La Niña del Ángel, una de las leyendas veracruzanas más conocidas

20/09/2020 - 12:04 am

La leyenda cuenta que los papás de la niña pidieron a un escultor construir una figura en homenaje a la pequeña, para su tumba, que se transformó en un trabajo detallado de la niña acostada en su cama con un ángel que la cuida.

Ciudad de México, 20 de septiembre (SinEmbargo).- Veracruz es un lugar lleno de leyendas, historias que se transmiten de generación en generación y que han perdurado, entre las más conocidas están La Condesa de Malibrán, La Mulata de Córdoba o El Callejón del Diamante; en esta ocasión te contaremos una de las versiones de la leyenda de La Niña del Ángel.

Se cuenta que en 1908 llegó a Orizaba una bella pareja con una pequeña hija de tan sólo dos años de edad, de nombre Ana María, con motivo de una fiesta, la niña desapareció de la vista de sus padres y tras unos minutos se escucharon gritos desgarradores: mientras la niña jugaba cerca de unas velas encendidas, su vestido comenzó a incendiarse y ella se quemó junto con él. A pesar de que los padres intentaron sofocar las llamas, la niña ya había muerto.

Los papás de la pequeña niña decidieron enterrarla en el panteón «Juan de la Luz Enríquez», pero ellos tenían que regresar a la Ciudad de México por lo que, en una especie de homenaje, pidieron a un escultor que construyera un monumento a imagen y semejanza de la niña, en tamaño natural y hecho de mármol.

El escultor representó a la niña acostada en su cama, mientras un ángel la cuidaba. Los detalles fueron muy específicos, desde los pliegues de las sábanas, los adornos de la cama y las alas del ángel hasta los ojos de Ana.

Tras el entierro empezaron a suceder cosas extrañas, la gente dice que los ojos de la niña se abren y siguen a las personas con la mirada hacia donde se mueven, incluso a veces adquieren un brillo sobrenatural. Algunos vigilantes del cementerio señalaron que, en ocasiones, la niña deambula por el lugar buscando a sus padres y en algunos casos va acompañada de un ángel. Hay quien cuenta que la niña concede deseos a otros niños y, cuando se cumplen, el niño en cuestión debe ir a dejarle un juguete.

Los turistas suelen visitar la tumba de esta pequeña, que parece tener siempre flores frescas a pesar de no tener conocimiento de ningún familiar que le sobreviva. A pesar de todos los años que han pasado, la escultura parece estar en buenas condiciones.

Redacción/SinEmbargo
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