La pandemia, acorde con el panorama mundial, comenzó a afectar a partir de marzo en la región y provocó caídas del 9.4 por ciento en América del Sur, del 7.9 por ciento en el Caribe y del 8.4 por ciento en América Central y México.
MADRID, 6 de octubre (EuropaPress).- América Latina y el Caribe se enfrentará a una recuperación «mucho más lenta» de lo previsto de la crisis de coronavirus, de modo que la recuperación de la actividad económica no se alcanzará en varios años, según un análisis realizado por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe de Naciones Unidas (CEPAL).
La secretaria ejecutiva de CEPAL, Alicia Bárcena, ha expuesto esta tesis durante la presentación del informe, del que se desprende el impacto severo en materia económica sobre la región, con la pérdida de una década en términos de PIB per cápita, 44 millones de personas en situación de desempleo y una tasa de informalidad del 54 por ciento que afecta a 159 millones de latinoamericanos.
«La recuperación va a ser mucho más lenta y tenemos que prepararnos para una recuperación que no se va dar ni en el 2021, ni el 2022, ni el 2023», ha advertido Bárcena, quien ha puesto de relieve las carencias de la región en términos laborales, donde solo el 23 por ciento de los trabajadores pueden teletrabajar ante la falta de Internet, el 47 por ciento de los trabajadores no cuenta con una cobertura médica y la pobreza amenaza con llegar a niveles de 2005, con 231 millones de personas.
Con respecto a los datos recogidos hasta el momento, el Producto Interior Bruto (PIB) cayó un 8.3 por ciento en el primer semestre, con una caída del 1.6 por ciento en el primer trimestre y una contracción del 15.5 por ciento en el segundo, con caídas históricas en varias economías, como Perú (-30,2 por ciento) o Argentina (-19,1 por ciento).
La previsión de la CEPAL para el PIB latinoamericano es de una contracción del 9,1 por ciento en 2020.
La pandemia, acorde con el panorama mundial, comenzó a afectar a partir de marzo en la región y provocó caídas del 9.4 por ciento en América del Sur, del 7.9 por ciento en el Caribe y del 8.4 por ciento en América Central y México.
El organismo explica que la recuperación y la dinámica de crecimiento enfrenta «importantes desafíos», en un contexto de incertidumbre en la economía internacional, una dinámica de la pandemia con probabilidad de rebrotes, efectos negativos que afectan a la dinámica productiva, el empleo y la demanda agregada, así como riesgos sistémicos por acumulación de deuda y mayor volatilidad.
MANTENER LAS POLÍTICAS MONETARIAS Y UN MARCO DE SOSTENIBILIDAD
La receta de la CEPAL para afrontar la crisis se centra en cuatro ejes: una política fiscal activa en un marco de sostenibilidad centrado en el refuerzo de los ingresos públicos; mantener las políticas monetarias expansivas convencionales y no convencionales; fortalecer la regulación de los flujos de capitales para preservar la estabilidad macrofinanciera en el corto y medio plazo; y un mayor papel de la cooperación internacional, que es «fundamental para ampliar el espacio de las políticas macroeconómicas».
«La pandemia destacó la importancia de la acción pública a través de la política fiscal con esfuerzos importantes para mitigar los efectos sociales y económicos de la pandemia y planes para reactivar la economía», destaca Bárcena, quien afirma que los esfuerzos fiscales latinoamericanos ascendieron a un 4.1 por ciento del PIB, mientras que las garantías estatales de crédito de hasta el 10 por ciento del PIB, entre otras medidas como el uso de fondos soberanos, la financiación de instituciones de crédito o la emisión de deuda.
La factura de este mayor despliegue será de un aumento de 9.3 puntos porcentuales de la deuda en América Latina, que llegará al 55.3 por ciento y al 68.8 por ciento en el Caribe en la relación de deuda PIB.
Por ello, la CEPAL cree que la región debe mantener una política fiscal expansiva basada en una subida de la recaudación tributaria.
De hecho, la insitución con sede en Santiago de Chile cree que es fundamental eliminar espacios de evasión y elusión tributaria que asciende el 6.1 por ciento del PIB equivalentes a casi 325 mil millones de dólares (275 mil 580 millones de euros).
También ha puesto el foco en consolidar el impuesto a la renta y extender el alcance de los impuestos sobre el patrimonio y la propiedad e impuestos a la economía digital, muy por debajo de los niveles de otros países de la OCDE.
INFLACIÓN
Por su parte, la inflación ha mostrado niveles históricamente bajos durante la crisis, en niveles por debajo del tres por ciento en 23 economías, ligados a un mayor pragmatismo de las autoridades monetarias que han estimulado la adopción de políticas expansivas convencionales y no convencionales.
Si bien esto es positivo de la perspectiva de medidas monetarias, Bárcena ha advertido de que la economía no está «completamente activada», dados los periodos de confinamiento para frenar la propagación del brote vírico.
AMPLIACIÓN DE DERECHOS ESPECIALES DE GIRO
Respecto al papel de los organismos multilaterales, Bárcena ha hecho hincapié en la emisión y ampliación de Derechos Especiales de Giro del FMI, que servirían para expandir la capacidad de financiación de la región y aumentar la liquidez en 79 mil millones de dólares (67 mil millones de euros).
Otra alternativa considerada por la CEPAL es la iniciativa del Fondo para aliviar la economía de COVID-19 (FACE), un mecanismo innovador propuesto por Costa Rica para proporcionar financiamiento concesional a los países en desarrollo con un periodo de repago de 50 años y tasas de interés cercanas a cero y un volumen de 516 mil millones de dólares (437 mil 713 millones de euros).
ALIVIO DE DEUDA
La CEPAL también ha incidido en el alivio y reestructuración de la deuda en varios países de renta media de la región para favorecer a la recuperación, ya que cuentan con una alta carga de pagos de intereses.
Para ello, el organismo considera necesario crear un mecanismo internacional para la reestructuración de la deuda soberana, que favorezca a rebajar la incertidumbre y los riesgos. Además, la adopción de medidas de alivio de deuda aumentaría la disponibilidad de recursos para el desarrollo.
En el caso caribeño, la institución cree se debería asignar un trato especial a través de donaciones, alivios o cancelaciones de deuda sin condiciones, dado el impacto recibido por la epidemia y su constante exposición a desastres naturales.