La publicidad en México continúa estando regulada sólo en medios tradicionales. Ante el vacío legal en Internet, la industria de la chatarra, acechada por la política de etiquetado claro, ha impulsado amplias estrategias y uso de influencers para promocionar sus productos con altos niveles de calorías, sodio y azúcar.
Ciudad de México, 13 de septiembre (SinEmbargo).– En medio de un cultivo de papas, el cantante egresado de «La Academia», Carlos Rivera, asegura sonriendo que las frituras Sabritas (PepsiCO) sólo están hechas de papa, aceite «y un poco de sal». El hashtag promocionado #NadaMásPapa estuvo como trending topic en Twitter durante el miércoles pasado. Usuarios respondieron que era mentira.
La campaña de publicidad digital hecha por la agencia Anónimo, que también trabaja para Helados Nestlé o Nutella y declinó hacer un comentario a este diario digital, omitió que es un producto procesado con aditivos, entre ellos, mejoradores de sabor (glutomato monosódico), colorantes y terbutilhidroquinona, hidrocarburo aromático también utilizado en perfumería o barnices.
Contra las políticas de salud, como el etiquetado claro o la prohibición de su venta a menores, la industria de la chatarra ha encontrado en las redes sociales, websites y videojuegos en línea un hueco legal para seguir promocionando con estrategias ingeniosas e influencers su exceso de calorías, sodio y azúcar, técnica incrementada durante el confinamiento por la COVID-19. Especialistas en alimentación reiteraron la urgencia de que las autoridades a nivel federal y legislativo emitan medidas integrales que incluyan la regulación a la publicidad en todos los medios, incluyendo la Internet.
La Organización Panamericana de la Salud (OPS) insta a los gobiernos a regular todos los medios y estrategias publicitarias dirigidas a la infancia. En Perú, por ejemplo, los productos ultraprocesados deben mostrar el etiquetado claro también en sus anuncios publicitarios.
«Lo que principalmente se publicita en medios digitales como redes sociales y websites son productos no saludables y que potencialmente traerán más de un sello cuando se implemente oficialmente el etiquetado, como cereales de caja, golosinas, galletas, bebidas azucaradas y energéticas», dijo la nutrióloga e investigadora del Instituto Nacional de Salud Pública, Claudia Nieto Orozco.
El lunes pasado, el periodista Javier Risco, quien la semana pasada cuestionó al subsecretario de Agricultura, Víctor Suárez, por abordar el tema de la colonización de la alimentación relacionada con los miles de muertos por el coronavirus, promocionó en su Twitter cereales de Kellogg’s alto en azúcares y calorías.
«A partir de la pandemia, el confinamiento en los hogares y las clases en línea hemos visto cómo la industria ha puesto todavía mucho más intensa su publicidad a través de medios electrónicos», afirmó Katia García, coordinadora del área de salud alimentaria de El Poder del Consumidor. «Los niños y adolescentes al estar en los hogares más tiempo y haciendo muchas actividades en dispositivos electrónicos están más expuestos y reciben una cantidad bastante impresionante de publicidad de estos alimentos y bebidas procesadas».
FALTA DE REGULACIÓN
Ambas especialistas en alimentación expusieron que la publicidad de la chatarra utiliza estrategias, basadas en emociones, fantasía, valores, aspiraciones, fidelidad del consumidor y uso de artistas/deportistas/influencers, para llamar la atención y que los consumidores crean que sus productos son saludables «y los harán cool».
También recurren a promociones, rifas y concursos. El empaque físico induce a introducir códigos en el mundo digital. Coca-Cola, a cambio de tapas ofrece puntos para videojuegos y consolas y las galletas Emperador (PepsiCo), una camioneta, una televisión o una bocina. De igual forma recurren al «product placement», es decir, al fondo del video de un youtuber se ve una caja de pizza o una botella de refresco. Y no es casualidad.
«No lo tenemos regulado en México. La regulación que tenemos actualmente de publicidad únicamente establece horarios en televisión y cine, pero no mira a los otros espacios como las redes sociales», dijo Katia García de El Poder del Consumidor.
A partir del próximo mes, pese a la serie de amparos de la industria, es obligatorio que los productos chatarra muestren un etiquetado claro que informe sobre sus altos niveles de azúcar, calorías o sodio, como ya sucede en otros países de Sudamérica. También deben retirar del empaque los personajes de animales o personajes que los promocionan. Pero el hueco en internet muestra que se debe ir más allá.
«Se necesitan implementar medidas integrales además del etiquetado claro. Es también necesario que se regule la publicidad porque si los niños y niñas siguen recibiendo esa publicidad invasiva, van a seguir demandándolos al creer que tienen algo positivo. No lo podemos permitir», aseguró García de El Poder del Consumidor. «Hay códigos que se violan y deben vigilarse para proteger desde el nacimiento».
La investigadora del Instituto Nacional de Salud Pública, Claudia Nieto Orozco, coincidió en que hay una gran área de oportunidad en regulación y aplicación a publicidad de la chatarra.
«Hay un área de oportunidad muy grande para que las empresas no hagan campaña publicitaria donde alegan que su producto es completamente natural cuando tiene ingredientes que no lo son», afirmó la nutrióloga. «De acuerdo a la NOM-051, la lista de ingredientes que tiene un producto se tiene que enumerar con base al ingrediente que tiene mayor proporción en la receta. Si el producto es en su mayoría azúcar, y el segundo es jarabe de maíz, así se tiene que declarar».