Las huellas, de hace unos 120 mil años, son de humanos, elefantes y caballos, entre otros animales, y suponen la evidencia más antigua de los movimientos humanos en esta parte del mundo, contemporánea a las conocidas dispersiones humanas desde África al Levante mediterráneo.
Madrid, 18 sep (EFE).- Un equipo internacional de investigadores ha descubierto que hace 120 mil años, los desiertos del norte de Arabia fueron un lago rodeado de exuberantes praderas que atraían a los animales y las personas, lo que constituye la evidencia más antigua de presencia de humanos en la zona.
Situada entre África y Asia, la Península Arábiga es una región importante para comprender los movimientos y migraciones de la evolución humana entre los continentes, pero, pese a su importancia, la escasez del registro fósil, ha dificultado su estudio paleontológico.
Hoy, en un nuevo estudio publicado en Science Advances, investigadores de los Institutos Max Planck de Ecología Química (MPI-CE) y de las Ciencias de Historia Humana (MPI-SHH) de Jena (Alemania) y de la Universidad Real Holloway de Londres (Reino Unido), describen un gran conjunto de huellas fósiles descubiertas en un antiguo depósito lacustre del desierto de Nefud, en Arabia Saudí.
Las huellas, de hace unos 120 mil años, son de humanos, elefantes y caballos, entre otros animales, y suponen la evidencia más antigua de los movimientos humanos en esta parte del mundo, contemporánea a las conocidas dispersiones humanas desde África al Levante mediterráneo (área de Oriente Próximo que se corresponde con la localización geográfica actual de Siria, Líbano, Israel, Palestina y Jordania, principalmente).
El estudio explica que debido a sus grandes, áridos e inhóspitos desiertos, Arabia siempre se ha tenido menos en cuenta que sus vecinas África o Eurasia, a la hora de estudiar y comprender la prehistoria humana.
Sin embargo, investigaciones realizadas en esta década han mostrado que esto no siempre fue así y que las condiciones en Arabia han fluctuado considerablemente en el último millón de años.
«En ciertos momentos del pasado, los desiertos que dominan el interior de la península se transformaron en extensas praderas con lagos y ríos de agua dulce permanentes», explica Richard Clark-Wilson de Royal Holloway, uno de los autores principales del estudio.
«Fue durante estos períodos de auge climático que las poblaciones humanas y animales se dispersaron hacia el interior, como lo demuestra el registro arqueológico y fósil».
Las huellas descritas en el estudio se descubrieron durante una investigación en el desierto de Nefud, un antiguo depósito lacustre apodado «Alathar» (que significa «el rastro» en árabe).
Los científicos descubrieron cientos de huellas humanas y animales grabadas en la superficie, que habían quedado expuestas tras la erosión de los sedimentos superpuestos.
«Inmediatamente nos dimos cuenta del potencial de estos hallazgos», dice Mathew Stewart de MPI-CE, uno de los autores principales del estudio.
«Las huellas son una forma única de evidencia fósil que proporcionan instantáneas de un momento dado del tiempo, de unas pocas horas o días, y que tienen una resolución que no solemos obtener de otros registros».
Entre las huellas, se identificó el rastro de elefantes, caballos y camellos. La presencia de elefantes fue particularmente notable, ya que estos grandes animales se extinguieron en el Levante mediterráneo hace unos 400 mil años.
«La presencia de grandes animales como elefantes e hipopótamos, junto con grandes áreas de pasto y recursos hídricos, pudo hacer del norte de Arabia un lugar particularmente atractivo para los seres humanos que se desplazaban entre África y Eurasia», asegura Michael Petraglia, del MPI-SHH, quien lleva más de una década investigando la región.
El estudio también señala que la edad de las huellas es de particular interés, ya que datan de un periodo denominado el último interglacial, una época de condiciones relativamente húmedas en toda la región y un momento importante en la prehistoria humana.
Los registros fósiles y arqueológicos indican que las condiciones ambientales registradas durante el último interglacial permitieron a seres humanos y animales dispersarse desde África hacia el Levante mediterráneo.
«Sólo después del último interglacial, cuando regresaron las condiciones más frías, hay constancia de que los neandertales se movieron por la región. Estas huellas, por lo tanto, probablemente representan a los Homo sapiens», concluye Stewart.
Estos hallazgos sugieren que los movimientos humanos más allá de África durante el último interglacial se extendieron al norte de Arabia, lo que resalta la importancia de este país para el estudio de la prehistoria humana.