La COVID-19 impulsó una de las peores crisis de empleo en México durante los últimos 20 años. Con la falta de movilidad social y la suspensión de actividades no esenciales, entre marzo y abril de 2020, más de 12 millones de personas abandonaron el mercado laboral. Sin embargo, así como el desempleo y la parálisis de labores subieron como la espuma, la recuperación de trabajos ha sido más dinámica que en crisis anteriores. Hasta agosto, seis de cada 10 personas inactivas por la pandemia regresaron a trabajar.
Ciudad de México, 5 de octubre (SinEmbargo).- El mercado laboral mexicano atrapó más que un resfriado en marzo de éste año, cuando el Gobierno federal declaró medidas de contingencia sanitaria por la pandemia de coronavirus. El sector económico de los servicios –que incluye comercios y restaurantes– fue el más golpeado, aunque la industria y el campo tampoco estuvieron a salvo. En un mes, entre marzo y abril, dos de cada 10 personas económicamente activas dejaron de realizar actividades económicas y/o de búsqueda de empleo.
Las cifras oficiales de 2020 indican que la disminución de la actividad en el mercado laboral formal fue dramática, sobre todo si la comparamos con las de otras crisis económicas por las que atravesó el país en las últimas dos décadas.
Durante los primeros cuatro años (2000-2004) del sexenio de Vicente Fox Quesada, por ejemplo, el país lidió con una debilidad o atonía económica que desaceleró la generación de empleos formales, de acuerdo con cifras del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS). La crisis laboral tocó fondo en diciembre de 2001, justo un año después de haber iniciado, con una pérdida acumulada de 606 mil 569 empleos formales, equiparable a una reducción de 4.7 por ciento real en comparación con el número de trabajos generados en noviembre del año 2000.
Unos años después –como consecuencia del proceso de colapso (2004-2006) del mercado inmobiliario en Estados Unidos– hubo una recesión internacional que sacudió a México. Entre octubre de 2008 y julio de 2010, el Gobierno del expresidente Felipe Calderón Hinojosa hizo frente a una crisis económica que afectó la generación nacional de empleos, cuyo peor momento sucedió en mayo de 2009, con una pérdida acumulada de 696 mil 438 trabajos, o bien, un déficit de 4.8 por ciento real en comparación con la cantidad de empleos registrados en octubre de 2008.
Los efectos de las crisis laborales de 2000-2004 y 2008-2010 fueron severas, aunque la crisis de éste año hizo que la pérdida de empleos formales alcanzara otro peor nivel. De acuerdo con las cifras de empleos registrados ante el IMSS, entre marzo y julio de 2020 se perdieron 1 millón 117 mil 584 trabajos formales, lo que equivale a una contracción de 5.4 por ciento real en comparación con el saldo de empleos registrados en febrero de 2020. Sin embargo, el meollo de la crisis laboral ocurrió en julio de éste año, cuando la pérdida de trabajos formales fue de 5.5 por ciento real con respecto al mes de febrero.
A pesar de la desaceleración del mercado laboral formal, las cifras del IMSS también indican que hay un proceso de recuperación mucho más dinámico que el observado durante los periodos de crisis de 2000-2004 y 2008-2010. Lo anterior se debe a que el desempleo y la parálisis de labores de éste año fueron consecuencias de una política pública de distanciamiento social y de suspensión de actividades no esenciales, a diferencia de lo ocurrido en las crisis anteriores, cuando el declive del mercado de trabajo se debió a problemas de oferta y demanda, o bien, a fluctuaciones cíclicas de la actividad económica.
Mientras que la pérdida de empleos por la atonía económica de hace 20 años tardó 46 meses en ser revertida, y a la par que los estragos laborales de la recesión de hace 12 años no fueron remendados sino hasta 20 meses después de iniciada la crisis, la recuperación de empleos de 2020 ocurrió cinco meses después de la caída de empleos formales registrada en marzo, con un repunte de 92 mil 390 empleos en agosto, y se espera que en los próximos seis a 12 meses –si es que no hay un rebote de la pandemia– haya una recuperación casi completa.
