 11.8 por ciento tiene confianza por estas organizaciones. Es decir, hay una desconfianza casi generalizada por los partidos.
Pero las cifras son de escándalo al analizar los números de cada organización política; de hecho todos tienen más calificaciones negativas que positivas, incluido Morena: apenas 31 de cada 100 entrevistados tiene buena opinión este partido, mientras que 51.2 por ciento tiene mala opinión por la organización del Presidente.
Los números para los partidos que anunciaron su interés en aliarse son francamente malos. El PAN tiene 15.6 por ciento de confianza y 51.5 por ciento de desconfianza; por el PRI confían 5.1 por ciento y desconfían 72.4 por ciento. Los datos por el PRD son de risa: desconfían 69.8 por ciento y obtuvo 0 (cero) por ciento de confianza.
Es decir, ni sumando los datos positivos de PAN, PRI y PRD alcanzan el 31 por ciento de confianza que consiguió Morena.
El rechazo hacia los partidos es profundo y se ha ido gestando por los agravios que han cometido contra los mexicanos. Los entrevistados por Mitofsky dicen que los partidos son corruptos, que no escuchan a la gente, que son atrasados y que solo trabajan por sus intereses. Por eso no sorprende cuando la mayoría (54.9 por ciento) dicen que México estaría mejor sin los partidos políticos.
Y como dije antes, este rechazo y malestar hacia los partidos políticos, bien lo sabemos, no es gratuito se ha ido labrado en una serie de gobiernos que convirtieron a la corrupción generalizada en un mecanismo de enriquecimiento de la clase política y los socios privados privilegiados por la obra pública, los contratos y el desvío descarado de recursos.
Es imposible olvidar que los partidos que hoy se proponen detener el “autoritarismo” de Morena, se robaban elecciones descaradamente como en 1988 por Carlos Salinas de Gortari en contra el candidato del Frente Democrático Nacional (FDN) Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano; o en innumerables elecciones estatales y municipales. Los partidos de la alianza PAN-PRI-PRD son los mismos que han cometido hechos represivos como los de Tlatelolco en 1968, el Halconazo en la Ciudad de México de 1971, la represión contra el sindicalismo independiente, contra el magisterio, contra pueblos indígenas; contra el pueblo de Atenco y de Oaxaca, movilizados en 2006.
Estos partidos son los firmantes del Pacto por México y quienes apuntalaron un modelo económico neoliberal que saqueó a la sociedad y entregó en concesiones (mineras, petroleras, radioeléctricas, de telefonía fija y celular, playas, ferrocarrileras, carreteras) buena parte de los bienes nacionales a empresarios privados que se convirtieron en billonarios incluidos en la lista de Forbes, todo mientras la clase trabajadora era explotada con salarios de miseria y recortes drásticos de prestaciones sociales y servicios públicos.
Quizá los dirigentes de estos partidos se olviden, por ejemplo, que el PRI le robó la elección al PAN en 1986 en Chihuahua, o que el salinismo asesinó a más de 600 militantes y dirigentes perredistas o que gobiernos panistas como el de Francisco Ramírez Acuña ordenaron una represión, tortura y violación de derechos humanos masiva en mayo de 2004. Quizá ellos lo olviden, pero no así la mayoría de la población.
Por ser responsables de gobiernos que han corrompido, despilfarrado los bienes de la nación y por promover un modelo económico que explota la mano de obra, que despoja territorios y bienes comunes y que está orientado a obtener beneficios para una minoría codiciosa, la alianza del PAN, PRI y PRD está destinada al fracaso. Es una alianza zombi que sólo despide el hedor de lo muerto, de lo podrido.
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