CRISIS Y REPUNTE LABORAL
La crisis del mercado laboral implica menores ingresos para los hogares y para los gobiernos, así como un declive de la productividad que se inscribe dentro de un contexto de recesión económica internacional agravada por la COVID-19, que tendrá consecuencias importantes en términos de pobreza y desigualdad a nivel nacional, de acuerdo con datos de organismos nacionales (Banxico) e internacionales (Cepal). Sin embargo, las perspectivas de recuperación económica en el corto plazo son positivas.
El Banco de México, por ejemplo, prevé que el Producto Interno Bruto crezca 3.2 por ciento en 2021, en contraste con la caída de 9.8 por ciento que se espera durante éste año. Y el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (Inegi) reportó una mejoría en el último mes del índice de confianza del sector empresarial mexicano, sobre todo en los rubros comercial, manufacturero y de la construcción.
Una dinámica similar de repunte se espera en el mercado laboral mexicano, que en los últimos meses presentó mejora, aunque aún falta que se recupere del golpe de la pandemia. En ese sentido, las cifras del Inegi permiten dimensionar la magnitud de la caída y del repunte.
A partir de marzo, no sólo fueron a la baja los trabajos formales. Todo el mercado laboral sufrió un colapso, incluidos los empleos en condiciones de informalidad (sin prestaciones sociales) y aquellos que participan del mercado informal (no gravados). Entre marzo y junio, la tasa de desempleo pasó de 2.9 a 5.5 por ciento de la población económicamente activa (PEA), que incluye a las personas de 15 y más años que trabajan y/o que están en búsqueda de trabajo. Sin embargo, entre junio y agosto hubo mejora, ya que la tasa se situó en 5.2 por ciento, con un total de 2 millones 789 mil 176 personas desocupadas.
Aunque la tasa promedio de desocupación durante el segundo trimestre de 2020 no es la más alta en los últimos 20 años, lo cierto es que en comparación con el trimestre inmediatamente anterior tuvo la fluctuación más elevada de las últimas dos décadas, incluso superando a aquellas registradas durante las crisis económicas de 2000-2004 y 2009-2010.
Asimismo, la información oficial indica que entre marzo y abril de 2020 fue registrada la variación mensual (dos puntos porcentuales) más elevada en los últimos 20 años de la Tasa de Presión General (TPRG), pese a que la TPRG más alta en las últimas dos décadas (10.4 por ciento de la PEA) fue registrada en enero de 2010, mientras que el nivel registrado hasta agosto de éste año (8.4 por ciento de la PEA) fue el más elevado desde octubre de 2015. La TPRG es el porcentaje que representa a la población desocupada, más la ocupada que busca trabajo, respecto a la PEA.
En términos reales, la caída más fuerte de empleos de éste año se dio entre marzo y abril, cuando 12 millones 460 mil 841 personas abandonaron el mercado laboral, lo que implicó una caída de 22.3 por ciento. Sin embargo, entre abril y agosto la situación mejoró con un repunte de 16.5 por ciento, lo que implicó que en ese periodo, 7 millones 139 mil 463 personas se reincorporaron al mercado laboral. Esto quiere decir que, hasta agosto, seis de cada 10 personas inactivas por la pandemia de coronavirus regresaron a trabajar, quedando por recuperar su actividad regular 5 millones 321 mil 378 personas, de las cuales 60.9 por ciento pertenecen al sector formal y 39.1 por ciento al sector informal.
Las cifras más recientes del Inegi también indican que entre marzo y agosto de 2020, el sector terciario o de servicios fue el más afectado, con un saldo de 5 millones 372 mil 641 puestos de trabajo perdidos o en estado de suspensión, sobre todo impulsado por la desaceleración en los restaurantes y servicios de alojamiento, así como en los rubros laborales asociados a servicios profesionales, financieros y corporativos, además de aquellos ligados a servicios diversos y comercio.
En ese mismo lapso de cinco meses, el segundo sector más afectado fue el secundario o industrial, que hasta la fecha tiene un déficit de 813 mil 573 trabajos, en su mayoría (87 por ciento) pertenecientes a la industria manufacturera. Y en el caso del sector primario o de materias primas, el Inegi registró un superávit por el aumento de 910 mil 785 empleos, o bien, un crecimiento de 14.4 por ciento en la mano de obra dedicada a actividades agropecuarias.